Caldos de Ofenón

Donde se toma un caldo y se ve un partido

Al pasar aquella puerta Leynad y Skyvy se habían quedado alucinados. Nunca habrían esperado que hubiera tanta gente allí. Una enorme sala llena de mesas alargadas llenas a su vez de personas sentadas y comida en abundancia repartida por encima de ellas. Grandes toneles de vino estaban apoyados en unos soportes al final de cada mesa y en cada tonel había 3 o 4 personas rellenando sus vasos. En uno de ellos había unos chicos bebiendo directamente de él, mientras cantaban. El escándalo del gentío era prácticamente insoportable. Otros chicos estaban de pie encima de una mesa bailando y zapateando. Mientras andaban, un chico pasó corriendo por delante de ellos y después una chica, que iba persiguiéndolo, les empujó para intentar darle alcance. Los dos reían a carcajadas. A Rinna no parecía importarle ni impactarle nada de aquello. Para Skyvy y Leynad, la cosa era distinta: se encontraban sobrepasados por la situación, y solo trataban de pasar lo más desapercibidos que les era posible. Llegaron a la séptima y última mesa, que estaba casi pegada a la pared del lado contrario a la puerta por la que habían entrado. La mesa era alargada como las demás, pero solo estaba ocupada hasta la mitad, en total, unas 50 personas. Rinna tomó asiento en el primer hueco libre, y Leynad y Skyvy se sentaron enfrente, quedando justo al lado de una chica que no conocían, y a la que Rinna saludó.

- Marina! ya estoy aquí - le dijo, con cara de cansancio.

- ¿Qué ha pasado? Ya han sacado el segundo plato y te has perdido el primero.

- Había trabajo... - y señaló a Skyvy y Leynad, que se sintieron más cohibidos, si cabe.

Marina se les quedó mirando y se presentó.

- Me llamo Marina, soy la compañera de Skyvy, encantada. Perdonad que no os de la mano pero es que...

El espacio era muy pequeño. La mesa estaba pegada a la mesa de al lado, que estaba llena a rebosar, y no dejaba espacio casi ni para girarse o moverse.

- Encantada. - dijo Skyvy, que era la que estaba más cerca de ella - Yo soy Skyvy, y él, Leynad.

Ley hizo un gesto con la mano y habló.

- ¿Hacéis esto muy a menudo?

- Cada seis meses - contestó Marina - ¿No lo sabíais?

- Ni idea - reconoció Leynad - ni sé de que va esto.

- Es un día especial. Un dia de fiesta que tenemos cada 6 meses desde hace 10 años. Se juegan 2 partidos al año aquí en Nankella. Y en cada partido, hay dia de fiesta.

- ¿y paráis la producción?

- Así es. ¿algún problema? - dijo Marina, algo desafiante.

- No, no... - respondió Ley - es sólo que me sorprende. Pensaba que currabais a turnos.

- Lo hacemos - esta vez contestó Rinna - pero estos días son fiesta para todos. Marina y yo somos del turno de noche y somos las que hemos acabado más tarde, pero hasta mañana por la mañana, aquí no curra ni Dios. Mira, ahí vienen nuestros platos.

Dos camareros, con cara de llevar demasiado tiempo trabajando y de no llevar la misma fiesta encima que el resto de la sala, se acercaban con una bandeja a donde se encontraban ellos. Dejaron un plato delante de Rinna y otro para Skyvy y Leynad, respectivamente. Era un trozo de carne con una salsa de color morado que tenía un olor dulzón muy apetitoso.

- ¿qué es? - preguntó Skyvy, curiosa.

- Filete de Gromón. Parece carne, pero es pescado - dijo Rinna, mirando de reojo a Marina y sonriendo.

- No tiene mala pinta - reconoció Leynad - ¿es de Ofenón?

- Sí - dijo Marina - de las profundidades del océano panofeniano. Como el caldo que nos vamos a tomar ahora después. - y se frotó las manos una con la otra, con cara de avaricia.

- No lo hemos probado - reconoció Ley - pero he oído hablar mucho de él.

- Jojojoojo - rió Marina - pues si no lo habéis probado vais a flipar. Además el de hoy es del bueno, que lo regala Fabián. Nada de rebajado con agua o con alcohol, que pega raro.

Ley se encogió de hombros y clavó su tenedor en el filete. Aquello parecía sólido pero al pincharlo se dio cuenta de que por dentro era como pastoso. No estuvo seguro de que fuera a gustarle esa textura, pero terminó de cortar el trozo y se lo metió en la boca. La parte carnosa soltaba un juguillo que le dejaba a uno una reminiscencia al sabor del asado de cordero, pero la parte pastosa era suavemente dulzona. Combinados provocaban una agradable sensación en el paladar. No sabía a pescado.

- Está rico - reconoció, mirando a Skyvy, que no dijo nada porque tenía la boca llena, pero sus ojos indicaban que estaba de acuerdo con él.

Mientras daban buena cuenta del filete, Marina y Rinna les informaron de cómo era el partido que iban a ver. Sin embargo, ni Ley ni Skyvy se enteraron demasiado bien, parecía un deporte con unas reglas complicadas, pero captaron la característica principal: era un deporte violento. Nada que ver con el fútbol tradicional.

Al finalizar el filete, trajeron unas cestas con unas piezas rebozadas en forma de triángulo que por dentro eran líquidas. Al igual que el filete, les pareció exquisito y comieron varias de aquellas porciones con avidez y gran disfrute, pese a que para ellos aquella "cena" era algo extraña, pues llevaban poco tiempo en el planeta y el ritmo de "día-noche" completamente desfasado. Mientras degustaban los últimos triangulillos, Marina tuvo una expresión de júbilo repentina.




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