Cambiemos nuestro destino

7-Cambiar tú destino

Era de noche y Carla despertó. La habitación no era la suya, sino la de Leo. Él estaba al lado de la cama, durmiendo sentado en el suelo. Ella pestañeó varias veces y se levantó despacio.

Salió al balcón de la habitación y miró la noche estrellada. De alguna manera la consolaba estar mirando las estrellas. Suspiró y solo trató de olvidar todo. Debía olvidar sus sueños de estudiar marketing en la universidad y viajar por el mundo para casarse con Leo y salvar a su familia, a su madre.

Leo se despertó y observó a Carla desde el interior, a través de la ventana. Se armó de valor y se acercó a ella. Le ofreció un pañuelo.

-Tienes una lágrima.

Carla aceptó el pañuelo y se limpió la cara. Trató de recuperar la compostura.

- Gracias, estoy bien.

-No lo estás.

Se hizo silencio breve. Carla se dio la vuelta y quiso irse. Leo la detuvo sujetándola del brazo.

- Por favor, déjame irme.

- Solo quiero saber qué pasa.

-¡ No metas las narices donde no te llaman Leo!- acabó gritando Carla.

Leo se asustó por el repentino cambio del tono de voz y la soltó. Carla pudo marcharse con paso acelerado. Marina se echó a un lado para dejar paso a Carla. Se quedó en la puerta observando a Leo. Ella ya le conocía más que de sobra, más que la propia madre de Leo.

- Sé de sobra que te frustras cuando no puedes ayudar, pero tienes que dejarla en paz y no insistir tanto.

-Yo no estoy frustrado....

-¿Quién te enseñó a leer, comer y hablar, niño?

Leo no contradijo más a Marina después de escuchar esas mismas palabras.

-Ahora mismo me siento perdido, Marina... Me veo obligado a casarme con alguien que desconozco y me evita, a tomar un negocio que no quiero y estudiar algo que yo no elegí... Por más que quiera no tengo el control de mi vida...-

Leo suspiró y se tiró al suelo. Puso sus manos en su cara, tapándose las lágrimas.

-Ya no puedo más, no quiero fingir más algo que no soy.

Leo siempre lloraba sin control delante de la criada. Delante de sus padres solo derramaba algunas lágrimas de rabia. Con Marina podía desmoronarse ya que ella no la iba a juzgar. Marina le había criado y cuidado. El hueco que había dejado Clara como madre ausente, lo llenó Marina con el pasar de los años.

-Leo,- Marina se acercó a su niño de oro.- eres un chico inteligente, guapo y lo tienes todo. Si no quieres tomar el camino que otros te ponen, pues toma el tuyo. Solo tú puedes decidir tú destino, cambia tu destino.

Marina le besó la frente y le abrazó fuerte. Luego le sonrió gentilmente y se fue dejando a Leo solo. Comentó que le haría un chocolate caliente con malvaviscos, como a él le gustaba desde niño.

Leo se quedó solo pensando en las palabras de Marina y tenía toda la razón. Tal vez ya era tarde para estudiar otra carrera y parar la boda, pero sí podía cambiar el rumbo de las cosas. Tal vez haciendo recordar a Carla y conociéndola de nuevo, podría surgir una amistad que facilitarían las cosas. Incluso aceptando el lavado que Leo heredaría, podía cambiar toda la empresa...



#5761 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, drama, matriminoforzado

Editado: 31.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.