Calla Para Siempre - Spin Off

⌘Parte 4⌘

Dreaming 'bout the day when you wake up and find
Soñando con el día en el que despiertes y entiendas
That what you're looking for has been here the whole time
Que lo que has buscado ha estado aquí todo el tiempo
If you could see that I'm the one who understands you
Si pudieras ver que soy yo la que te comprende
Been here all along, so why can't you see?
He estado aquí siempre, así que ¿por qué no puedes ver?
You belong with me
Tu perteneces a mi lado

You Belong With Me (Taylor's Version), Taylor Swift

—KAI—

El viaje de Napa a Las Vegas era un viaje largo. De aproximadamente ocho horas. Pero gracias a la adrenalina en la primera hora después de ver a mi mejor amigo dejar a su novia en el altar, para huir con mi hermana, creo que pisé el acelerador más de la cuenta.

Por lo que el anuncio de la pantalla del Mercedes con la ruta que debía seguir decía que haríamos en siete horas y media.

Después de las primeras tres horas; en las que omitimos hablar de lo que había sucedido en la iglesia, y solo nos concentramos en recordar todas las cosas desde que Alek y yo coincidimos en el jardín de niños; nos detuvimos a comer en una estación de gasolina que tenía un In-N-Out.

Alek ayudó a Tai a bajar del auto, y desde ese momento, no soltó su mano por ningún motivo. Ellos dos esperaban en la fila delante de mí, hablando sobre el menú, por lo que me dediqué a observarlos de lejos.

Diría que Alek estaba más atento que de costumbre con mi melliza, pero más allá de estarla tomando de la mano, no noté nada anormal. Los ojos de Alek siempre se iluminaban cuando estaba con Tai, y solía ser como un jodido rayo de sol. Tai, por su parte, no paraba de sonreír. No paraba de mirar a su lado, como si quisiera asegurarse que Alek seguía ahí, con ella.

Por años, sabía lo que mi hermana sentía por el idiota de Alek. Y el que mi mejor amigo cambiara de novia como si fuera ropa interior, sin darse una oportunidad de compartir cinco segundos soltero con ella... Bueno.

Había conocido a Isabella un par de veces en el pasado, y desde el día uno, hubo algo en ella que no me gustaba. Creí que ese sentimiento era porque ella era la primera novia que Alek tenía desde que se había mudado de Sacramento. Aun así, cuando visitaba a Alek, Isabella solía llegar al departamento cuando él no estaba, con la excusa de ser una buena anfitriona y no dejarme solo.

Ajá. Léase el sarcasmo.

La confianza que Isabella tenía conmigo era incómoda, pero jamás intentó algo fuera de lo normal. Por eso nunca se lo mencioné a Alek.

Hasta el día anterior, cuando escuché a Luka preguntarle a Serge si a él lo había abrazado en cuanto lo vio. Y después, en el bar después de la cena del ensayo, perdí la cuenta de cuantos shots tomó Isabella, y lo mucho que se empeñó a que yo hiciera lo mismo, diciendo; y cito: «Esta es la última noche en la que me podré divertir, Kai, cúmpleme este último deseo.»

Con un jodido «No» me paré de la barra y me fui a mi habitación, para después confirmar que Isabella había puesto estratégicamente mi habitación junto a la mía. ¿Para qué? Tal vez para tener su última despedida de soltera, qué sé yo. Y por supuesto que le molestó que Tai se hubiera presentado en su boda, porque arruinó sus planes.

Solo que Isabella debió de estar más preocupada porque Tai se robara al novio, no porque le estropeara la última noche antes de su boda. La cual, yo me iba a negar categóricamente, por si quedaba alguna duda.

—Ew —dije cuando estuvimos los tres sentados en la mesa, y Alek limpió una mancha de catsup en la mejilla de mi hermana.

—Ew tu cara —respondió Alek después de darle una mordida a la hamburguesa, las mejillas infladas y mirándome divertido.

Resoplé. Porque yo tampoco había notado ese detalle hasta que Tai lo mencionó previo al fiasco de la ceremonia. Ahora, viéndolo con mis propios ojos, no pude evitar sonreír antes de ver a mi hermana de soslayo, quien solo veía a Alek como la idiota enamorada que era. Como si Alek fuera la persona más recatada del mundo, y no un animal sin modales.

Terminando de comer, los tres nos dirigimos hacia el auto, pero ninguno hizo amago de subir, mirando el auto por al menos unos cinco segundos.

—¿Puedes prestarme tu teléfono? —suspiró Alek después de un momento, mirándome con una sonrisa apológica—. Solo quiero... hablar con mis padres y... explicarles.

Asentí en seco. Porque por mucho que la adrenalina de la fuga seguía presente en cada uno de nosotros, sabía que lo que habíamos hecho tendría consecuencias, y que en algún punto tendríamos que enfrentarlas.

Regresé al aparcamiento con el teléfono encendido, ignorando los miles de mensajes y llamadas perdidas de nuestros amigos.

Alek lo tomó, sonriendo hacia Tai antes de darle un último apretón de mano y besar su frente. Alejándose un poco, Tai y yo decidimos darle su espacio.

Me recargué en la puerta del copiloto, observando junto a Tai como Alek comenzaba a mover la boca, para después verlo pasarse la mano por el cabello como siempre lo hacía cuando estaba estresado.




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