El edificio de Maison Duval imponía desde la entrada. Columnas de cristal, pisos que brillaban como espejos y recepcionistas que parecían salidos de editoriales de moda. Grace ajustó el cinturón de su sencillo vestido negro y respiró hondo.
Soy Diseñadora Junior, me lo gané… sí puedo hacerlo.
El ala creativa era un hervidero: mesas cubiertas de bocetos, rollos de telas exclusivas, pantallas con diseños en 3D. Allí los diseñadores hablaban en tres idiomas al mismo tiempo, y los asistentes corrían con café y carpetas bajo el brazo.
—Grace Taylor, ¿verdad? —una mujer alta, con gafas rectangulares y un aire de autoridad, la recibió con un apretón de manos seco—. Soy Claudine, directora creativa. Aquí valoramos la innovación, pero sobre todo, la disciplina. Bienvenida a la jungla.
Grace tragó saliva y sonrió nerviosa.
Primeros tropiezos
Su primer encargo parecía sencillo: colaborar en la creación de una línea cápsula inspirada en “lujo sostenible”. Sonaba a su idioma, pero no era tan fácil.
Los materiales eran de la más alta gama, nada de reciclaje improvisado. Tenía que demostrar que podía jugar en la liga grande sin perder su esencia.
El primer boceto que presentó recibió críticas instantáneas.
—Demasiado artesanal. Esto es Maison Duval, no un taller escolar —la pinchó uno de los diseñadores senior.
—Querida, aquí los clientes pagan por exclusividad —añadió otra, con una sonrisa venenosa.
Grace se mordió la lengua. No quería parecer débil, pero la inseguridad le quemaba por dentro.
Una chispa inesperada
Esa noche se quedó trabajando sola, rodeada de retazos de tela carísima que temía arruinar. Se quitó los zapatos, respiró hondo y recordó por qué había empezado todo: darle a la moda un propósito.
Con tijeras en mano y la misma torpeza entrañable de siempre (que casi la hace volcar un tintero de tinta china sobre la tela), logró transformar un corte de seda sobrante en un prototipo simple, elegante y con un detalle asimétrico que evocaba movimiento y frescura.
Al día siguiente, Claudine lo vio y arqueó una ceja.
—Hmm. Interesante. Minimalista, moderno… con personalidad. No lo esperaba de ti, Taylor.
Ese comentario, breve pero sincero, fue suficiente para que Grace sintiera que podía respirar de nuevo.
El peso del pasado
Sin embargo, cada vez que abría Instagram o una revista, aparecía Vanessa, ahora convertida en “la gran promesa de la moda” gracias a su victoria en el reality. Y más doloroso aún: siempre al lado de Robert Walker, como si fueran el dúo perfecto.
Grace apagaba el teléfono, concentrándose en su trabajo, pero en el fondo no podía evitar pensar: ¿Él me habrá olvidado por completo?