Cambiaformas

Capítulo 2

Patrick giró la cabeza mientras avanzaba por el camino, Serten y Cord iban en silencio, acompañando la tranquilidad de aquel día fresco y despejado. Aquellos tipos no tenían nada que hablar con él, o quizá, él no tenía nada que hablar con ellos, es decir, eran mercaderes y sus espadas eran solo para fingir seguridad. Aunque a Patrick no le molestaba el silencio cuando había un paisaje lleno de coloridas flores y verdes prados a ambos lados del camino, muy diferente a su helado hogar en la ciudad invernal de Ivrenir.

Sus dos compañeros eran cansadores, sin duda alguna, especialmente en los entrenamientos, eran dos hombres que intentaban hacerse los duros en frente de Patrick, como intentando ganar su reconocimiento. Para Patrick era una molestia, tenía que cuidar que no se hiciesen daño en los entrenamientos matutinos con la manera tan imprudente que se lanzaban hacia él, o su resistencia a usar espadas de madera para practicar.

Patrick odiaba este tipo de grupos, Miusela conseguía comida y compañía con facilidad, y eso le molestaba, pues estos grupos nunca eran tan buenos como parecían, aceptaban gente con facilidad solo porque eran demasiado tacaños para contratar guardias, era gente sin aprecio por su vida, había sido una suerte que no se encontraran bandidos en los caminos, sino, Cord y Serten seguro descansarían a pedazos en el camino.

Patrick salió de sus pensamientos al llegar a lo alto de una colina. Desde allí, los verdes campos y las flores llenaban la vista. A lo lejos, se veían montañas difusas. Al final del camino, aunque aún muy lejos se podía ver la gran ciudad amurallada de Lorbides, habían sido 20 días muy tranquilos de viaje.

—Una bendición, si es en compañía de Miusela —susurró para sí.

—Ayúdame con esto muchacho —una voz ronca sonó tras él.

Era Hov, el encargado de alimentar a los caballos. Patrick suspiró y ayudó una vez más al hombre a poner heno en las bocas de los animales. Patrick era guardia y asistente, volteó a mirar a Miusela que se lo estaba pasando demasiado bien, incluso hablaba tranquilamente con el grupo de los niños, que la rodeaban y miraban con demasiada atención, mientras la joven rubia hacía sus típicos gestos exagerados.

Incluso el muchacho grande que había aterrorizado hacia una semana estaba ahí, con cara de adorar a su nueva hermana mayor.

¿Qué demonios había pasado?

El cambio no había pasado desapercibido para Patrick, el niño grande había acudido a Miusela varias veces en los últimos días, y la misma Miusela había dejado su papel de reina de la caravana para caminar junto a los muchachos y hablar con la gente.

Suspiró cansado.

Suponía que era inevitable, después de todo, el mismo Patrick había caído presa del encanto de Miusela, la imagen que proyectaba era algo ridículo. Afortunadamente para el hombre bastaron dos semanas de viaje con la patrona para darse cuenta de que lo único bueno era el dinero que recibía de ella, ya que con la actitud imprudente y dramática de Miusela, ellos habían saltado de lio en lio a lo largo de su viaje.

—¡Hora de continuar! — Gritó el mercader jefe, sacando a Patrick de su pensamiento.

Ya tendría tiempo de pensar después, el padre de Patrick siempre le había dicho que en el tramo final era donde yacía el mayor peligro, y él no bajaría la guardia.

Tras poco más de dos horas de viaje llegaron a la ciudad amurallada de Lorbides, Patrick apreció la enorme puerta tan ancha que cabían 4 carreras y tan alta que podrían pasar 3 Patrick. Las murallas eran todavía más altas, y por ellas se paseaban soldados que sostenían arcos, Patrick se sintió pequeño y vulnerable de repente. Nunca había estado en una ciudad así de grande.

Los mercaderes hicieron rápidamente el papeleo cuando llegó su turno en la fila, así que el paso fue expedito, ya en el punto de control junto a la entrada se escuchaba el bullicio de la ciudad, al mirar Patrick vio hileras de casas y departamentos de unos dos y tres pisos, que rodeaban una calle amplia y totalmente empedrara atestada de personas, tanta gente hizo que a Patrick se le apretara el estómago, mientras más gente, más peligros potenciales, aunque el pisar suelo empedrado nuevamente hizo que sintiera seguro nuevamente.

Y aquí se separaban sus caminos, Patrick se acercó lentamente a Hov, Serten y Cord que habían sido su compañía la mayoría del tiempo y con un gesto se despidió, deseándole lo mejor, cuando se volteó buscando a Miusela, la encontró rodeada del resto de los miembros de la caravana.

—Nuestros niños jamás habían sido tan tranquilos —dijo la esposa del jefe de la caravana —. Esto es para usted señorita Miusela, esperamos que su función salga bien, y tenga por seguro que mi esposo y yo iremos a verla, ya que estaremos varias semanas en la capital.

Le habían dado un pequeño saquillo que Miusela guardó rápidamente.

Miusela sonrió de oreja a oreja mientras agradecía con sus exageradas reverencias, tomaba las manos de todos y hacia enérgicos gestos de despedida a los niños, era poco lo que Patrick escuchaba de todo ese bullicio, pero todo parecía ser aprecio hacia la joven.

Siempre le había gustado la atención, parecía natural que se dedicara al espectáculo, para Patrick sería raro el recibir tantos cumplidos, aunque seguro no le vendrían mal, nunca fue mucho de hacer amistades, ni de expresar demasiadas emociones, cuando eres guardia y cazador, la amabilidad y calidez pueden hacerte parecer débil.




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