Cambiemos nuestro destino

8- La fiesta

Carla, con la ayuda de Marina, pasó toda la mañana preparándose para la fiesta. La ropa, el maquillaje, la postura... Todo era importante. Debía comportarse como una mujer de clase. Tenía que casarse con Leo.

-Ya son las nueve y media. ¡Vamos a llegar tarde, Carla!

-Dame unos minutos más.- le pidió ella desde el otro lado de la puerta.

Leo suspiró agotado y se preguntó cómo era posible que Carla tardase tanto en prepararse. Llevaba desde primera hora de la mañana probando ropa como loca para la fiesta.

-Ni que fuese un evento importante...-susurró Leo.

Carla salió de su habitación con un hermoso vestido azul noche brillante. Era largo y ajustado a su cuerpo. Resaltaba toda su figura femenina. Leo estaba deslumbrado por lo hermosa que se veía su prometida. Trató de disimular una mirada rápida de aprobación y luego mantuvo contacto visual a la cara.

- ¿Me queda bien o es demasiado exagerado?

- Está bien, te favorece. Ahora vámonos, que llegamos tarde.

Leo guió a Carla hasta el coche y luego empezaron a conducir hacia la casa de los Ricci. La fiesta ya había empezado y las luces atravesaban los ventanales de la mansión. Carla bajó del coche y sintió un gran dolor de cabeza. Respiró hondo.

-¿Estás bien?

-Sí, no te preocupes...

Leo ofreció su mano y Carla aceptó. Caminaron juntos como una pareja real enamorada.

Clara recibió a su hijo un poco más distante. Carla notó cierta tensión entre Leo y su madre, pero no dijo nada. Solo saludó educadamente, manteniendo siempre la cordialidad. Ella no conocía a nadie, por lo que intentó no separarse de Leo.

Dos veinteañeros se acercaron a ellos. Uno era rubio y con pómulos marcados, el otro era moreno y agitanado. Los dos chicos eran atractivos.

-Carla, ellos son Marco y Juan. Dos amigos míos de la universidad.

-Encantada.

Juan, el rubio, se tomó la mano de Carla y la besó.

-Eres muy guapa.

-G-gracias -sonrió ella avergonzada ligeramente.

Juan dio un par de codazos a Leo.

- No me creo que un paleto como tú tenga tal bellezón a su lado.

-¡Juan! No tiene gracia, en serio.

-Solo de ver tu cara, sí

Marco se rió ligeramente. Luego empezó a hablar el también aportando algo a la conversación.

-Bueno, Carla. ¿De dónde eres? No me suena haberte visto en la ciudad.

-Vengo del sur del país. Me mudé aquí hace un par de años con mis padres.

-Nunca he estado al sur. Dicen que hay poco que ver.

-Sí, la verdad.-admitió Carla.

-¡Oye, Leo! He visto una barra libre. Hace tiempo que no bebemos algo.

Juan agarró a Leo de los brazos y tiró de él.

-Solo serán dos copas. Lo prometo.

Marco y Juan se llevaron a Leo. Carla se quedó sola en medio de tantos desconocidos. Entre tantas caras extrañas y desconocidas, Carla se fijó en el rostro de su suegra. Clara observaba a Carla con frialdad. La madre de Leo hablaba con una chica joven. Clara y la joven se acercaron. Carla rezó por comportarse debidamente y no arruinar el compromiso...



#6219 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, drama, matriminoforzado

Editado: 20.09.2025

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