Juna era una gran espadachina, su técnica era rápida y sus movimientos precisos, lamentablemente solo sabía pelear de una sola manera, así que iba a tener mucho para enseñarle. Tori estaba siendo útil de maneras que no esperaba, ya que hacía amigos en todos lados y Juna no pudo resistirse a sus encantos. Las estaba viendo practicar en la sala de entrenamiento. Saltando entre las plataformas que se esforzaban para hacerlas caer, notando la diferencia entre ellas. Tori hacía todo sin pensar, simplemente sentía sus alrededores y tomaba decisiones instantáneas, Juna, en cambio, a veces pensaba demasiado lo que tenía que hacer. Luego de un par de gritos, las dejó descansar por un rato para que mediten. Ella se sentó a acariciar su pendiente sin poder dejar de pensar en lo que había escuchado del holocron. De repente sintió algo en la Fuerza. Notó que sus alumnas saltaron del suelo, ya que habían sentido lo mismo. Algo malo había pasado, algo que conectaba a todos los que estaban en el templo. Su comunicador se activó para escuchar un llamado a todos los maestros a la sala de reuniones. Luego de intercambiar una mirada con sus padawans. Alara notó que todo el mundo estaba corriendo hacia el mismo lugar que ella. Apurada, entró a la sala para encontrarse con la imagen de Ch’Chok en el comunicarlo. El Gran Maestro estaba Karastros en ese momento y estaba en el centro de la sala.
“Tenemos una emergencia en Onderon, Kysho ha muerto junto a Lira y Athos.” Dijo con suma seriedad el jedi.
La gente estaba sumida en silencio.
“También ha muerto el Senador Pirunt, pero no sabemos a ciencia cierta de que haya sido el mismo evento.” Agregó mirando hacia el frente.
Alara no quería volver a pasar por esto.
“¿Cómo murió Kysho?” Preguntó con seriedad Thirin.
“Pelando con un sith, Ihsahan. Unos soldados lo han reportado hace unos instantes.” Dijo ofuscado el Gran Maestro.
“Maldición…” Dijo al aire Shura mientras apretaba el hombro de Alara. “Necesitamos tomarnos esto con seriedad.”
“Sí, de ahora en más no quiero padawans viajando solos. Los grupos serán de al menos tres y siempre tendrán un caballero o un maestro con ellos.” Dijo con seriedad Ch’Chok.
“Necesitamos prestarle atención a la oscuridad.” Dijo de la nada Thirin. “Estoy seguro de que hay ojos en todos lados.”
“Alara tenía razón, tenemos que empezar a prepararnos mejor para las misiones…” Dijo pensante Shura.
“Ya hablaremos de eso, por lo pronto necesito que investigues esto apropiadamente, Thirin.” Dijo con seriedad Ch’Chok.
“En cuanto terminemos aquí salgo para Onderon.” Dijo pensante Thirin mientras miraba hacia la nada.
“Todo apunta a que un puente colapsó, pero no tengo toda la información en mis manos.” Dijo apenado Ch’Chok.
“Tendremos que involucrarnos un poco más en la guerra, Ch’Chok. Estos siths nos están torciendo la mano.” Dijo pensante Thirin.
“No hay que apresurarse todavía…” Dijo pensante el Gran Maestro. “Yo también estoy camino a Onderon, necesito hacerme cargo de la situación.”
La comunicación terminó para que se escuche un profundo murmullo. Alara se apoyó contra una pared para dejarse caer. No podía creer que sus amigos estuvieran muertos, pero eso era lo que había sentido en la Fuerza. Shura se acercó para agacharse a su lado.
“Todos vamos a extrañar a esos tres…” Dijo apenada la togruta. “Tenemos que comunicarle esto a Vatse.”
“Yo me encargo…” Dijo acongojada Alara. “Tengo que hablar con mis padawans… Tori era amiga de Lira…”
“Creo que tenías razón, Alara… Algo está cambiando.” Dijo pensante Shura. “Tenemos que proteger a nuestros amigos…”
Alara sabía que ya era tarde para eso.
“No quiero volver a sentirme así…” Dijo con tristeza Alara.
