Cambiemos nuestro destino

11- El hospital

Leo salió sin avisar a Carla, aunque ella ya había quedado con unas amigas. Ya habían pasado unos días desde el día de la fiesta. Cuando Leo subió al coche, recibió una llamada de su padrastro Antoni. Lo ignoró y empezó a conducir. Tardó un par de horas en llegar al hospital. Entró y pidió información acerca de la madre de Carla. En ningún momento avisó a nadie de aquella visita.

La enfermera guió a Leo hasta la habitación de María. Ella estaba en la camilla, pálida y débil. Estaba totalmente enfermiza.

-¿Conoce a este chico?- preguntó la enfermera.

María asintió levemente y luego la enfermera se fue cerrando la puerta. Leo se quedó de pie cerca de la puerta, sin saber qué decir.

-Ven, me alegra que me hayas visitado. Nunca llegué a pensar que Carla te lo contara, es muy reservada con sus cosas personales.

-Digamos que...no me lo ha contado exactamente .- Leo se rascó la cabeza. - Yo...

María estaba preocupada.

- Me lo contó estando borracha...en una fiesta.

-Está niña...- María negó con la cabeza. - Nunca aprende mi hija. Lo siento si te ha dado problemas.

María hizo un gesto a Leo para que se acercase y se sentase a su lado en la camilla de hospital. Leo se acercó dudoso, totalmente desconfiado. Si vino no fue para avisar a su futura suegra sobre lo que había hecho su hija, sino para otra cosa ...

-¿Realmente Carla se casa conmigo por su estado?

María hizo una pausa. Era complicado de explicar su situación. No era solo su enfermedad, sino toda la vida de su familia. Su esposo había vendido a su hija para salvarse de las deudas. ¿Cómo iba a contarle a Leo que Carla estaba pagando por las acciones de su padre, por la mala decisión de su madre al casarse con tal hombre?

-Leo, ¿a qué has venido exactamente?

-Puedo pagar el tratamiento si el dinero no les llega, puedo darles dinero para que paguen la deuda que deben a mis padres... No es necesario que Carla se case si es que os falta el dinero.

-No has cambiado nada, sigues siendo el mismo niño de corazón de oro que eras.

Leo se quedó en shock. María realmente seguía recordando a Leo. Se preguntó si Carla también le recordaba o simplemente se había olvidado por completo.

-Leo me queda menos de un año de vida; tal vez me quedan meses o días. Ni los médicos saben cuando me va a matar el cáncer de pulmón. Ni el dinero me salvará.- María miró fijamente a los ojos a Leo.- Quiero ver a Carla casarse, ser madre y verla mientras sigue su vida.

María tembló y trató de aguantar sus lágrimas. Leo acarició su espalda y realmente sentía una gran pena por esa mujer que se estaba muriendo. Ella no podía cambiar su destino porque la muerte ya estaba a la vuelta de la esquina para María. No obstante, Leo se negaba en aceptarlo.

-Debe haber una solución, siempre la hay.

-Leo, ¿tú amas a Carla como la hacías de pequeño? ¿Recuerdas ese anillo que le diste diciendo que os ibais a casar?

Leo pensó lo que iba a decir. Por supuesto, Carla había cambiado con los años y ya no era la niña que algúna vez fue su mejor amiga, sino una mujer que había crecido. Por algún a razón Leo se sentía atraída hacia ella. Algo tenía Carla que hacía a Leo no poder quitársela de la cabeza.

-Yo... sí.

-Si de verdad quieres ayudarme cásate con ella y ayúdala a alejarse de su padre y de nuestra familia. Quiero que ella no tenga que lidiar nunca más con las decisiones de otros. Prométeme que, cuando la deuda con tu familia esté saldada, la ayudarás.

María solo deseaba eso. Leo pensó en la suerte que tenía Carla en te era una madre como María. Miró los ojos de esa mujer moribunda y asintió cogiéndole las manos. María tenía un pequeño brillo de esperanza en sus ojos. Leo, bajo cierta culpabilidad, se prometió cumplir aquella promesa...




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