Cámaras, torpezas y un beso

La pasarela imposible

El set estaba iluminado como si se tratara de la final de un campeonato mundial. Reflectores, música vibrante y cámaras apuntando a cada rincón.
Grace respiraba tan fuerte que parecía un globo a punto de estallar.

—Tranquila, Taylor —murmuró Robert, ajustándose la corbata—. Si sobrevives a mí, puedes sobrevivir a esto.

—Eso suena a amenaza, Walker.

Él esbozó una media sonrisa, cosa rara en su repertorio de expresiones.
—Era un cumplido… torcido, pero cumplido.

Grace no supo qué contestar, porque justo en ese momento el productor gritó:
—¡Pasarela en tres, dos, uno… acción!

El desfile comienza

La primera modelo salió vestida con la combinación inesperada de coral y verde que había nacido del accidente con el maniquí. El público contuvo la respiración.
Era atrevido, fresco, lleno de vida.

La segunda propuesta apareció con cortes limpios, estructura impecable —claramente la mano de Robert— pero con detalles juguetones en color y textura que gritaban “Grace”.

La mezcla funcionaba como si ambos hubieran conspirado desde el principio, aunque minutos antes habían estado discutiendo sobre el orden de las perchas.

El jurado reacciona

—Sorprendente —dijo la primera jueza, una influencer con millones de seguidores—. ¡Moda que dialoga entre lo clásico y lo disruptivo!

—No esperaba menos de Robert Walker —intervino otro jurado, un editor veterano—, pero debo admitir que Grace Taylor ha sido una revelación.

Grace abrió los ojos como platos.
—¿Dijo mi nombre? ¿Con respeto? —susurró, mientras Robert escondía una sonrisa orgullosa.

El momento viral

Al final del desfile, Grace tropezó con un cable al subir al escenario para recibir comentarios. La caída habría sido aparatosa si Robert no la hubiera sujetado en el aire.

Cámara lenta. Música dramática. Un casi-beso a centímetros.

El público en el set gritó. Las redes explotaron al instante:

  • “¡QUE SE BESEN YA!”
  • “Ese tropiezo fue patrocinado por Cupido.”
  • “Alguien que me sostenga como Robert sostuvo a Grace.”

Hashtags del día: #CasiBeso, #GraceRobertPasarela, #AccidentePerfecto2.

El veredicto

El jurado anunció:
—El mejor trabajo de la semana es… ¡Grace!

Ella brincó de emoción, casi olvidando que seguía en televisión nacional. Él, en cambio, se limitó a asentir con un gesto elegante, aunque sus ojos brillaban de orgullo.

Al salir del escenario, Grace lo miró con una mezcla de nervios y ternura.
—¿Ves? El caos no mata la creatividad.

Robert respondió, con voz baja, tan seria que la desarmó:
—El caos… contigo funciona.

Grace sintió que el corazón le daba una voltereta.

Capítulo

Fuera de foco

Robert llevaba días dándole vueltas al mismo problema: cada mirada, cada gesto con Grace se volvía trending topic en segundos.
Era imposible saber qué era genuino y qué parte era manipulación del show.
Había una sola forma de descubrirlo.

Esa noche, mientras el resto de los participantes celebraban la victoria en la fiesta organizada por la producción, Robert se acercó a Grace con una complicidad que no solía mostrar.

—Taylor, ¿quieres escaparte?

Ella arqueó una ceja.
—¿Escaparme? ¿De qué? ¿De ti? Porque sí, me encantaría.

Él rodó los ojos.
—Del reality. Diez minutos. Sin cámaras. Sin jueces. Solo nosotros.

Grace titubeó. La idea era tan tentadora como peligrosa.
—Suena como un secuestro….

—Te prometo que no hay sótano ni esposas.

—Lástima —murmuró ella, demasiado bajo, y luego se sonrojó al darse cuenta de que él la había escuchado.

Robert no comentó nada, pero una sonrisita traviesa apareció en sus labios.

La escapada

Con ayuda de un asistente cómplice (que claramente adoraba ver el drama romántico tanto como el resto del mundo), salieron por una puerta trasera del set.

Caminaron hasta un pequeño café de la ciudad, donde nadie parecía reconocerlos o, al menos, nadie se atrevió a interrumpir.

Grace miró alrededor, maravillada.
—¿Esto es… normalidad? Hace tanto que no la veía.

Robert se quitó la chaqueta y se la puso en los hombros.
—Normalidad con café barato y sillas incómodas, sí.

Ella lo miró de reojo.
—¿Y por qué me traes aquí? Podrías estar en cualquier restaurante de lujo.

—Porque contigo los lujos sobran. —La frase le salió sin filtro, y Grace parpadeó, incrédula.

La noche perfecta

Después del café y un pastel demasiado seco, caminaron sin rumbo por la ciudad. La luna iluminaba las calles y el aire fresco despejaba la cabeza de Grace.
En un cruce, ella tropezó —cómo no— y Robert la sostuvo de la cintura, igual que en la pasarela.

Quedaron tan cerca que no hizo falta música dramática ni cámara en slow motion. Era real.

Grace lo miró, con el corazón acelerado.
—Esto sí que no lo puede subir nadie a redes.

Robert acarició suavemente su mejilla.
—Y por eso vale más.

El beso llegó despacio, tímido al inicio, pero cargado de una electricidad que ninguno de los dos pudo ignorar.

Esa noche no hubo luces ni hashtags, solo ellos dos, descubriendo que lo suyo no necesitaba de un guion.



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En el texto hay: millonario, chica torpe, reality show

Editado: 23.10.2025

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