Cambiar por Ti

Capítulo 29

Narra Safira:

Es como si se detuviera el tiempo. Y todo pasara en cámara lenta.

Clear en el piso ensangrentada totalmente, yo parada ahí sin saber que hacer y...

—Vela... ¿qué...?

—Era ella... o tu vida y la del bebé. No había más que hacer —la miro agradecida pero después recuerdo en la situación que estamos.

—Vete a mi habitación. 

—No... no... —tira de mi brazo.

—Dame el arma —me acerco a ella y me da el arma—. Yo arreglaré todo. Vos quedate allá y cuando veas que todo está normal, apareces por ahí. ¿Si? Vela.

—Si... si... —pasa para el otro lado y yo me quedo mirando todo.

Limpio rápido el arma, ya que podrán ver las huellas de ella aquí. Lo tomo nuevamente y voy hacia las escaleras. Disparo varias veces para arriba hasta que todos me observan y hacen silencio. Algunos me apuntan aunque saben que es inútil.

—Bajen sus armas señores, ya no es necesario. Clear está muerta... yo la maté.

Todos se quedan sorprendidos, bajan las armas e intentan escaparse pero llegan otros guardias y los agarran.

—Llévenselos. Ya saben que hacer.

Asienten y se llevan a los otros para el lado de la parte subterránea.

Recuerdo que Stéfano sigue arriba. Subo aunque tardo un poco, y voy a la oficina lo veo inconciente en el piso.

—Stéfano... aguanta por favor... por favor... —se escuchan personas venir hasta que entran— ayúdenlo...

 

Lamentablemente no puedo ir a quedarme con Stéfano. 
Estoy en el octavo mes y ya no puedo moverme mucho.

Igual me dijeron que está bien. Lo único es que no saben cuando despertará, pero fuera de peligro está.

Sebastián volvió distinto, se lo veía preocupado, seguro es por lo que pasó.

Todos lo que son parte del grupo Lombardi, y los del exterior, también vinieron a saber y ayudar sobre la situación que sucedió aquí. 
Algunos dijeron que nos fuéramos de aquí, otros en que deberíamos poner a más personas y algunos que sólo se quedan a esperar para ver que pasará, cuál es la desición que tomaré. Lo cuál, no sé.

Quisiera tener respuesta rápida para esto pero... tantas cosas que aún no las puedo comprender.

Sebastián se encargará de la reunión de esta noche, ya que no puedo asistir y mi mano derecha tampoco.

Hoy hablarán de qué hacer, dejaré todo en manos de ellos, tengo que pensar un tiempo y poder asimilar todo. No es fácil. Tengo una gran responsabilidad, no la puedo perder...

—¿Safira? —me saca de mis pensamientos. Miro a Vela y dejo que entre.

—¿Si? —me entrega un sobre y se va.

Cuando veo de donde viene, la preocupación aparece.

Saco la carta y la leo. —Querida Safira Lombardi. Le comunicamos que el contrato de casamiento con el señor Sergio Fiore ya está disponible. Muy pronto llegará y una vez que firme y esté de acuerdo con los términos y requerimientos podrán verse y aclarar todo.
Desde ya contamos con usted. Muchas gracias.

Fiore.

Desde Francia.

 

Otro problema que no lidié.

Tomo el teléfono y le mando mensajes a José.

 

S. Lombardi.

Hola José. Ya me llegó la carta.
¿Ahora que hago? No puedo escapar. Tendré que aceptar... y es lo que más me da miedo.
¿Qué sucedió contigo?


J. Leone.

Hola Safira. No pude hacer nada. Lo siento. Conmigo la cosa va igual, en unas semanas me caso con Lara. Y para mi suerte, nos iremos a Rusia. Muy lejos de aquí.

 

No... no puede estar hablando enserio. ¿Lo perderé?
No lo voy a permitir.

 

S. Lombardi. 

Ni loca te dejo que te vayas. Y si has firmado o no, voy a tener que hacer algo. Tendré que mover mi carta rápido. O ambos vamos a perder.


J. Leone.

Suerte en eso.
Sí, yo ya firmé. Pero tienes razón, mueve tu carta rápido, cuando la muevas yo también trataré de moverla, así no te dejo sola.


S. Lombardi.

Suerte para ti también. 
Sólo espérame un poco.


J. Leone.

Cambiando de tema.
Creo que te has olvidado de un asunto más importante.


S. Lombardi. 

Ay no... ¿QUÉ ES?


J. Leone. 

De vos. Hoy es tu cumpleaños.
No puedo creer que te hayas olvidado.


S. Lombardi. 

¡Ash! No me asustes José.


J. Leone. 

Jajaja. Ay mujer. ¡Feliz cumpleaños!


S. Lombardi. 

Gracias. Veintidós años... ¿no estoy vieja?


J. Leone. 

No digas esas cosas. En todo caso, yo soy el viejo.


S. Lombardi. 

Sí, vos. Viejo.
Bueno te dejo porque tengo que hacer cosas.
Nos vemos pronto.


J. Leone. 

Nos vemos. Cuídate. 

 

Enserio, estos momentos que disfruto hablando con José, me suben el ánimo. Él es el único que no ha cambiado. 
Tuvimos nuestras diferencias, pero siempre lo he visto como un hermano mayor.

Trato de levantarme pero los dolores empiezan a ser más fuerte en la cintura.
No puedo hacer nada ahora.

—¿Qué estás por hacer? —está en la puerta mirándome con reproche.

—Sólo quería moverme —sonrío con inocencia.

—Ya te dijo el médico que estas en riesgo. Quieta. Entiende Safira.

—Si señora —la miro seria pero me río de su expresión—. Ya, está bien.

En plena madrugada aparece Sebastián. Seguro que trae noticias.

—Disculpa que vengo a esta hora, pero es importante.

—Escucho —bostezo y lo miro atenta—. Lo siento.

—Muchos han querido que nos fuéramos del país. Que fuéramos a Rusia... —mmm... me suena...

—¡No!... eh... quiero decir que no nos iremos —lo miro nerviosa.

¡Tonta! Casi me delato y delato a José.

—La segunda opción es que nos quedaremos con la condición de arreglar pronto los contratos de todos. Mejorar las cosas, progresar. 

—Lo entiendo. Sí. Prefiero esa opción —mil, mil veces esa.

—Bueno. Voy a preparar todo. Nos vemos, descansa.

—Igual —hace una pequeña inclinación y se va.

Trato de volver a dormir pero me es imposible. Lo que dijo de irnos... no puede ser, tendríamos más problemas que ahora.
 




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