Cambiaformas

Capítulo 16

— Hacer lo correcto era suficiente recompensa —susurró Patrick.

Abrió los ojos y la diferencia era sutil, apenas podía distinguir los contornos de los barrotes de su celda. Entendía perfectamente la situación, llegar con el noble más importante herido lo hacía ver sospechoso.

Pero podía imaginarse a Miusela riéndose de él, al parecer la imagen de su patrona y compañera de viaje se había vuelto muy presente en él, con lo irritante que podía ser, uno esperaría que Patrick no pensara en ella cuando por fin le daba un poco de paz.

La muchacha no lo dejaba de preocupar, se sentía bastante culpable. Había salido a buscarla porque no volvía, y terminó ayudando a una persona que no era ella, quedando imposibilitado de seguir buscándola.

Patrick se estaba quedando dormido cuando la luz lo golpeo con tanta fuerza que apretó con fuerza los ojos, mientras escuchaba su celda abrirse.

—¿Está seguro, mi señor? —preguntó el guardia.

—Lord Erdinal estaría furioso si quien actuó con honor es tratado con semejante desprecio —escuchó Patrick —. Además, han dicho que está fuera de peligro, este hombre será nuestro huésped hasta que Lord Erdinal confirme su inocencia.

Cuando Patrick abrió los ojos vio un hombre de al menos una cabeza menos que él, vestido en un elegante traje gris de terminaciones doradas, adornado con múltiples medallas y condecoraciones. La mirada del hombre era seria, su cabello corto y su bigote levemente canoso le daban un aspecto incluso más distinguido.

Se acercó a Patrick con las manos tras la espalda.

—Primero, me gustaría agradecerle su ayuda en el incidente de Lord Erdinal —dijo —. Segundo, lamentar profundamente el trato indigno que ha recibido, y tercero, como entenderá, no podemos permitirnos que usted, por su propio bien, y el de mi señor, sea liberado antes de que entendamos todos los detalles. Pero, le ofreceremos un lugar apropiado.

Patrick estaba aún aturdido, como si acabara de despertar.

—De pie —dijo el hombre dándole la espalda —. Mi nombre es Marcus Ridelverg, ministro del interior de Lorbides y mano derecha de lord Erdinal. Sígame.

Patrick se levantó torpemente y caminó tras el hombre. Lo siguió hasta el piso principal, abandonando la mazmorra subterránea del cuartel.

—Lo siento, mi señor —dijo Patrick —Estoy un poco aturdido…

—Es comprensible ¿Cuál es su nombre?

—Patrick… Patrick Erselberg

—Un nombre de nuestro país, pero el apellido parece del sur de Lovatra —dijo el hombre mientras subía al carruaje y haciendo el gesto para que Patrick lo siguiera.

—Sí, mi señor —admitió Patrick, dando un brinco al carruaje, dándose cuenta de que entrar era complejo para alguien tan grande y corpulento como él, pero lo logró y se sentó frente a Marcus —. Mi familia procede del sur de Lovatra, pero yo nací en Mercel, un pueblo fronterizo que pertenece a nuestra nación, Sheram.

—Imagino que hombres como tú no sobran en tus tierras —dijo Marcus al momento que empezó a avanzar el carruaje —. Fuerte y aparentemente, honorable ¿Qué te trae entonces fuera de tu hogar?

—El deber, el dinero y un deber para un amigo de mi padre.

—No me dices nada, muchacho.

Patrick esbozó una sonrisa, ese hombre se veía tan astuto como Miusela.

—Mi patrona, es hija de un amigo de mi padre. Una actriz, y que se obsesiona con ir de ciudad en ciudad para ser famosa —admitió Patrick —. Me contrataron para protegerla, al principio era más deber hacia mi padre, pero ahora que cobra bien, la paga es bastante generosa, la verdad.

—Mi esposa dijo que fue a un espectáculo hace una semana o dos en el teatro, dijo que una joven niña rubia había hecho una gran función.

—Miusela —se apresuró a decir Patrick —. Debe ser ella, aunque me cueste un poco admitirlo, es que si tiene mucho talento para la actuación… de hecho, debería estar buscándola.

Marcus arqueo una ceja.

—Suele desaparecer —continuó Patrick —. Tiene mucha suerte y a veces piensa que su lengua la salvará de cualquier problema, se mete en varios. Escuché el rumor de la fuga de una prisión, y no puedo evitar pensar que Miusela se tope con uno de esos criminales y salga herida.

Marcus suspiró.

—No puedo dejar que vayas a buscarla —dijo Marcus —. Pero puedo enviar hombres de confianza a buscarla, dame el nombre de la posada o el lugar donde se están hospedando, quizá ya haya vuelto y si no, organizaremos una búsqueda.

Los ojos de Patrick se iluminaron.

—Preocuparse tanto por tú Patrón no es lo mejor para un guardaespaldas o profesional del combate, joven Patrick —dijo Marcus —. Sin embargo, cada vez creo menos que tu tengas que ver con el atendado a lord Erdinal, pareces genuinamente un hombre de honor. Pero los protocolos son los protocolos, enviaré gente a buscar a tu amiga, de manera discreta.

—Muchas gracias, mi señor.

Marcus iba a decir algo, pero se interrumpió a si mismo cuando la carreta se detuvo. Entonces la puerta se abrió y Marcus le hizo un gesto a Patrick para que bajase primero.

Patrick estaba frente a la mansión más grande que había visto en su vida, y quizá, la menos adornada. Los jardines enormes estaban bien cuidados, perros grandes corriendo, caballos pastando, pero sin nada más que las estoicas estatuas de guerreros que adornasen el paisaje.

La puerta se abrió, y Patrick vio a una joven de cabello cobrizo y ojos enormes de color marrón brillante, una piel levemente morena, levemente bronceada que, hacia juego con su color de cabello, una cabeza y media más bajo que él, vestida de sirvienta, que le hizo una reverencia.

Patrick hizo lo mismo, y la muchacha se rio. Mientras Marcus también soltó una risa tras de él también soltó una suave risa.

—El joven no está acostumbrado a nuestra pomposidad, Malein —muéstrale su habitación —. ¿Cómo se encuentra Lord Erdinal?

Malein miró a Marcus, y este asintió.

—El medico dice que deberá despertar en las próximas horas, o quizá mañana, estamos administrándole agua constantemente para evitar que se deshidrate, también pulpa de fruta, el medico ha dicho que está fuera de peligro.




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