Culpable
Alice Becher
—Te quiero— murmuro sobre la boca de Cai, le rodeo el cuello con los brazos y estoy a punto de besarlo.
—¿A cuál de los dos?— pregunta y me detengo.
—¿A qué te refieres...?— lo suelto y doy un paso atrás, alerta, sin comprender nada.
—A cuál de los dos quieres, Princesa— la voz de Cicatriz a mi espalda me hace girarme.
—Solo puedes querer a uno, Ganchita— dice Cai y da un paso atrás, trato de alcanzarlo pero una pared invisible me lo impide.
—Solo a uno— Cicatriz repite y trato de ir con él pero la pared invisible me ha encerrado. Golpeo con todas mis fuerzas pero solo consigo partirme los dedos.
—¡No!— grito hacia Cicatriz, él me sonríe con diversión— ¡No podéis hacerme esto!— me giro hacia Cai y él niega con desaprobación.
—Tienes que elegir, Ganchita.
—Elige, Princesa.
—¡No! ¡No quiero elegir!— grito como una posesa y sigo golpeando las paredes invisibles, ahora hay manchas en el aire, manchas en la pared, mis manos ensangrentadas— ¡No! ¡No me obliguéis!
—O lo tienes a él— Cai señala a Cicatriz.
—O a él— Cicatriz señala a Cai.
—¡No!
Lloro desconsolada.
—¡No!— me incorporo en medio de la oscuridad y boqueo por aire.
La luz se enciende y Cai me toma por los hombros.
—Tranquila, Alice. Estoy contigo— me calma.
Cierro los ojos y me tomo la cabeza con las manos, cogiendo aire profundamente.
Solo ha sido una pesadilla producto de la culpa por haber engañado a Cai. Pero ahora él lo sabe y me ha perdonado, así que debo dejar de sentirme mal.
Debo dejar de sentir culpa.
Por mi propio bien.
Y el suyo, y el de Cicatriz, y el de todos los que me rodean.
—¿Estás bien?— pregunta con calma.
—Sí, ha sido una pesadilla— respondo con la respiración regular.
Me vuelvo a acostar.
—No deberías volver a dormir, vol-
—Volveré allí, lo sé— acabo por él y sonrío—. Pero aún no ha amanecido y ya estoy más tranquila.
Él se recuesta a mi lado y lo abrazo.
—Además, si estás conmigo estaré bien— sonríe y me besa la frente.
A la mañana siguiente me despierto con dolor de cuello. Cai no está a mi lado y farfullo insultos hacia el universo mientras voy al baño y me pongo visible para la sociedad.
Salgo del baño restregándome las manos por los ojos pero nada más salir de la habitación un grito me hace despertar de una bofetada.
Corro hacia las escaleras pero no me atrevo a bajar a ver a Samu destrozar el salón entre llantos y gritos desesperados.
Cai lo observa con expresión dolida pero calmada, Helena y Clara lloran tras de Cai, y Boomer solo observa de brazos cruzados.
No entiendo nada, ¿por qué están todos así?
¿Qué puede tener a Samu con un ataque y a las chicas llorando?
Oh...
Yan.
Me tapo la boca con las manos ahogando un grito y Cai fija la vista en mí, su vista se torna preocupada pero no espero, salgo corriendo escaleras abajo.
Cai me llama pero huyo de la casa y abro la verja a la fuerza.
—¡No! ¡No! ¡No! ¡Mierda!— grito sin importarme que me vean y salgo corriendo por la carretera.
Es mi culpa.
Yo quería ayudarla.
No lo hice.
Es mi culpa.
No lo hice.
Ahora está muerta.
Es mi culpa.
Es mi maldita culpa.
¡Todo es mi culpa!
Mi madre murió por mi culpa, Cai sufre por mi culpa, mataron al malnacido de mi padre por mi culpa, Yan ha muerto por mi culpa... Dora murió por mi culpa...
¡Todo pasa por mi culpa!
Un coche me esquiva con dificultad y me pita pero lo ignoro y sigo corriendo.
Se me pega el pelo en la cara por las lágrimas de impotencia pero no me detengo.
Soy una bomba que hace explotar a la gente. Soy una asesina, agresiva, desgraciada, huérfana... soy una deshonra. No valgo para nada.
Ni siquiera he acabado el instituto.
Me he casado con un narcotraficante que me secuestró y me he acostado con mi medio hermano de sangre.
He sido violada tantas veces que ya no sabría decir cuántos fueron.
Me he dejado engañar inimaginables veces.
Y cuando quiero ayudar a alguien a que no siga mis pasos... muere.
Se muere, la matan o lo que sea que le haya pasado.
No merezco respirar.