Cámaras, torpezas y un beso

Cámaras, pañales y un beso (otra vez)

Grace juraba que había sobrevivido a todo: a las pasarelas, a los sabotajes, al reality, a los tacones imposibles y hasta al amor de un millonario que la sacaba de quicio…

Pero nada, nada, la había preparado para el verdadero reto: un bebé de tres kilos y medio con pulmones de ópera y horario de búho.

—Robert, ¿qué hora es? —susurró, medio dormida, mientras una pequeña criatura gritaba como si le hubieran negado su derecho divino a la leche.

—Las… tres de la mañana. O las cinco. No sé, el tiempo ya no existe —respondió él, despeinado, con un biberón en una mano y el peluche al revés en la otra.

Grace lo miró, ojeroso pero sonriendo, y sintió que el corazón se le derretía un poquito más.

Era increíble pensar que ese hombre, que antes discutía sobre presupuestos y portadas de revista, ahora hacía voces ridículas para calmar a un bebé.

—¿Sabes que esto es culpa tuya, verdad? —bromeó ella, mientras le pasaba el pequeño.

—Claro, y tú eres completamente inocente —rió él—. Solo diseñaste el plan perfecto para enamorarme y volverme padre primerizo.

—Oh sí, claro, todo muy estratégico. Hasta fingí tropezar en la pasarela —le respondió con sarcasmo, rodando los ojos.

—Y lo hiciste tan bien, que hasta ahora sigo cayendo.

Grace le lanzó una almohada, pero él se adelantó, la besó en la frente y le susurró:

—En serio, eres el mejor desastre que me ha pasado.

La puerta se abrió de golpe.

Sarah, vestida con una bata de seda color fucsia y gafas de sol (a las tres de la mañana), entró con su celular en modo cámara.

—¡Buenos días, familia Walker!

—¡Sarah! ¿Qué hace despierta? —murmuró Robert.

—¡Documentando la primera madrugada del heredero! Ya tiene más reproducciones que el primer desfile de Grace.

—¡¿Grabó esto?! —chilló Grace.

—Querida, las redes adoran a las mamás reales. Tú con ese moño deshecho eres un ícono de autenticidad.

Grace quiso protestar, pero su hijo estornudó y todos se derritieron. Sarah aprovechó para tomar otra foto.

Robert suspiró.

—Algún día tendremos paz.

—Tal vez —sonrió Grace—. Pero si la conseguimos, la vamos a arruinar nosotros mismos.

Meses después, mientras su bebé dormía en un moisés rodeado de bocetos y retazos de tela, Grace terminó de coser el último vestido de su nueva colección:

“Segundas oportunidades”.

Moda circular, piezas únicas y sustentables, justo como ella soñó cuando todo empezó.

Solo que ahora, su vida entera también era una segunda oportunidad:

una de esas que llegan entre cámaras, torpezas… y un beso.

✨ FIN ✨



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En el texto hay: millonario, chica torpe, reality show

Editado: 08.11.2025

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