Calles de Tailandia: Donde la Ley No Existe

CAPÍTULO 1: BANGKOK: LA CIUDAD QUE NUNCA DUERME… NI PERDONA

Tailandia ha sido siempre un país de contrastes. Un lugar donde lo sagrado y lo profano conviven en la misma calle, donde los templos budistas se alzan a pocos metros de los mercados negros, y donde la vida puede cambiar en un segundo si tomas la decisión equivocada.

La historia del crimen en Tailandia no comenzó con las pandillas callejeras. Sus raíces se hunden en el narcotráfico del Triángulo Dorado, en las redes de trata de personas y en el crecimiento de Bangkok como un epicentro de corrupción y violencia. Durante décadas, la influencia de mafias extranjeras —chinas, japonesas y rusas— transformó la capital en un punto clave para el tráfico de drogas, armas y personas.

Los Señores del Crimen: De las Tribus Opio a la Mafia Moderna

En los años 50, la región conocida como el Triángulo Dorado —frontera entre Tailandia, Myanmar y Laos— se convirtió en uno de los mayores productores de opio del mundo. Los señores de la guerra tribales, con la complicidad de gobiernos corruptos, construyeron un imperio basado en el narcotráfico. A finales del siglo XX, cuando la heroína dominaba las calles de Estados Unidos y Europa, Tailandia se convirtió en uno de los principales puntos de distribución.

Con la llegada de la globalización, el crimen organizado evolucionó. Las antiguas bandas locales se fusionaron con mafias extranjeras, dando lugar a organizaciones más sofisticadas y brutales. Bangkok, con su crecimiento descontrolado y su turismo en auge, se transformó en el campo de batalla de estas organizaciones.

Las Calles de Bangkok: Donde la Policía No Se Atreve a Entrar

En los años 90, las pandillas juveniles comenzaron a tomar las calles. Inspiradas en modelos extranjeros, como los yakuza japoneses o las tríadas chinas, estas bandas crearon sus propios códigos de honor, sus tatuajes distintivos y su manera de operar. Robos, extorsión y asesinatos por encargo se convirtieron en moneda corriente en los barrios más pobres de la capital.

Pero no solo eran jóvenes sin futuro. Muchas de estas pandillas servían como soldados para organizaciones más grandes. La policía, lejos de erradicarlas, optó por hacer tratos con ellas. "Si no puedes vencerlas, úsalas", parecía ser la estrategia de las fuerzas del orden. La corrupción policial no solo permitía la expansión del crimen, sino que lo protegía.

Hoy, Bangkok sigue siendo una ciudad sin ley en muchos aspectos. En sus mercados nocturnos se pueden comprar armas como si fueran souvenirs. En sus callejones, un turista borracho es un blanco fácil para una estafa o algo mucho peor. Las pandillas han cambiado, pero la violencia sigue siendo la misma.

Este es el escenario en el que nos adentraremos. A partir de aquí, conocerás las historias reales de quienes han sobrevivido a estas calles… y de aquellos que nunca volvieron a ser vistos.



#2054 en Otros
#43 en No ficción

En el texto hay: crimen, trafico de drogas, bandas

Editado: 01.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.