Cámaras, torpezas y un beso

Agujas y egos

El estudio olía a tela nueva y café caro. Robert abrió la libreta como si se tratara de un contrato millonario; Grace la miraba como si fuera un lienzo en blanco esperando explotar.

—Antes que nada —dijo Robert, ajustándose el reloj—, el diseño debe ser limpio, sofisticado y funcional. Piensa en minimalismo europeo.
—Oh, claro, qué original —replicó Grace, dibujando un trazo rápido con el lápiz—. Porque el mundo necesita otro traje gris sin alma.

Robert arqueó una ceja.
—La simplicidad es un arte.
—La sostenibilidad también —replicó ella, garabateando un vestido hecho con capas asimétricas—. Yo digo que usemos retazos reciclados.
—¿Retazos? —Robert la miró como si hubiera sugerido usar bolsas de basura.
—Exacto. Telas con inperfectos, cortinas, lo que sea. Si sé trabajar con ello, puedo transformarlo.

El silencio se alargó. Las cámaras captaban cada segundo. Robert se inclinó sobre la mesa, mirándola fijamente.

—Sabes que este es un show televisivo, ¿verdad? No un taller de barrio.
—Y tú sabes que la moda necesita evolucionar, ¿no? —Grace le devolvió la mirada, desafiante—. O tu revista se va a quedar en el pasado.

Por primera vez, Robert no tuvo respuesta inmediata.

Grace aprovechó para levantarse e ir hacia la mesa de telas, pero en el camino tropezó con un rollo de satín y casi se fue de cara contra el piso. Alcanzó a agarrarse de… Robert.

—¡Ah! —exclamó ella, aterrizando literalmente en sus brazos.

El público invisible detrás de las cámaras seguramente se estaba deleitando.
Él la sostuvo con firmeza, serio como siempre, pero en sus ojos pasó un destello inesperado.

—¿Siempre entras en escena de esta manera? —preguntó con sarcasmo.
—Solo cuando quiero causar impacto —respondió ella, tratando de recuperar la dignidad.

Volvieron a la mesa. Robert tomó el lápiz y, con trazos meticulosos, corrigió parte del boceto de Grace.
Ella bufó y se lo arrebató de las manos.

—Si vamos a trabajar juntos, que quede claro: yo no soy tu asistente.
—Y yo no soy tu niñera —contestó él, cruzando los brazos.

El ambiente estaba cargado de tensión, pero también de algo más. Algo que ni Grace ni Robert querían nombrar todavía.

Al fondo, Amelia murmuraba frente a otra concursante:
—Dame tres capítulos más y estos dos ya estarán besándose en plena pasarela.



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En el texto hay: millonario, chica torpe, reality show

Editado: 23.10.2025

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