Tanto Carla y Leo estuvieron de acuerdo en hacer un evento pequeño. Solo asistirían sus padres, la amigas de Carla, Marina, y el mejor amigo de Leo. Era 30 de junio y julio estaba por comenzar. Faltaban 5 días para la boda: el 5 de julio.
Carla encontró en una pequeña caja de cartón, la última que su padre le envió, con algunos recuerdo suyos. Lo último que le faltaba a Carla de sus pertenencias era el pequeño album de sus recuerdos más preciados, su diario donde escribió sus sueños que ahora no podría cumplir, el colgante de oro de su abuela y los pendientes que su madre le compró en su cumpleaños de quinceañera y que iban a juego con el colgante.
Empezó a ojear las fotos, que eran fotos impresas de sus foto favoritas del album familiar. Era una manía que Carla había empezado a los 7 años. Cada uno de sus momentos más importantes estaban ahí. Desde la foto de ella de bebé, hasta fotos con Lia y Cloe manchadas de chocolate en toda la cara. Incluso guardaba aquella foto de cuando un amigo uyo de la infancia y ella llenaron el techo y las paredes de la cocina con spaguettis. Curiosamente aquel niño se llamaba Leo, pero no podía ser él. El niño que recordaba estaba lleno de granos y era un cobarde. Carla se negaba en aceptar que el Leo con el que e iba a casar era el mimo niño que conoció. Por mucho que quisiera negarlo la realidad era otra. Tal vez Leo ya no se acordaba de ella y era mejor así. Carla acarició la foto donde, paradójicamente, aparecía el árbol del parque dónde se prometían estar juntos por siempre. En cinco días iba a estar casada con él, pero no le amaba.
-Carla, tienes cita hoy para recoger el vestido-entró Marina interrumpiendo la privacidad de Carla por completo.- Tienes que estar ahí en media hora. Vístete.
-Lo sé, no hace falta que me lo recuerdes.
-Te veo más tensa. Debería alegrarte porque en nada tendrás una fortuna. Te he traido la ropa.-Marina acomodó cuidadosamente la ropa sobre la cama.-Y ate dejo en paz, anda.
-Despierta a Leo, el me tiene que llevar que no é conducir.
-El señorito no está aquí en estos momentos.
Miró a Marina con los ojos en blanco. Carla empezó a alterarse porque el tiempo no iba a esperarla.
-¿Y dónde está?
-No me dijo a dónde iba.
Carla e movió rápido hacia la mesilla de noche y cogió el teléfono con bruquedad. Este se cayó al suelo por el nerviosismo de Carla. Volvió a tomar el móvil y marcó el número de Leo. Contestó en seguida.
-¿Dónde estás? Te dije que tenías que llevarme a recoger el vestido y que luego teníamos que ir a enviar las invitaciones.
-Ya lo he hecho todo. Ya estoy aparcando el coche.
Carla se acercó a la ventana, movió la cortina y se asomó a ver el garaje. Leo alzó la mano y le sonrió. Ella soltó un supiro y prosiguió la conversación.
-Me podías haber avisado, me he despertado para nada.
-Bueno, ya tenemos algo menos que hacer.
-Odio cuando la gente va a su bola.
-¿Te parece si hablamos cuando etre? Me parece absurdo que hablemos por teléfono estando tan cerca.
Carla colgó de inmediato aún irritada. Leo mientras tanto subió las escaleras y entró a la casa. Carla pudo a ver a Leo con ojeras marcadas. Se cruzó de brazos y le miró a los ojos. Leo sujetaba el vestido envuelto en plástico y debajo del brazo.
-¿Has hecho tú solo las invitaciones?
Leo asintió sin perder su sonrisa. Era distinta, parecía forzada. Marina estaba entre ellos, de espectadora, mientras pasaba el plumero para quitar el polvo.
-¿Hace cuánto que no duermes?
Leo se encogió de hombros y le entrgó el vestido junto a algo más. Era un sobre sin destinatario, sin dirección y si remitente. Carla la abrió y de inmediato reconoció la letra de su madre. Miró a Leo confundida. Leo había borrado su sonrisa y estaba asustado junto a una mezcla de frustración y angustia.
-Deberías leerla en tu habitación o cuando puedas, pero antes de la boda... Yo...
-Mi madre salió del hospital.-confirmó Carla.-Si te ha dado la carta es porque te has encontrado con ella, ¿no?
Leo apretó lo puños y los dientes. Sabía que la reacción de Carla no iba a ser buena, pero tampoco sabía cómo lo iba a hacer. Trató de buscar las palabras correctas, sin hacer má daño a Carla. La noticia la iba a golpear fuerte, demasiado...
Ella empezó a notar la tensión de Leo, quien negó con la cabeza para responder a Carla.
-He etado visitando a tu madre...-dijo Leo preocupando y confundiendo aún má a Carla. -Ella... Me hizo prometerte que te cuidaría idependientemente de lo que pasase y...
-¡Suéltado de una vez!-alzó la voz Carla de forma inesperada.-Me estas asustando.
El silencio era agonizante y frío. Leo lo soltó:
-Tú madre ha muerto.