Cambiaformas

Capítulo 18.

—Esta es su habitación, joven señor —dijo Malein abriendo la puerta.

Pintada de un celeste pastel, una enorme cama con múltiples almohadas y cojines, un escritorio, probablemente del tamaño que toda la sala de espera de la posada donde se hospedaba con Miusela.

Patrick dio unos pasos dentro de la habitación, no sabía que estaba viendo, pero sabía que todo era muy caro y refinado, incluso si no era capaz de captar el porqué.

—¿Desea algo, joven señor? —dijo Malein tras él, haciendo una reverencia mientras sostenía su enorme vestido de mucama.

Patrick volteó.

—No necesitas llamarme así, soy Patrick.

—Y yo Malein —dijo la chica alzando la cabeza con expresión divertida e inocente —. Pero puedo llamarlo, Sir Patrick si es que así se siente más cómodo, espero entienda mi posición y que debo tratar a todos con la mayor deferencia para mostrar la ecuanimidad con la que Lord Erdinal trata a sus invitados.

Patrick no comprendió del todo las palabras de la chica.

—Esta bien, está bien ¿Cómo debería llamarte a ti? —preguntó.

—Con la campana que está en el compartimiento en la pared, sobre el mueble izquierdo de la cama que donde está la vela.

Patrick volteó y vio exactamente la campana negra suspendida en dicho compartimiento.

—Si me disculpa —dijo Malein haciendo otra reverencia.

—Espera —dijo Patrick, algo frustrado.

—¿Qué desea, sir Patrick?

Patrick no estaba del todo seguro que quería.

—Tengo un poco de hambre y sed.

—Perdone mi falta de atención, Sir Patrick —dijo Malein —. ¿Algo en particular?

—Que no te tome mucho trabajo.

—Lo hará el chef.

—Ya veo —dijo Patrick —. Pero si pudiese ser rápido, si no es problema.

—Vivo para servir, sir Patrick —dijo Malein haciendo otra reverencia y saliendo de la habitación, cerrando la puerta.

Patrick se sentó el mullido sofá de la habitación miró el candelabro del techo, plateado y lleno de grabados y adornos. Se preguntaba si la asesina habría muerto, era poco probable que alguien sobreviviera luego de ser atravesada por virote en el vientre, incluso si no atravesaba ningún órgano vital, lo cual era poco probable, la sangre que perdiera cuando sacaran el virote la iba a hacer morir. Además, quedó visiblemente incrustada en la pared de la casa.

A Patrick le hubiera gustado darle una muerte limpia, a estas alturas ya debería estar muerta, pero sus ultimas horas debieron ser horribles.

Al cabo de un rato abrieron la puerta, Patrick se compuso y vio a Malein llevando una pequeña mesa con ruedas, donde había una gran bandeja. Se acercó a Patrick y quitó la tapa, el aroma hizo que a Patrick le rugiera el estómago al instante.

—Un trozo de carne asada con guarnición de papas, palitos de pan —dijo Malein —. Beterraga y repollo y un trozo de queso, Sir Patrick. Además, traje agua y jugo de naranja, sin embargo, también hay de piña o puedo ofrecerle una infusión, tenemos muchas hierbas. Me disculpo por no haber anticipado esto.

Patrick la miró a los ojos y ella desvió un poco la mirada.

—Es suficiente, muchas gracias, Malein —dijo Patrick —. Es probablemente más de lo que esperaba…

—¿Es demasiado, Sir Patrick?

—No, está perfecto.

—Si necesita algo más, por favor, no dude en llamarme.

Patrick asintió, Malein hizo una reverencia y volvió a salir de la habitación.

La comida estaba deliciosa, no tenía idea de que pudiera saber así, incluso los restaurantes a los que lo llevaba Miusela para celebrar sus buenas funciones no tenían ese… sabor tan particular. Sin embargo, apenas llevaba la mitad de su comida cuando Malein volvió a abrir la puerta, lo miró, miró su plato y lo volvió a mirar a él.

—Mis disculpas, Sir Patrick —dijo Malein de pie, a un costado de la puerta —. Mi señor, lord Erdinal ha despertado y está listo para recibirlo… si desea puedo… puedo preguntar a lord Marcus si puede esperar unos minutos más para que pueda comer con calma.

Patrick se levantó y caminó hasta la puerta.

—Llévame, por favor.

Malein asintió.

Patrick no dejaba de mirar los enormes cuadros en las paredes, prácticamente solo hombres de porte noble y aspecto aguerrido. Como si fuesen caballeros, adornaban cada pared, había inscripciones, pero él nunca aprendió a leer. Apenas a contar, y solo porque Miusela le enseñó.

Solo entonces Patrick cayó en la cuenta de que Miusela era anormalmente talentosa, su actuación era grandiosa, pero aprendió a leer y escribir, contabilidad, al punto que ella le enseñó a él para que la pudiera ayudar en los viajes. Roger sin duda crio a esa niña de una manera que él no podía imaginarse, lo que hacía más inexplicable la forma en que Miusela desafiaba la autoridad y se metía en problemas de pequeña.

Entonces Malein se detuvo frente a una gran puerta doble. Y miró hacia atrás.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.