Cambiar el pasado

CAPÍTULO V

El día siguiente llegó con la sensación de estar atrapado en un sueño del que no podía despertar. Todo parecía seguir su curso, pero había algo en el aire que ya no me dejaba descansar. Las palabras del extraño hombre rondaban en mi mente, y por más que trataba de pensar que estaba exagerando, no podía deshacerme de la creciente ansiedad que me apretaba el pecho.

La biblioteca parecía más silenciosa que nunca, sus estanterías repletas de historias que ya no sentían como propias. Los libros que antes me habían servido de refugio ahora me observaban como si supieran lo que había hecho. Sabía que no podía seguir ignorando lo que estaba ocurriendo. Algo había alterado el equilibrio del tiempo, y si no podía entenderlo pronto, las consecuencias serían mucho más graves de lo que imaginaba.

Pasé toda la mañana intentando encontrar alguna pista que me ayudara a comprender lo que sucedía. Revisé viejos textos sobre la historia, intentando encontrar alguna referencia a los cambios que yo mismo había causado, pero no hallé nada que explicara lo que estaba viviendo. Nada que hablara de las distorsiones que sentía, de los ecos de otro pasado que ahora me acosaban.

Y entonces, fue cuando me encontré con un libro que nunca antes había visto. Estaba allí, en la sección de historia medieval, escondido entre otros volúmenes, como si alguien lo hubiera colocado deliberadamente fuera de lugar. Su encuadernación era de cuero oscuro, con un dorado que brillaba débilmente a la luz tenue de la biblioteca. No tenía título, solo un símbolo extraño en la portada, un círculo con líneas que se cruzaban en su centro, como una rueda rota.

Sin pensarlo, lo tomé entre mis manos. La portada crujió al abrirla, como si el libro tuviera algo que decirme. La primera página estaba en blanco, pero al pasar la siguiente, una serie de palabras comenzaron a formarse en el papel, como si alguien estuviera escribiendo en tiempo real.

El tiempo no se puede manejar sin pagar un precio. El destino tiene sus propias reglas. Y aquellos que se atreven a modificarlo, encontrarán la destrucción donde menos lo esperan.

Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal. Cerré el libro con rapidez, pero no pude evitar que mi mente comenzara a divagar. Si alguien había escrito esas palabras, ¿quién había sido? ¿Y qué querían decir con eso de "pagar un precio"? ¿Qué precio?

Las respuestas parecían escapar de mis manos, como si todo lo que hiciera solo me llevara más y más lejos de la verdad. El libro, sin embargo, era claro: había una advertencia, una amenaza implícita que no podía dejar de lado.

En ese momento, la puerta de la biblioteca se abrió, y entró una figura que me sorprendió tanto como desconcertó: Elena.

Elena era la bibliotecaria encargada de la sección de historia, y aunque no habíamos hablado mucho en los últimos años, siempre había sentido una extraña conexión con ella, como si compartiéramos algo más que el simple hecho de trabajar en el mismo lugar. Había algo en sus ojos, una profundidad que me hacía pensar que sabía mucho más de lo que dejaba ver. Siempre había sido reservada, pero nunca sospeché que, quizás, ella también estaba involucrada en algo que trascendía el conocimiento común.

—Luca —dijo, y su voz sonaba diferente, como si estuviera dando un paso hacia algo muy peligroso—. Sé lo que estás haciendo.

Me quedé en silencio, incapaz de articular una palabra. ¿Cómo lo sabía? ¿Qué significaba eso?

Ella se acercó lentamente, con una expresión seria en el rostro. Sus ojos, normalmente tan cálidos y amigables, ahora brillaban con una intensidad que me hacía sentir que estaba ante alguien completamente diferente.

—El tiempo... —dijo, como si estuviera midiendo cada palabra—. Has alterado algo, ¿verdad? Cambiaste algo que no debías haber tocado.

Mi mente se llenó de preguntas, pero no sabía por dónde empezar. ¿Cómo sabía esto? ¿Había alguien más al tanto de lo que había hecho?

—No puedo explicarlo todo ahora —continuó Elena—, pero sé que si sigues en este camino, las cosas se pondrán mucho más complicadas. No solo para ti, sino para todos. La historia está tratando de recomponerse, y cada vez que tocas algo, cada vez que alteras el pasado, todo se desvía aún más.

Elena se acercó un poco más, casi susurrando.

—No puedes controlar lo que has desatado, Luca. Nadie puede.

Me quedé sin palabras. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Cómo podía detener lo que ya estaba en marcha? ¿Era realmente tan grave como ella decía?

Ella pareció leer mi mente.

—Tienes que entender, Luca. Lo que has hecho... no se puede revertir simplemente. Pero aún puedes intentar salvar lo que queda. Tienes que dejar de alterar el pasado. Cuanto más lo hagas, más difícil será revertir las consecuencias.

Su mirada se suavizó por un momento, y me tomó del brazo, como si quisiera darme fuerzas para enfrentar lo que vendría.

—Te ayudaré, pero solo si aceptas que ya no tienes control. El tiempo no es un juego, Luca.

Sentí un peso en el aire, como si estuviera al borde de una caída que no podía evitar. El caos que había desatado parecía más cercano que nunca, y ahora, no sabía si había alguna forma de detenerlo.

Elena me miró una última vez antes de irse, dejándome solo con el peso de sus palabras. Sabía que lo que viniera ahora no sería sencillo. Había tocado el tejido del tiempo, y ya no podía deshacer lo hecho. Lo único que me quedaba era seguir adelante. Pero, ¿a qué costo?




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