El reloj marcó la hora, pero no sabía qué significaba ya el paso del tiempo. Cada segundo, cada minuto, se deslizaba entre mis dedos como arena en el viento. Algo había cambiado, definitivamente. La ciudad que había conocido siempre se veía diferente, pero no era solo una diferencia en lo físico. Era como si la misma esencia de mi vida se hubiera disuelto en una niebla espesa, una niebla de la que no podía escapar.
Al principio, pensé que el libro era solo un símbolo, una especie de advertencia, pero ahora me daba cuenta de que no solo había alterado el curso de los eventos históricos. Había tocado algo mucho más profundo, algo que ni siquiera los viejos sabios de la historia podrían haber comprendido. Quizá ni siquiera yo lo entendía completamente.
La calle frente a mí estaba vacía, la gente que pasaba por allí parecía desconectada, como sombras que vagaban sin rumbo. No me reconocían. Nadie me reconocía. Había algo en sus miradas que me erizaba la piel, un vacío detrás de sus ojos, como si fueran meras copias de lo que habían sido.
Comencé a caminar sin rumbo, mis pasos resonando con fuerza en la acera vacía. El cielo sobre mí estaba gris, pesado, como si estuviera a punto de llover, pero no llovía nunca. No había nada. Era como si el mundo hubiera dejado de moverse a su propio ritmo.
Fue entonces cuando vi la figura. Un hombre que caminaba hacia mí, sin prisa, pero con una seguridad que solo podría tener alguien que supiera exactamente qué estaba haciendo. No era una persona que hubiera visto antes, pero algo en su rostro me resultaba familiar. Como si lo hubiera visto en algún lugar, en algún otro momento.
Él me miró fijamente y sonrió, una sonrisa pequeña, casi imperceptible, pero que contenía una comprensión que no podía negar. "Luca", dijo con voz tranquila. "Pensé que te encontraría aquí."
"¿Quién eres?" pregunté, el desconcierto envolviendo cada palabra. "¿Qué está pasando?"
El hombre se detuvo frente a mí, sus ojos penetrando los míos. "Soy parte de lo que has tocado. Una consecuencia directa de tus acciones. Y sé que aún no comprendes lo que has hecho. Nadie lo hace al principio."
Mis pensamientos se desordenaron, las palabras no alcanzaban a describir la ansiedad que me invadía. "¿De qué estás hablando? ¿Qué significa todo esto?"
"Lo que has hecho, Luca", dijo, con una calma aterradora, "es más grande de lo que puedes imaginar. Has tocado el pasado, pero el precio que pagarás no es solo tuyo. Ya has comenzado a ver las grietas, pero hay mucho más que no has visto aún."
"¿Grietas?" repetí, sintiendo que mi mente se desbordaba. "¿Qué grietas? No he... no he cambiado tanto."
Él negó con la cabeza, la ligera sonrisa desapareciendo de su rostro. "Lo que has alterado no es algo pequeño. Has alterado la estructura misma de todo lo que creías que era real. Las grietas ya están ahí, pero nadie más las ve. Nadie más excepto tú."
Me sentí sobrecogido. El vacío que me rodeaba me hacía sentir aún más aislado. Como si estuviera atrapado en un sueño del que no podía despertar. "¿Qué debo hacer?", pregunté, mis palabras vacías de esperanza. "¿Cómo puedo arreglar esto?"
El hombre me miró, y por un momento, no dijo nada. Luego, finalmente, habló. "No hay arreglo. Lo que has tocado no puede deshacerse. Pero si deseas salvar lo que queda de ti, deberás aprender a vivir en este nuevo mundo. Y tal vez, solo tal vez, encontrarás algo que aún valga la pena."
Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. No había consuelo en sus palabras. Ninguna solución, ninguna escapatoria. Solo una advertencia, un recordatorio de que lo que había hecho estaba fuera de mis manos.
Antes de que pudiera decir algo más, el hombre se giró y comenzó a caminar de vuelta por el mismo camino por el que había llegado. Yo lo observé irse, sin saber qué hacer, qué pensar. ¿Había algo más que pudiera hacer? ¿Algo que me ayudara a entender lo que estaba pasando?
Mi mente estaba en un caos total, mis pensamientos se entrelazaban y se deshacían como hilos rotos. Pero había algo en lo que el hombre había dicho que me seguía dando vueltas. "Lo que has tocado no puede deshacerse."
Las palabras resonaban en mi mente, y sentí el peso de la verdad. Todo lo que había hecho había sido irreversible. La historia que conocía ya no existía. Había cambiado algo que ni siquiera podía comprender completamente, y ahora, el mundo que había sido mi hogar ya no era el mismo.
Me alejé del lugar donde había encontrado al extraño hombre, pero la sensación de vacío seguía en el aire. Las calles seguían siendo ajenas, las personas seguían siendo sombras, y yo... yo ya no sabía quién era. Todo lo que había construido, todo lo que había sido, ya no tenía sentido. La historia que había alterado me había despojado de mi identidad.
Y aún así, no podía dejar de sentir que había algo más por descubrir. Un pequeño destello de esperanza, o tal vez una última chispa de locura, me impulsaba a seguir adelante, a intentar encontrar lo que quedaba de mí en este nuevo mundo.
El futuro seguía siendo incierto. Pero había algo que no podía negar: la historia, mi historia, aún no había terminado.