Cambiaformas

Capítulo 15

Miusela abrió por fin los ojos, todo estaba oscuro ¿Era de aún de noche? ¿La habían capturado? Intentó moverse y una fuerte punzada en el costado de su abdomen hizo que recordara lo que había hecho, lo que Patrick había dejado que le hiciesen.

Había cosas más importantes, se tocó bajo la ropa, aún traía la ropa del chofer, al menos, era de buena calidad, eso era bueno porque el lugar apestaba como unos zapatos sudados y si bien no estaba sobre piedra o madera, tampoco podía decir que estaba recostada sobre un colchón de plumas.

Tenía que tomar una decisión, si cooperaba con sus captores, ella se recuperaría antes de que ellos pudiesen hacer algo, pero requeriría algunos días, por otro lado, podía arriesgarse por su cuenta, pero no sabía que tan profunda era su herida y si se desangraría hasta la muerte si se movía.

Comenzó a tantear su cuerpo suavemente con sus manos, en busca de más heridas, no encontró su cinturón, aquel donde guardaba sus venenos y dagas, pero le sorprendió la poca prolijidad de quienes la había captura, no estaba atada, y al revisar el bolsillo interior de su chaqueta estaba el sobre con los pañuelos somníferos.

Un escalofrió le recorrió la espalda. El bolsillo estaba a la altura de sus pechos, al lado izquierdo, si el virote hubiera dado un poco más arriba, el líquido de los pañuelos definitivamente podría haber entrado a su cuerpo ¿Qué pasaría en ese caso? Nunca se lo llegó a preguntar.

El viejo Roger la había preparado demasiado bien, enseñar combate básico, uso de dagas e incluso combate con venenos había sido la razón por la que Miusela podía caminar por la vida confiada, nadie que la hubiese acosado en las calles había sobrevivido.

Con poderosos suspiró que desató el dolor en su abdomen se preguntó si su padre adoptivo había previsto todas las dificultades por la que pasaría Miusela o solo había sido muy sobreprotector. Aunque su padre siempre supo que ella era un cambiaformas, a pesar de que Roger nunca le había dicho de donde había salido ella exactamente, un antiguo mercenario de tanto mundo como Roger seguro que al menos se hacía una idea de que Miusela como cambiaformas acabaría en problemas.

Miusela esbozó una sonrisa, pues, aunque comprendía que su padre sabía que se metería en problemas, ella imaginaba que a él jamás se la pasaría la idea de que su hija adoptiva tratase de asesinar al noble más importante de una ciudad tan grande como Lorbides.

El rostro de Miusela pasó súbitamente de la alegre nostalgia a una sombría mueca, había quitado muchas vidas en la última semana. Más de las que nunca se habría creído capaz, sabía que la madre del guardia que había suplantado para entrar a la prisión había terminado por suicidarse tras la noticia de su hijo, que claro, para ella su hijo había escapado, con riquezas y lujos por haber trabajado para los criminales más peligrosos de la ciudad, no sabía que estaba pudriéndose en las alcantarillas de la ciudad.

Como esa señora debían haber muchas más personas ¿Cuántas vidas había arruinado Miusela en su arrebato? Había salvado a un niño cambia formas, si, y claramente esas basuras que lo torturaban, la muerte era demasiado buena para esos infelices, y, sin embargo, ella sabía que esos bastardos eran más que sus vidas mismas. Intentó calmar sus emociones, Roger le había enseñado aquella lección hace mucho “Siempre hay alguien que pierde en este mundo, intenta no ser tu”, aunque Miusela se preguntaba a menudo si no la estaba tergiversando.

Había estado tan cerca de acabar todo, pero Patrick lo arruinó todo. Sentía una mezcla de rabia y tristeza al recordarlo cargando a Lord Erdinal lejos su alcance, mientras la dejaba a ella tirada, herida y a su suerte.

Era una estupidez, Miusela sabía perfectamente que Patrick no tenía idea que era ella, Miusela estaba usando la imagen de Ceris, una mesera de Frugal de tez mulata y cabellos negros. Era imposible que Patrick se acordara de una amable mesera que vieron en uno de los primeros pueblos en los que Miusela presento al emprender su viaje, hace más de 2 años, menos iba a saber que era Miusela usando su imagen.

Y aún así se sentía traicionada, abandonada.

El sonido de suelas en la piedra la sacó de sus pensamientos, volvió a recostarse, cerró los ojos y bajó el ritmo de su respiración.

—¿No ha despertado? —preguntó una voz aguda, parecía femenina.

—Solo han pasado algunas horas desde que la trajimos —respondió otra voz más profunda.

Miusela pudo percibir la luz que traían, incluso a través de sus parpados cerrados era evidente que ahora estaban junto a ella.

—Según Mim es una chica —dijo la voz masculina—. Ya debería despertar ¿O no todos se curan igual de rápido? Según Meríl el virote no atravesó ningún órgano.

Miusela dejó de escucharlos por un momento ¿No todos? Ya sabían de él ¿Quién era Mim que la conocía? Las respuestas más probables llegaron pronto a su mente, una chica, que la identificaran como cambiaformas, que supieran de su habilidad, era todo demasiado obvio.

—No estoy dormida —dijo Miusela sin moverse, soportando el dolor al hablar. Titubeó un momento, pero mantuvo la apariencia de Ceris, era de su contextura y a ella le resultaba un traje casi tan cómo como lo que para ella era “su verdadero yo”—. Pensé que me habían capturado.

Miusela porfin pudo distinguir el lugar apoyándose la vela que sostenía el hombre en su mano derecho. Era lo más parecido a una enfermería de guerra que había visto, 2 cortinas marrones, viejas y sucias tapaban el exterior, y el techo de tablones de madera que parecían podían caerse en cualquier momento de lo podrido que estaban. O quizá no, Miusela nunca tuvo que ver eso en su vida.




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