Cambiar por Ti

Capítulo 14

—Hey, Safira... Safira.

Miro a Lucas, que me mira mal. —Ehh... estaba pensando sobre... seguir practicando la postura. Si, eso. 

—Mentirosa. No te distraigas más, pero si, tienes razón. Desde el inicio, vamos.

Otra vez.

No dejo de pensar en el sueño, lo de José. En todo.

No presté atención a nada. Está muy mal eso. Pero no puedo dejar de pensar.


Unos días después. Llegan el señor Lombardi con Clear.

La alegría se nota mucho. Con Stéfano nos miramos, tanto él como yo sabemos que las cosas no estarán tan mal después de todo...

Debo aprender a conocer mejor al señor Lombardi.

—¿Por qué no me dijiste antes? Estoy a cargo de ti Safira y no me cuentas lo que pasa. ¿Cómo crees que me siento? —bajo la cabeza apenada— ¡Contesta!

Trago de golpe al gritarme. —Decepcionado. 

—Cada cosa que pase aquí, debo saberlo. Aún estoy al mando, y lo seguiré estando, por más que pronto lo recibirás vos, yo sigo mandando en esta casa. Eres una menor, no puedes tomar tus propias desiciones.

—Lo siento, señor.

—¿Lo siento? ¿Crees que con eso bastará? —golpea fuerte su escritorio al levantarse.

Lo miro de golpe y estoy por contestar, pero recuerdo esa vez. —No volverá a ocurrir algo así sin saber usted primero, señor. 

Sí. Soy cobarde. Pónganse en mi lugar. Esa vez que me encerró injustamente por algo que yo no hice, me sentí muy ofendida cuando dijo eso de mí.

Tengo ganas de decirle muchas cosas pero... ¿si me sucede otra vez? ¿Tendría segunda oportunidad?

—Señor —está al lado mío. ¿Por qué hace eso de llegar de la nada?—, sé que con un lo siento no basta, también soy culpable, soy menor... y tomé mis propias desiciones.

—Otro que también me tiene decepcionado. Sabes lo que pasó antes con... bueno... —hace un ademán con la mano ignorando lo que iba a decir—, jugaba con las personas y...

—¿Le digo la verdad?—me agarra de la cintura y apegándome a su costado—. Yo no soy ese tipo de persona, yo no juego con los demás. Y esta desición, es para siempre.

—¿Te estás escuchando? —ríe sin creerlo. Su voz cambia sonando amenazadora—. Llegas a hacerle daño y te arrepentirás.

—Puedo correr ese riesgo. Pero de verdad es esto.

Me estoy perdiendo de algo aquí. Estoy confundida.

Se vuelve a sentar en su sillón cerrando los ojos. —Pueden retirarse.

Asentimos y nos vamos callados.

Debí decirle, ¿pero quién me aseguraría de que reaccionaba de otra forma? Me arrepiento y a la vez no.

Me guía a nuestro lugar sin soltarme.

—No llores —limpia mis pequeñas lágrimas—. Sino hubiera llegado... 

—Te lo agradezco y lo siento porque también recibiste su regaño.

—No me importa, pero... —toma mi mentón y hace que lo mire—, pero por ti haré todo.

No lo puedo soportar más y termino de derrumbarme. Lloro y libero toda la angustia y dolor que tenía.

A veces acumulamos sentimientos demás, y en algún momento explotamos. No podemos recibir, recibir y recibir más sin expresar, no somos robots. De alguna forma nos liberamos. Esta vez me libero así. ¿Lo bueno? Es que ahora tengo quien me apoye.

—Siempre te esperaré. Y si es necesario, Cambiaré por Ti.

¿Por qué es así?

—Te amo Stéfano. 

—Y yo mucho más —me mira a los ojos haciéndome perder en el azul profundo de sus ojos.

Ay si. Ahora terminé de convertirme en ser cursi.
En realidad, estas palabras no me gustaban decirlas. Ni siquiera con mis padres. Y ahora sí.



