Mi mirada se quedó perdida en la nada, mientras de fondo Lisa discutía con Spencer, como solía ser habitual.
—¡Vivir contigo es un verdadero infierno! —gritó la pelinegra, consiguiendo que él lanzara una carcajada.
—Claro y vivir contigo es el paraíso —ironizó mi hermano, terminando de ponerse su camisa.
—¿Podrían callarse de una vez? Me tienen al borde del colapso —pedí irritada, cubriéndome el rostro con las manos.
—Yo no iré con él a la fiesta —señaló Lisa, dejándose caer sobre el asiento frente a mí.
—Bueno, si prefieres tomar el bus, hazlo. Pero mi hermana se irá conmigo —respondió Spencer—. ¿Ya estás lista, Parker?
La mirada de los dos se estancó en mí, haciéndome sentir entre la espada y la pared. No quería tomar bando alguno, ambos eran personas importantes en mi vida; sin embargo, no podía hacerme la ciega cuando claramente Spencer provocaba las disputas el 99% de las veces.
—Hermano, no te preocupes. Le diremos a Harry y Sophie que pasen por nosotras —sugerí, sonriendo y acercándome a él.
—A mí no me preocupa, pero estoy seguro de que si mis papás se enteran que te deje salir sola en la noche, me aniquilan. —Spencer se encogió de hombros y lo miré de mala gana—. Entonces me voy, suerte.
—Tonto —musité cuando lo vi salir del apartamento.
—De hecho, Marc dijo que pasará por mí —anunció Lisa, sonriendo inocentemente—. ¿Quieres irte con nosotros o con Sophie y Harry?
Me hice la pensativa por un momento, a pesar de que ya tenía la respuesta.
—No quiero ser un mal tercio, gracias.
En ese instante, el sonido del claxon de un auto interrumpió nuestra conversación. Lisa se apresuró en asomarse por la ventana.
—Es Marc —avisó, tomando con rapidez su bolso—. Nos vemos allá.
Me limité a asentir.
Estando en mi soledad empecé a sentirme intranquila porque llevaba días evitando confrontar a Jamie y no sabía cuánto tiempo más podía fingir que nada ocurría. Me sentía culpable y como una persona vil y desleal, aunque no tuviéramos una relación formal.
Al mismo tiempo, todo este tema de Mawi y la familia Weasley, regresaba frecuentemente a mis pensamientos, buscando teorías que dieran respuesta a cada una de las dudas que Calum y yo teníamos.
El ruido de otro claxon me sobresaltó y pude reconocer a Sophie inclinada hacia la ventana, saludándome con entusiasmo.
Guardé mi celular y bajé rápidamente, intentando dejar atrás el revoltijo de pensamientos que me había invadido momentos antes. Al abrir la puerta del auto, Sophie me recibió con una sonrisa radiante. El hecho de que la fiesta fuera en casa de Donnie me hacía intuir el porqué de su entusiasmo.
—¡Por fin! Creí que cancelarías a última hora —dijo, haciendo un gesto para que subiera al asiento trasero.
—¿Por qué haría eso? —respondí, forzando una sonrisa mientras me acomodaba.
—Tal vez porque últimamente pareces más distraída que nunca —intervino Harry desde el asiento del conductor, echándome un vistazo por el retrovisor—. ¿Todo está bien?
Detecté algo en su mirada que me hizo pensar que era muy posible que él estuviera enterado acerca de la investigación conjunta que Calum estaba realizando con nosotras.
—Todo en orden —mentí, sabiendo que ninguno de los dos se lo creería por completo.
El auto arrancó, y Sophie, con su energía inagotable, empezó a hablar sobre lo que esperaba de la fiesta. Yo la escuchaba a medias, con una sonrisa automática, hasta que ella mencionó un nombre que me hizo tensarme en mi asiento.
—¿Jamie va a estar allí? —preguntó la rubia de repente, como si nada.
Sentí la mirada de Harry otra vez a través del retrovisor, pero fingí no notarlo.
—Sí —traté de sonar despreocupada.
Sophie arqueó una ceja, notando mi reacción.
—Últimamente está todo raro entre ustedes —mencionó mi amiga sin hacer alusión al porqué de eso.
Supuse que no entró en detalles porque allí estaba Harry, el gran amigo de nuestro otro miembro implicado en mi desequilibrio emocional.
—No pasa nada —respondí rápidamente, mirando por la ventana para evitar la conversación—. La clase de investigación me ha tenido muy ocupada.
Harry soltó una risita irónica.
—Claro, "ocupada". Seguro eso te funciona como excusa con Sophie, pero a Jamie no creo que lo convenzas tan fácil.
—Harry... —Sophie le dio un golpe en el brazo.
—Vamos a una fiesta a divertirnos y salir de la rutina, ¿y a ustedes les parece más importante hablar sobre Jamie y yo? —pregunté, cruzándome de brazos.
Ya tenía bastante con mis pensamientos como para que ellos siguieran haciéndome la vida más complicada con sus interrogatorios. Era muy consciente acerca de que debía hablar con Jamie, pero ahora mismo no quería pensar en eso.
—Mira —comenzó a hablar Sophie, simulando con sus dedos que se sellaba los labios—. Somos mudos.
Sonreí por inercia.
El camino continuó y las únicas frases que retumbaban en el vehículo eran las emitidas por las canciones que se reproducían en el estéreo. Cuando finalmente llegamos a nuestro destino, Harry buscó entre la pila de autos un lugar para poder estacionarse. Sophie y yo bajamos del vehículo, con los brazos entrelazados. A la primera que nos encontramos fue a Kenia, la cual tenía alrededor de su cintura al descubierto las manos de Saúl apretujándola, al mismo tiempo en que le devoraba la boca.
—Vaya, por acá inician temprano la diversión —bromeó Harry, quien venía pasos atrás de nosotras, jugueteando con las llaves del auto.
Kenia y Saúl se separaron, liberando la obstrucción que provocaban en las escaleras de entrada a la casa. Toda la boca del pelirrojo estaba rosada, igual que sus mejillas.
—Chica, qué buen labial usas, a pesar de que Saul está como un payaso parece que lo llevaras intacto. Pásame el nombre para comprarme yo uno igual —habló Sophie, arqueando una ceja con picardía.
—Ese labial lo deben usar exclusivamente las chicas con novio, como Kenia. Ni creas que te dejaré estar de besucona en la fiesta —advirtió Harry, entrecerrando los ojos.