Cambié de Opinión

03: Don

El don divino naciente de la familia Cox, carecía de una denominación y exclusividad en concreto, dado que no se limitaba a prolongar únicamente la vida de los descendientes de la casa Clarke, es decir, aplicaba para cualquier persona o linaje que lo necesitase. Es más, era categorizado como un regalo divino y a nivel sacerdotal, puesto que poseía habilidades curativas y clarividencia dependiendo del rango.

Y una peculiaridad de este regalo de Dios, recaía en que no se heredaba mediante lazos consanguíneos, solo emergía en distintas personas dentro de los miembros de la casa Cox, esta última estaba compuesta por vasallos, cuyos hijos debían ser entregados a la rama principal si lo portaban para que sean entrenados y puestos a disposición. De esa manera, no se promovía el incesto. Asimismo, era necesario este entrenamiento para que el mismo don no acabase con su portador. Por dicha razón, se promulgó una ley aplicable para todos quienes fueron bendecidos por la gracia de Dios.

Una vez entrenados, los portadores del regalo divino utilizaban su don de la forma más eficiente, priorizando el mejor método para bendecir a la persona que los necesitaba o requería, ya sea como su pareja matrimonial o cliente, variaba en algunos casos como la familia Clarke. A veces, bastaba un simple toque.

Habiendo contestado a la extranjera entrometida, Maddox terminó su trago de un golpe, percibiendo cómo ardía su garganta, y borracho fue tras su compañera matrimonial. Algunos se opusieron a que se la llevaran, ya que Nova continuaba bailando como si no tuviera esqueleto o huesos que le impidieran romperse. Con la intención de verse intimidante y serio, preparó su voz y tomó por las piernas a su esposa, no obstante, se olvidó que Nova estaba igual o más borracha que él que inconscientemente lo bendijo, provocándole una tremenda corriente eléctrica placentera. Fue la primera vez que probó una guía, por lo que fue inevitable que se viera como un pervertido, cuyo rostro enrojecido lo delataba y soltó:

—¡Es… mi mujer! —aseveró con poca dignidad, mostrando el anillo de bodas, como si ese objeto fuera a comprobar la verdad. —Es hora de retirarnos, rubia. —le susurró a Nova, colocando una mano en su trasero para que no se le moviera el vestido. A continuación, abandonaron el lugar, llevándola como un costal de papas hasta que la tuvo que bajar unas cuadras más allá, porque no soportaba los mareos constantes.

Mientras Maddox vaciaba su estómago contra un árbol en medio de una calle abandonada, Nova se quedó sentada en la vereda, manteniendo las piernas cruzadas como una niña buena, siguiendo las indicaciones del hombre para que no se le viera nada por el vestido. Sin embargo, comenzó a llover, yendo el clima contra todo pronóstico. Estaban tan embriagados que no pudieron siquiera encontrar la app para solicitar un taxi o conductor.

—¿Qué mierda estás haciendo ahora? —preguntó Maddox, dándose cuenta que se desapareció.

—Haciendo mi debut. —estiró los brazos en paralelo.

—¿Tu qué? —se desencajó, no obstante, no hubo oportunidad de indagar.

Pronto, comenzó a sonar la canción Umbrella de Rihanna y como si estuvieran en un escenario de Broadway, con ambientación de diluvio o tifón, vio cómo su esposa se convertía en Tom Holland y se puso a bailar como si tuviera tremendo público presente. Por un momento, se preocupó que hiciera tonterías y que se lesionara, puesto que escuchó que este año sería su último show. Sin embargo, no apagó su chispa. Al contrario, eligió reírse, porque la mujer se dio vueltas en los charcos que se empezaron a formar.

—Para esto sí encuentras la app correcta ¿no? —le dijo, acercándose a recoger la peluca que se le desprendió. Nova movió las caderas, estirando sus muñecas, como si alguna clase de poder saliera de sus manos. Entonces, la canción cambió a una de Disney, sonando Libre Soy de Frozen. De inmediato, la sobriedad volvió a perderse y el hombre se unió a ese show. —Así se hace. —remarcó, agarrando el agua de charco y lo lanzó cada vez que la bailarina se iba a una esquina y alzaba la muñeca o hacía un grand jeté.

—¡No me opaques! —se quejó.

—¡No es mi culpa que brille más que tú! —se defendió, continuando con la ambientación. Dándole un giro a la trama, terminaron sucios y tirados como dos niños jugando en el patio de recreo, no sabiendo que una pareja los grabó desde lejos, subiéndolo a las redes con la descripción de “Tal para cual”.

Unos minutos más tarde, el frío les entró.

—¿Estaremos yendo en la dirección correcta, Nova? —cuestionó Maddox, cargándola en caballito tras haber perdido una competencia de miradas, razón por la que sus ojos se encontraban enrojecidos.

—¡Te digo que sí! —gritó, formándose otro escándalo por saber quién tenía la razón.

—¡¿Cómo demonios sabes si es la primera vez que visitas este país?! —reclamó.

—¡Solo lo sé! ¿Bien? —actuó a la defensiva, no pasó mucho para que una patrulla los detuviera por hacer tanto escándalo y perturbar la paz pública. Cuando les pidieron alzar las manos, Maddox actuó por inercia y las alzó, soltando a la rubia quien se cayó. —¡Idiota! —se quejó adolorida. Ninguno de los dos entendía qué indicaban las autoridades, pero por las señas se daban cuenta hasta que: —¡¿Qué traemos droga?! ¡No, ya la consumimos! —lo malentendió, confundiendo a los policías y Maddox.

—¡¿Qué droga, lunática?! —le golpeó la nuca. —¡No hemos consumido! —se defendió, empleando sus limitadas palabras en el español. Así, entre calmar a las autoridades y lidiar con Nova, se armó otra enredada y de una a otra, terminaron en la estación policial, donde tuvieron que solicitar un abogado e intérprete. Así, incluso si eran inocentes, se prolongó demasiado y no los liberaron hasta entrada la madrugada, casi amaneciendo. —¿Viste lo que ocasionaste? —se enojó con la muchacha que apenas soportaba la resaca.



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En el texto hay: matrimonio, embarazo, maldición familiar

Editado: 17.09.2024

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