“Tus alumnos te necesitan fuerte, Alara.” Dijo pensante Shura. “Quiero poner en práctica lo que dijiste el otro día… Cuando tengas unos momentos necesitamos hablar sobre ello.” Agregó mientras se ponía de pie para mirar las caras que la rodeaban. “Todos queríamos mucho a Kysho y a entrenado o ayudado a muchas personas en el templo…”
“La única que se sintió así cuando pasó lo de Shin fui yo…” Dijo apenada Alara. “Kysho afectó la vida de muchos.” Agregó mientras se ponía de pie. “Ahora mismo me comunico con Vatse…”
Alara sabía que iba a ser un día largo.
Tori no había tomado de buena manera las noticias que traía, así que, luego de llorar un rato, terminó durmiendo en su regazo mientras era observada por Juna y su maestra. Alara no podía creer lo que estaba pasando, pero ya había hablado con Vatse, que estaba camino a Coruscant, ya que Shura iba a ayudarlo a hacerse cargo de los Archivos del templo de Karastros. Juna la miraba con seriedad y no tenía ni idea en que estaba pensando. La joven no demostraba mucho en sus ojos. Como siempre, estaba pensando en Shin, preguntándose que haría si estuviera en su lugar. Ella estaba completamente segura de que su padawan estaría buscándola por todos los rincones de la galaxia, cosa que ella debería estar haciendo.
“¿En qué piensas?” Preguntó al aire Alara.
“En demasiadas cosas al mismo tiempo…” Respondió luego de unos segundos Juna. “En Kysho, en este sith, en lo que está haciendo el Imperio… En lo que deberíamos hacer nosotros… Siento que somos blancos fáciles en este momento.”
“Yo creo lo mismo.” Dijo pensante Alara. “Pero no podemos hacer nada drástico, ya que revivir la guerra sería malo para todos los habitantes de la galaxia.”
“Estamos muriendo de a poco…” Dijo apenada Juna. “¿Qué va a decidir el Consejo?”
“¿Crees que deberíamos tomar la iniciativa?” Dijo pensante Alara. “¿Atacarlos en espacio Imperial?”
“No lo sé…” Dijo apenada Juna.
“Yo creo que debemos defendernos, pero… sin involucrar al resto de la galaxia.” Dijo pensante Alara. “Nosotros siempre hemos sido enemigos, pero no me parece justo meter a todos en nuestra pelea…”
Juna la miró con respeto.
“Mi maestro no pensaba eso…” Dijo pensante Juna.
“Lo sé, él creía que nuestro lado de pelea es el justo y que la libertad vale cualquier precio… Yo no estoy de acuerdo con eso. He vivido en el Imperio y hay gente como nosotros que poco ha hecho para derramar sangre por el daño que han causado los otros…” Dijo pensante Alara. “Por otro lado, siento que no estamos haciendo nada por nuestros amigos, pero me siento así desde que… perdí a mi padawan.”
Juna la miraba con seriedad.
“Nunca había pensado en eso…” Dijo sorprendida.
“Casi nadie piensa en eso, Juna… Hay razones por las cuales evitamos la guerra lo más que podemos, siempre hay víctimas en ambos bandos. Siempre hay inocentes en el medio, siempre hay grupos detrás de todo, derramando la sangre del otro para su beneficio…” Agregó pensante la maestra. “Pobre Tori…”
“¿Siempre está tan llena de energía?” Preguntó con curiosidad Juna.
“Sí, es una de sus cualidades…” Respondió pensante Alara. “Lamentablemente vas a tener que pasar tiempo con nosotras, ya escuchaste al Gran Maestro.”
“No creo que vaya a ser un problema… ¿Tengo que mudarme a Karastros?” Preguntó con curiosidad.
“Sí, gracias por no… hacer un escándalo.” Dijo apenada Alara.
“Creo que me va a venir bien el cambio de aire.” Dijo pensante Juna. “Cuando se despierte Tori voy a pedirle ayuda para empacar mis cosas.”
“Entendido. No te apresures, nos quedaremos unos días en Coruscant antes de partir…” Dijo pensante Alara.