El productor apareció al día siguiente con una sonrisa sospechosa.
—Nuevo reto: deberán diseñar una mini colección… en pareja.
Grace casi se atragantó con el café.
—¿Perdón? ¿Pareja?
Robert cerró los ojos como si estuviera pidiendo paciencia al universo.
—¿No había suficiente tortura con compartir apartamento?
—Las reglas son las reglas. —El productor hizo un gesto a la cámara—. Y el público está encantado con ustedes dos.
Grace le lanzó a Robert una mirada venenosa.
—Pues prepárate, señor perfección, porque vamos a trabajar a mi estilo.
Robert ajustó la corbata, como si con eso pudiera mantener el control.
—Tu estilo es un accidente esperando suceder.
—Y el tuyo es un robot sin alma.
La tensión se cortaba con tijeras de modista.
La “tormenta creativa”
En el taller improvisado, la discusión empezó con los colores.
—Verde es la elección lógica —dijo Robert, apuntando una paleta elegante y sobria.
—El verde lógico es aburrido. Necesitamos coral, algo que explote.
—El coral no explota, Grace. El coral grita.
—¡Exacto! —ella levantó los brazos triunfante—. Queremos gritos, queremos que la pasarela hable.
Robert se masajeó las sienes.
—Estoy atrapado en una pesadilla textil.
Las cámaras capturaban cada frase, y las redes ardían con memes: Robert rodeado de tijeras volando, Grace con cara de loca en modo “genio incomprendido”.
El accidente feliz
Mientras discutían, Grace tropezó con un maniquí. Este cayó hacia adelante, arrastrando con él un rollo de tela que se desplegó como un mar de coral y verde mezclados.
Robert la ayudó a levantarse y, por primera vez, ambos miraron el resultado en silencio.
Era… perfecto.
Grace parpadeó.
—Ok, tal vez un poquito de verde no está tan mal.
Robert sonrió apenas.
—Y el coral, admito, tiene personalidad.
Por unos segundos, no hubo pelea, solo una chispa cómplice que los tomó por sorpresa.
De regreso al apartamento
Esa noche, mientras cenaban fideos instantáneos (único lujo de la “convivencia”), Robert rompió el silencio.
—Tienes talento, Grace. Un desastre andando, pero talento.
Ella se quedó mirándolo, sorprendida por la sinceridad.
—Y tú… eres insoportable. Pero… supongo que sabes lo que haces.
El cruce de miradas se prolongó más de lo debido. Una alarma en el microondas interrumpió el momento, y ambos apartaron la vista de inmediato, fingiendo que nada había pasado.
Reacción del público
En redes:
El hashtag #AccidentePerfecto trepó directo al top 3.