Al otro día. Entrenamos, pero con una diferencia. Stéfano ya no está con nosotros, sino Clear.

—¿Qué te pasa Safira? Eres buena en esto y ahora... 

—Soy un asco. 

—Yo no diría eso... mmm un desastre, sería la palabra.

—Lo mismo —contesto de mala gana y me alejo de ellos.

En la mañana desayuné sola. Había llegado y el señor se levantó de la mesa. Clear, por lo bajo me pidió disculpas y también se fue.

Ella podrá seguir amándolo, quererlo. Pero sigue cumpliendo órdenes.

En cambio, Stéfano no quiso venir.

—A penas llevas dos horas entrenando y todo estuvo mal. Descansa por hoy, estresada no sirve de nada seguir haciendo algo.

—Alguien que me entiende —murmuro bajo.

—¿Safira?

—Déjela. Debe estar sola un rato.

No quiero escuchar más.

Me voy corriendo. Al salir me encuentro con otra puerta enfrente dando la salida por la parte del costado de la mansión. Voy atrás encontrándome con otra entrada donde subo las escaleras y me dirijo a mi habitación. Cuando entro, lo veo sentado en la orilla de mi cama.

—Por fin llegas —sonríe de lado.

—No puedo concentrarme en nada. Menos si vos no estás conmigo.

Hace una seña para que me sienta en sus piernas y eso hago, recostándome en sus brazos mientras él me abraza.

Nos quedamos en silencio. No por no querer hablar, es porque cada uno está sumido en sus pensamientos.

¿Será así todos los días? Que nos ignoren, nos estén regañando cada minuto.
Esto es distinto a mi vida anterior. Aún no me acostumbro del todo.

Desearía haberle dicho desde un principio al señor Lombardi. 
Ya no hay marcha atrás, sucedió y así estamos.

¿Qué más podemos hacer?

—Estamos solos ahora —asiente despacio—. Ni José.

—No.

Y así fue todos los días... hasta tres días antes de la gala. Cuando por fin se dignó a dirigirme la palabra y mirarme el señor Lombardi. A todo esto, ya había pasado los dos meses.

—La gala no será aquí. Será en otra parte —su tono de voz es frío y distante.

—¿Y cómo será?

—Como esa vez. Con la diferencia que tendrás que decir las palabras que te di, o sea, el juramento y después igual como la primera gala que fuiste. 

—¿Con máscara?

—Sí. Pero cuándo te nombren te sacarás la máscara y todos te van a ver. Al igual que vos verás a los demás. 

—Entiendo —asiento recordando lo que debo hacer.

Mira su reloj y empieza a irse —Te toca clases con Lucas.

Cuando llego solo está Stéfano y José.

—¿Qué hacen aquí? —los dos están cruzados de brazos y más serios de lo normal.

—Esperando a Lucas —dice Stéfano arrugado la nariz, notablemente enojado. 

—Nos tiene que poner en práctica sobre la seguridad —José lo mira sonriendo burlón. 

—No entiendo. 

—Sobre cómo te cuidaremos. No va a ser nada fácil pasado mañana, hay que estar muy atentos por ti. 

—Tal vez haya enemigos, tal vez no.

—Mmm... puedo preguntarles algo —asienten y los nervios empiezan a aumentar—. ¿Cuántos son... el grupo Lombardi?

—Según la última encuesta de hace unos meses atrás somos... —me mira pensativo y mira a José—, ¿más de veinticinco mil aquí? 

Calma. Todo está bien...

Pero... ¡¿EN QUÉ ME HE METIDO Y ACEPTADO?!

—¡Mierda!...—carraspeo un poco para alivianar lo que dije—. Emm... quiero decir que son muchos...

—Son los que están aquí, en Italia. ¿Quieres saber cuántos somos en total total?

—En otro momento mejor —sonrío nerviosa mirando a otro lado.

