Skyvy ya se encontraba como Pedro por su casa, navegando entre los intrincados panales de escaleras de uno de los edificios residenciales del Anillo. Había penetrado en la zona de los edificios después de atravesar la explanada de césped escuchando alejarse al gentío que masticaba en los puestecitos de comida del mercado. El olor a humo, a presencia festiva humana, se habia ido alejando poco a poco mientras sus nervios aumentaban acercándose a aquellas moles de cemento y acero gris. Aquellos edificios imponían por su total anonimicidad, genericidad y falta de cualquier tipo de adorno. Eran puros bloques de color gris oscuro, y las calles que penetraban entre ellos eran asimismo oscuras, ya que la altura de las construcciones era demasiado para la anchura de las calles, y dado que gran parte de la luz que iluminaba la superficie del anillo proviniera del reflejo del planeta y no directamente del sol, que actualmente debía estar a la otra parte del “suelo” del anillo, las sombras proyectadas desde múliples ángulos daban un aspecto surreal al conjunto, al mismo tiempo que provocaba intimidación y sensación de pequeñez.
La oscuridad no impedía ver, desde luego. Era más bien penumbra. Pero una penumbra psicodélica con destellos aquí y allá provocados por las piezas de acero metálico que eran parte de la estructura de los edificios. Aún así, ella se había armado de valor y habia penetrado en las calles. Había andado siempre en la misma dirección sin dificultad, pues aquel barrio tenía un diseño de cuadrícula perfecta. Se había sentido cada vez más intimidada, y en un momento dado habría hasta agradecido ver a alguien por la calle, pero nada, ni un alma.
La ausencia de coches, el tímido viento, que no habia sentido en ningún momento antes de entrar en aquella zona, y que le pareció ilógico en un ambiente de clima artificial controlado como debía ser el del anillo, junto a la extraña iluminación y la penumbra que iba aumentando conforme penetraba en las entrañas del laberíntico barrio, le habian puesto los pelos de punta. Por suerte se habia puesto calzado deportivo, y sus pisadas apenas hacían ruido, pero la ausencia total de actividad, la completa nulidad de ejemplares de vehículos y personas, y la total ausencia de parques, zonas verdes o cualquier variedad arquitectónica, hacía que cualquier pequeño ruidito tuviera un extraño eco.
Habia llegado a preguntarse si realmente aquella zona estaba habitada. Quizá habia entrado en una zona de reciente construcción y todavia nadie habitaba allí. Era demasiado extraño no cruzarse con nadie. Ya había andado tres manzanas, y el murmullo de la gente del mercado se había acabado nada más que había entrado en la calle, de forma brutalemente repentina. El silencio total solo estaba acompañado, de vez en cuando, del sonido de una de aquellas extrañas ráfagas de viento.
Al terminar la cuarta manzana, la cuadrícula perfecta habia cambiado. O por lo que parecía desde el suelo, estaba desplazada. El diseño de los edificios que había a partir de aquí era ligeramente distinto, el tono grisáceo algo más claro, el tamaño algo más ancho y las esquinas, cuando Skyvy pasó por ellas, pudo comprobar que estaban desgastadas. Debían ser edificios más antiguos. Tras girar una de las esquinas, apenas le quedaban un par de manzanas más. Al final de la calle se veía un muro. Enorme. No tan grande como los edificios, desde luego, pero alzaba hasta el 3º o 4º piso. Apretó el paso. Detrás de aquel muro debía estar lo que ella quería ver. Tenía que ser el muro que marcaba el "fin" de la zona habitable. Sería cosa de llegar al último edificio, y averiguar como entrar. Quizá pudiera ver a alguien más.
Pero habia llegado al extremo y no habia visto a nadie. Ni un alma, otra vez. El viento era ahora más fuerte, y ya no se sentía a rachas, sino contínuo. Era algo molesto, pero al menos no era frío. Le habia resultado muy extraño. Habia comenzado a darle la vuelta al edificio buscando un lugar para acceder, pero todos los edificios eran iguales, habia pasado por unos cuantos, y no habia podido divisar por donde se accedía. Nada parecido a una puerta.
Entonces habia tenido la mayor suerte. Una señora mayor, habia aparecido unos 50 metros más allá, saliendo de uno de los edificios por algo que jamás le habría parecido un acceso. Skyvy habia dudado si acercarse pero la señora le habia hecho señas. Al llegar, le habia dicho que se trataba de una confusión, la señora habia pensado que era su sobrina en la lejanía, y tras diculparse por la confusión se habia largado echando chispas, dejándole la puerta abierta. Después ella había entrado sin más.
Al entrar lo había visto todo en penumbra, pero en unos segundos, automáticamente, se encendieron unas luces. Solo se veían unas escaleras, así que ascendió por ellas. El edificio, en su parte interior, era de un estilo similar al exterior: triste, gris, completamente desprovisto de detalles superfluos. Mientras uno subía por las escaleras, cuyos peldaños eran de puro cemento, observaba las angulosas paredes, también de cemento pero de otro tipo, pintadas de gris. La barandilla de la escalera era lo único que daba algo de color, si es que el color metálico es un color. Cuando había subido 3 o 4 pisos, la luz se apagó, y le sorprendió no quedarse a oscuras. Habia algo de luz más arriba. Subió un piso más y vio un enorme ventanal. Era una abertura, sin cristal, al exterior. Se asomó y vio bien poco. La ventana se encontraba a una altura que no superaba la del muro. Así que solo vio muro. Pero un poco más arriba se acababa, algo que también pudo divisar. Sin embargo, la escalera también se había acabado. El lugar donde estaba el ventanal era un rellano, y no se veía ninguna escalera subir más, ni tampoco parecía haber ningún ascensor. Solo estaba el tramo de escalera por el que acababa de subir, y dos puertas, una a la izquierda y otra a la derecha.