Caliginoso

Capitulo 4: Divino y Pecaminoso

La música sonaba a todo volumen dentro del arca, el lugar estaba a estallar esta noche, mientras que una banda de rock se presentaba en vivo y atraía a todo tipo de personas, la mayoría de ellas desagradables, me sentía abrumada.

-Tal vez deberíamos ir a otro lugar- grite por encima de la música para que Amber me escuchara a través de todo el ruido. Amber negó con la cabeza, yo rodé los ojos y di media vuelta tratando de buscar la salida mientras le mostraba mi dedo medio a ella que de seguro me observaba, solo necesitaba un poco de aire fresco y volvería adentro.

Entre empujones y pisotones logre salir al estacionamiento y llegar al nuevo auto de Amber, me recosté en el y suspire profundo. ¿Qué estaba haciendo allí? La última vez que había estado en el arca algo terrible había pasado. Y aun estaba ese extraño sentimiento que me oprimía el pecho y me advertía que algo aun peor se avecinaba.

Tal vez lo correcto sería correr dentro y sacar arrastrando a Amber hasta llegar a casa, pero claro ella no se dejaría llevar arrastrando a menos que estuviese inconsciente. Otro suspiro de frustración se me escapo.

-¿Qué te atormenta Pria? – de nuevo esa pregunta me tomo por sorpresa e hizo me sobresaltara.

Busque con rapidez donde se encontraba mi habitual acosador, lo encontré allí más adelante junto a un árbol, con una de sus piernas recostada al tronco, fumando un cigarrillo y con la mano libre se despeino un poco su cabello castaño, entonces bajo la sombra que producía la luz de luna con el árbol, teniendo ese aspecto descuidado, puedo jurar que era el ser más hermoso, divino y pecaminoso que nunca antes haya visto en mi vida.

Mordí mi labio inferior para evitar una sonrisa de éxtasis con tan solo verlo.

-En serio tienes que dejar de acosarme- lo acuse, él sonrió, tiro el cigarrillo al suelo, lo pisó para terminar de apagarlo y acto seguido camino decidido hacia mí, hasta quedar de nuevo a tan solo centímetros.

-Pequeña estamos destinados a encontrarnos, aquí o en el infierno

Hice un gesto de desagrado.

-Preferiría el cielo - el comentario salió sin más, generando una sonrisa de burla.

-No creo que me dejen entrar, pero si tú vas, tenlo por seguro que allí estaremos pequeña- dijo mientras me dedicaba un guiño- Vamos dentro Pria, no es bueno que estés afuera sola.

Hice un gesto de rechazo negándome a entrar, había apenas logrado salir, no quería de nuevo entrar y perderme entre la multitud intentando llegar a donde Amber estuviese.

-Estaré bien aquí sola, no tardes mas – le dije mientras señalaba con mi cabeza hacia la entrada del Arca haciendo énfasis en que se fuera – Salí por un poco de aire fresco y aun no estoy dispuesta a volver dentro.

Poe miro todo alrededor, haciendo un gesto de desagrado mucho más notable que los que yo frecuentaba hacer, fije la vista en la misma dirección que él estaba mirando, eran dos chicos quizás uno o dos años mayor que yo, pero tal vez de la misma edad que Poe, por cierto ¿Qué edad tendría él?, sacudí mi cabeza removiendo ese pensamiento en su casi totalidad y volví mi vista de nuevo a los dos desconocidos, bueno no eran dos chicos ciertamente, era una rubia que puedo jurar estaba intentando asesinarme con la mirada y un castaño con pinta de pocos amigos. Tal vez fue el hecho de mi reciente paranoia de que algo andaba mal en Rora y también en esa chica o quizás mi creciente y grave placer culposo hacia Poe alias bulto de huesos que cambie de opinión en tan solo segundos.

-Pensándolo mejor creo que Amber estará buscándome – le sonreí ampliamente y camine delante de él con el mas grácil movimiento que pude hacer, tratando arduamente de mantener la postura porque sabía bien que tenía su mirada fija en mí, detallando cada movimiento minuciosamente.

Amber me odiaría por esto no cabía duda alguna de ello pero no podía simplemente hacerme a un lado cuando de Poe se trataba, con él salía mi lado atrevido sin más razón, combinado con el temor , en definitiva yo sentía toda una vorágine, que estaba apoderándose sin piedad del poco razonamiento lógico que me quedaba. Bueno, si era que este sencillo coqueteo se llamaba ¨atrevido¨, porque algo me decía que Poe había estado en situaciones más comprometedoras e imprudentes.

Dentro del Arca la música estaba a todo volumen, y un pequeño dolor de oído amenazo con hacerme estallar la cabeza. Por supuesto que me hubiese costado encontrar a Amber, pero Poe me llevaba sin dificultad alguna hacia el grupo del instituto como si tuviesen un GPS y haciendo a un lado a cualquiera que se nos cruzara en el camino.

Amber estaba bailando encima de la mesa, era obvio que ya se había pasado de copas, para mi mala suerte Malia estaba trabajando esta noche en el centro de la ciudad, así que me tocaba sola velar por ella.




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