Sophie me recorrió con la mirada como si algo no terminara de convencerla. Luego, observó al otro par y esbozó una sonrisa traviesa.
—Camiseta amarrada, debes empezar a mostrar más los atributos que te heredaron tus padres —comentó, jalándome de la prenda y formando un nudo en la parte trasera, causando que quedara más ceñida y que una parte de mi abdomen estuviera expuesta.
Kenia, Lisa y ella llevaban la suya de la misma forma. La camiseta representativa de los Bull de BCU, puesto que hoy sería el primer partido de la temporada y estaríamos ahí como fieles admiradoras.
—¿Y ahora sí nos dirás por qué no permitiste que Mawi te trajera a casa? —inquirió Kenia, causando que le brindara una mirada de reproche a Sophie.
Al parecer la menor de los Freeman no conocía el significado de la palabra discreción. Ayer cuando Calum se fue, dejándome sola en su casa, no quise tener que pasar tiempo a solas con su desagradable hermano. Era consciente de que, así como él no me caía en gracia, yo tampoco era santa de su devoción. Por tal motivo, llamé a Sophie para que ella y Harry me recogieran, ya que él era el único que sabía dónde viven los Weasley. Recuerdo haberles pedido a ambos mantener el secreto y que Calum no se enterara de que había rechazado la encomienda que le hizo a Mawi de ser quien me transportara. Sin embargo, al ver que Sophie ya había revelado la información, dudaba de que Calum no lo supiera ya.
—¡Kenia! Te dije que era un secreto —se quejó la rubia, frunciendo su entrecejo y pellizcándola.
Kenia hizo una mueca de dolor.
—¿De qué me he perdido? —intervino en la conversación Lisa, entrecerrando los ojos.
—Verás, ayer cuando Parker estuvo en casa de Calum él tuvo que irse porque Julianne fue a buscarlo y él le pidió a Mawi que la trajera a casa, pero ella se negó y me pidió que Harry y yo fuéramos a recogerla —se adelantó en explicar Sophie, con tanta tranquilidad que parecía haber olvidado que hace un par de segundos le recriminaba a Kenia por haber revelado el secreto.
—Y con eso nos damos cuenta que, si hay algo de lo que no quieren que nadie se entere, deben abstenerse de contarle a Sophie —concluí, negando con la cabeza y calzándome un par de tenis.
—¡Perdón, pliss! —replicó la mencionada, entrelazando sus manos bajo su cara, como señal de súplica.
—¿Y por qué no quisiste que Mawi te trajera? —preguntó Lisa, demostrando confusión.
—Precisamente porque no puedo decir nada, es que le dije a Sophie que mantuviera su boca cerrada.
—¿No puedes o no quieres? —habló Kenia, arqueando una de sus cejas.
—No me agrada él, su vibra es pesada y aparte, me dice sparkie para fastidiarme cuando varias veces le he aclarado que mi nombre es Parker.
Kenia y Sophie rieron.
—¿Y tú desde cuándo crees en las vibras? —indagó Lisa.
Estaba siendo muy persistente, parecía que estuviera practicando conmigo una de las típicas entrevistas periodísticas.
—Desde hoy y si no dejan de estar de chismosas, no llegaremos a tiempo para tomar buenos asientos en las gradas.
—¡Parker, no voy a esperar toda la vida a que se te dé la puta gana de salir! —interrumpió Spencer, gritando desde la estancia.
—Y eso también —retomé, refiriéndome a que tampoco quería aguantar el mal humor de Spencer por hacerlo tardar.
Él nos llevaría a la universidad, donde sería el juego. Bueno, en realidad solo a Sophie y a mí, debido a que Saúl se hallaba con él en la sala y Lisa se había negado rotundamente a compartir el mismo vehículo que mi hermano. Dramas de ex.
—Amor, es hora de irnos —habló Mathew, tal vez buscando apaciguar el ambiente luego de los gritos de mi hermano.
Kenia salió de inmediato de la habitación, siguiendo el llamado de su adorado novio. Le seguimos el paso y percibí que Lisa intentaba disimular que observaba a Spencer. Spencer se había aplicado gel en el cabello, aplacando las hebras que generalmente mantenía despeinadas y lo cual permitía apreciar de mejor manera sus facciones, en especial sus intensos ojos azules. Ambos llevaban puesto el uniforme del equipo, chaquetas contramarcadas y sus bolsos.
Mi hermano nos observó como bichos raros.
—¿Van a un partido de baloncesto o a lavar autos? —preguntó en un tono de voz que me resultó bastante tosco.
—Vamos a conquistar chicos en un partido de baloncesto —contestó Lisa, cruzándose de brazos—. ¿Tienes algún problema con eso?
Me reí, provocando que Sophie chocara los cinco con Lisa. Spencer entornó los ojos y trazó el camino hacia la salida.
—Nos vemos allá —se despidió Lisa, antes de subir en la parte trasera del vehículo de Saúl.
Sophie y yo hicimos lo mismo, permitiendo que el gruñón de Spencer conservara completa soledad en su asiento de copiloto.
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Estando ya en la gradería, esperábamos con ansias que el juego comenzara. Los muchachos estaban preparándose para dejarlo todo en la cancha, mientras que yo esperaba la llegada de Calum y Harry.
—¿Chicle o menta? —preguntó Kenia, extendiendo su mano en dirección a mí. Sophie y yo nos habíamos ubicado en las esquinas y Kenia y Lisa en el medio de las dos—. Yo diría que menta, no se sabe cuándo puede aparecer la oportunidad de un beso por ahí.
—¿Un beso? ¿Yo? —me señalé a mí misma, con incredulidad. Lancé una risa seca.
—Por supuesto, Calum no es el único pez en el mar.
—Y noto que cierta personita está muy fascinada en la vista que tenemos aquí —agregó Lisa, desviando su mirada en dirección a Jamie Michigan.
—Oh por Dios, ¡A Michigan le gusta Parker! ¿Cómo no lo había visto antes? —continuó diciendo Sophie, quien también fijó la mirada en el chico.
Ahora todas cuatro teníamos la vista puesta en él. Él pareció darse cuenta y levantó la mano, saludándome específicamente. Sonreí, sintiéndome avergonzada y ellas comenzaron a lanzar chiflidos.