—Los que están fuera del país, el señor Lombardi se encargará de ellos. Tu cargo es mayor, el de él no tanto. Pero como eres nueva sólo te ocuparás de aquí.

Aplausos se escucha. Miramos y es Lucas llamando nuestra atención.

—Bueno. Hoy y mañana tenemos para practicar lo de la gala. Así que manos a la obra.

José se ríe de la expresión de Stéfano. A lo mejor no se llevarán bien. 


Ya son las once de la noche. Todo el día aquí, practicando.

—Una vez más. Vamos chicos — volvemos a nuestros lugares y empezamos—. Bien Safira. Atentos chicos. Safira, para los costados debes mirar también. 

Hago todo lo que digo mientras voy caminando y los otros dos vienen a mi costado. 

—Tienen que mostrar su mejor mirada a los demás. Stéfano y José, miran a los costados, serios, intimidantes. Safira, mirada firme, altanera, intimidante y con elegancia. Un solo descuido y perderán todo lo que hicieron —no se en qué momento llegó el señor, pero nos sirvió de ayuda.

—Muy bien chicos suficiente. Mañana seguimos.

Al llegar a mi habitación, Clear está sentada, esperándome.

—Tengo que decirte algo.

—Habla.

—El señor ha estado pendiente de vos. Se enojó por lo que... bueno ya sabes —pone los ojos en blanco—. En las últimas noches te venía a ver. Hablaba con Vela, la cocinera, y con las demás mucamas. Te observaba en los entrenamientos. Realmente él se preocupa por vos. 

Dejo de moverme e intento procesar todo lo que dijo—. Ajá. 

—Quería que supieras eso —deja un pastillero listo en mi mesa de luz—. Lo manda Vela, y espero te sigas cuidando. Listo, buenas noches.

¿Cuidando? Oh... ya entendí, las pastillas anticonceptivas. 
Siento arder el rostro. ¿Por qué se lo dio a Clear? ¡Qué vergüenza!

La veo salir y yo vuelvo a confundirme. 

Se preocupa por mí. Pero si estaba enojado y... parece que ya no... La verdad es que no lo entiendo. 


He escuchado el despertador varias veces, no se cuántas las he apagado y sigue sonando...

—¡¿Por qué molestas mucho?! —me levanto y en frente de la cama está Stéfano, lo que hace que pegue un grito.

—Tranquila. 

—¡¿CÓMO QUIERES QUE ESTÉ TRANQUILA SI TE APARECES ASÍ DE LA NADA?!

—Ya. Calla.

Suspiro y lo miro mal. —Ya bajo. No tardo.

—Está bien —viene hacia donde estoy y me besa despacio, estoy por seguirle pero se separa rápido—. Con eso de seguro te despiertas al todo.

Lo veo salir, yo me quedo tildada—...odio cuando tiene razón. ¡Ash!

Soy la primera en llegar a entrenar. En realidad, tendría que ir a desayunar, lo hago pero en la cocina con las empleadas y en especial con Vela.

Si voy a la mesa, todos se levantan. Si no voy, a nadie le importa. Así que mejor como hago y punto.

Aprovecho que no hay nadie para practicar. En una de las paredes del fondo penden todo tipo de armas, tomo la mía y practico mi puntería.

Cargo y vuelvo a disparar. Y otra vez lo mismo.
En un momento se traba.

—No lo creo. ¡Maldición! —siento unas manos en mi cintura y su pecho en mi espalda.

—No te alteres —me quita el arma y con un movimiento ágil la arregla.

—Hay que seguir —digo mirando para atrás por si alguien viene.

—Recién me levanto —doy vuelta abrazándolo, necesitaba una distracción.

—Eso es muy normal de vos.

—¿Estás lista para mañana?

—Sí, lo estoy —deja un beso en mi frente dándome vuelta y comenzar de nuevo con lo que estaba.

 

 




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