Cambié de Opinión

01: No voy a casarme

Inglaterra, Londres, 2024.

Los millones de la casa Clarke, resultaban inútiles contra la maldición que se transmitía durante generaciones a través de sus descendientes no discriminando en el género. Se caracterizaba, porque a la edad de los treinta años, empezaban los síntomas, cuya cura era inexistente. No obstante, no tardaron en encontrar un método que permitió que aquellos descendientes vivieran más allá del umbral esperado; matrimonio.

Así, comenzaron a unir en sagrado matrimonio a sus descendientes con los primogénitos de una familia vasalla a la suya, donde floreció un don singular, cuyas particulares curativas alargaban sus vidas mediante un vínculo afectivo e inquebrantable. De esa manera, al próximo heredero, Maddox Clarke, lo comprometieron desde su nacimiento con la hija mayor de la familia Cox, la misma que ahora mismo, lo estaba abrazando al mismo tiempo que le susurraba palabras ineludibles para terceros. Tras compartir dicho contacto físico, le dedicó una sonrisa antes de montarse en el caballo estando con su vestido de boda y comenzar a galopear, huyendo de su destino impuesto.

El novio, que había sido abandonado, observó inexpresivo la escena, notando cómo las cabezas de familia de ambas casas corrían tras la mujer, gritándole que se detenga y que regrese de inmediato para concluir la ceremonia nupcial. No obstante, su ex prometida, era una experta en equitación. Ante dicho escenario, no evitó pronunciar:

—¿Por qué tenía que hacerlo tan dramático? —cuestionó su personalidad excéntrica, no esperando ninguna respuesta. Aún así, percibió un horrible olor a cigarro, adivinando la identidad de la persona que le contestó:

—¿Creías que ibas a ser el único protagonista? —añadió con un toque de sarcasmo, Nova Cox, la hermana menor de su ex prometida. —Mi hermana era demasiado mujer para ti. —alardeó de la misma mujer que iba montando en caballo con los adultos siguiéndola sin aliento. Maddox arrugó la nariz, girando a verla. —¿Te crees listo habiendo planeado esto? —planteó arrogante, siendo consciente que no era el típico novio abandonado, dado que él mismo organizó todo este teatro para no tener que casarse. Anteriormente, había intentado romper el compromiso, pero solo logró que se retrasara hasta que no pudo más. ¿Por qué? Porque tenía una amante. —Morirás. —le advirtió con seriedad, considerando que pronto Maddox cumpliría treinta años y al no haber recibido por años los poderes curativos de su hermana mayor, entonces los síntomas aparecerían con agresividad.

El hombre gruñó.

—¿Según quién? —bramó cabreado, no creyendo en esa dichosa maldición que desde pequeño le informaron y pusieron al día como el próximo heredero. Él no iba a casarse con otra mujer como sus antecesores que no fuera la persona que amara.

—Según tus padres. —esbozó una sonrisa, riéndose por la expresión gruñona de su compañero de infancia. Asimismo, se acercó a él hasta que le palmeó la espalda. —¿Esa mujer realmente lo vale? —tuvo curiosidad, notando cómo los padres de ambos se rindieron, estando desahuciados y tirados en el césped mientras su hermana mayor vociferaba que regresaría pronto para presentarles a su pareja.

—Apestas a tabaco, Nova. —le alejó, detestando el olor a cigarrillo e inclusive apretó su nariz para que ese aroma no se filtrara dentro de su cuerpo. La muchacha se encogió de hombros, mostrándose desinteresada. —¿Conoces el paradero de tu hermana o te dijo algo? —le realizó esas preguntas, poniéndose rígido en cuanto los padres de ambos regresaron transpirando. La mujer sonrió, sabiendo lo que debía decir, por lo que actuó:

—Ni siquiera éramos cercanas. —recalcó, reforzando su poder mental en caso sus progenitores fueran rudos con el interrogatorio. Entonces, estiró sus huesos, preparándose para cualquier cosa. A medida que sus padres se acercaban, ambos fueron capaces de escuchar sus lamentos así como:

—¿Qué se supone que hagamos? ¡Tenemos a un montón de invitados esperando! —se preocupó Marvin Cox, agarrándose el cabello mientras caminaba ayudando a su esposa que se cayó por tratar de agarrar el pie de su hija mayor. —¡No hay novia y según los ancianos, hoy se debía celebrar la boda! —se angustió a más no poder.

—Esta unión se celebrará cueste lo que cueste. —dictaminó como jueza, Maya Clarke, cabeza de la familia, arrastrando a su esposo que estaba llorando, luciendo sensible y temeroso por el destino de su hijo. —¡Ustedes! —bramó molesta en cuanto vio a Maddox y a Nova, apuntándolos sin decoro como los responsables de este crimen. —¡Ustedes fueron! —perdió la cabeza. Ambos acusados se mantuvieron quietos, esperando que les impusiera un castigo por orquestar esta afrenta.

—Madre, yo… —iba a comenzar el diálogo prescrito, defendiendo su posición al creer que contaría con el apoyo de Nova. No obstante, a ninguno se le cruzó por la cabeza que a Melody Clarke se le ocurriera decir, arruinando sus planes:

—Lo que falta es una novia ¿no es así? —sonrió elocuente, Melody, siendo capaz de transmitir corazones a través de sus ojos. Su hija menor se horrorizó, sabiendo que cualquier cosa que saliera de su boca no era buena. Ambas cabezas de familia asintieron. —Pero, eso no debería ser un problema. —aplaudió entre risas. —¿Por qué nos hemos olvidado de Nova? Tiene casi la edad de Maddox. ¡Es eso, es perfecta! —festejó por dicha ocurrencia, una que no nunca había sido considerada por ambas cabezas de familia. Entonces, comenzaron a asentir mientras negociaban obviaban los rostros descompensados de sus hijos.



#1011 en Otros
#319 en Humor
#2818 en Novela romántica
#899 en Chick lit

En el texto hay: matrimonio, embarazo, maldición familiar

Editado: 15.11.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.