Cambiemos nuestro destino

17-Odio

Leo fue a viitar a María. Debía animarla por seguir luchando, que lo hiciera por Carla. No podía abandonar la vida así de fácil, aún le quedaba mucho y Carla seguía necesitando a su madre. Cuando Leo pasó a la habitación y vio a María pálida y con los ojos cerrados, e acercó a ella despacio. Le había traido el vestido con el que Carla iba a casarse, además de una matrícula universitaria. Si veía que Carla podía seguir creciando, tal vez su madre se animaría a seguir combatiendo su enfermedad.

-María, despierte que le traigo muy buenas noticias.-Vio que tenía una carta sobre ella- Veo que se ha pasado la noche escribiendo.-Leo tomó su mano, que estaba gélida.-¡¿María?!

Empezó a agitarla. María estaba muerta. Podía haber dado su último aliento cinco minutos antes de la llegada de Leo, la noche anterior o en el día anterior. Aquella lastimosa y moribunda mujer había muerto sola, sin nadie a quien decirle sus últimos pensamientos. El dolor la había consumido por completo.... Todo eso había recordado Leo en meno de un segundo, después de darle la noticia a Carla.

-¿Qué?-soltó Carla con apenas voz y mirándole como un monstruo.

Carla se tambaleó hacia un lado a otro. Leo de inmediato la sujetó con firmeza para que no se derrumbase. Carla empezó a golperle el pecho.

-¿¡Desde cuándo!? ¿Sabías que se iba a morrir?

Leo guardó silencio y Marina se preparó para intervenir.

-Tú y tus padres no solo me habéis quitado mi libertad obligándome a casarme, sino que también me habéis quitado lo más importante.- Carla iba adoptando un tono que era cada vez era más aguda y agresiva.-¡No he podido despedirme de ella,Leo!

-De verdad que lo siento, no quise...-la voz de Leo se quebraba con cada palabra.-Quise decírtelo, de verdad... Solo quería ayudarte, pero...

Carla alzó la mano en el aire para brindarle una bofetada a Leo. Marina se interpuso entre ambos y la mano de Carla la atizó. La cachetada resonó claramente y Marina cayó al suelo. Leo apretó las manos y luchó por mantener la calma.

-¿¡Tú qué haces interponiéndote!?-Carla miró a la anciana sirvienta fijamente a los ojos.- ¿Estás tonta o que? Métete en tus asuntos.

-No le hables así a Marina.-le dijo Leo de forma fría.

-Cállate.

-¡Cállate tú, deja de gritar!

La voz autoritaria y alta de Leo resonó en toda la casa. Pensó que Carla se callaría cuando se le quedó mirando embobada por unos dos segundos exactos. Luego, apareció en su cara una muñeca horrible de furia. Se acercó a él marchando a pisotones mientras Marina lloraba.

-¡Tú no eres quién para callarme!

-Solo te pido que seas amable con Marina. Al menos puedes disculparte.-Leo hablaba con la voz más relajada posible.

-No me importa en lo más mínimo esa puta vieja

-¿Cómo has dicho?

-Ella se interpuso en nuestra discusión.¡Tú y ella me tenéis harta!

-Discúlpate con ella, ahora.

-Vete a la mierda.

-Dame la dirección e iré.

Marina se levantó tambaleándose. Leo y Carla empezaban a insultarse uno a otro. Leo intentaba mantener la calma, pero le resultaba difícil con la actitud explosiva y furiosa de Carla.

-¡Tú la mataste!-empezó a acusarle Carla.-Seguro, tú provocaste su muerte.

Marina sujetó a Carla de los brazos e intentó mirarla a los ojos. Ella negaba con la cabeza y aseguraba que Leo no sería capaz de hacer algo así y que necesitaba Calmarse. Carla se enfadaba más y más con cada palabra y , el dolor que sentía por la muerte de su madre, no ayudaba. Se tensaba cada vez más y el nudo en su garganta que le impedía respirar con normalidad se hacía cada vez mayor.

-Carla ,por favor, ¿puedes hablar más tranquila? Estás muy tensa.

-¡Apártate, maldita vieja!

Carla empujó a Marina con fuerza. La criada se chocó con el mueble decorativo con los marcos de fotos y algunas decoy. Precipitó y sintió un tirón brusco y doloroso en su tobillo. Leo abofeteó a Carla. Cargó a Marina rápido levantándola del piso.

-¿¡Estarás contenta!?-Leo abrazó a Marina.- De verdad que no entiendo tu reacción...

-Eres un insensible.¿Cómo puedes decir que no me entiendes? ¡Claro, olvido que eres un niño rico que tiene la vida fácil! No te importa arruinar a los demás por qué el dinero ya te ha solucionado la vida.

Leo sacó el recibo de pago de matrícula de su bolsillo. Se la lanzó a Carla en la cara con tristeza y cólera al mismo tiempo.

-Le prometí a tu madre cuidarte y ayudarte. Ya no solo te he conseguido esto por qué se lo prometí, sino porque pensé que tal vez quería ayudarte de verdad. -Leo dio un pisotón en el suelo. -Leo siento si te tenía en alta autoestima cuando tú me piensas tan mal de mi, Carla. Sinceramente, después de ver está faceta tuya, tal vez ya no te admire ni sienta lástima por ti.

-¡Te odio desde la primera cena!

-¡Para!

-¿Crees que de verdad puedes comprarme con dinero,Leo?

-¡Cállate, ya! joder...

-¡Púdrete!

-¡Que te den!

El silencio se hizo absoluto. Carla se hechó al suelo a llorar en llantos desgarradores por su madre y Leo se fue llevándose a Marina. Trató de aguantar las lágrimas y pensar que las palabras de Carla no le dolían. No podía derrumbarse porque Marina le necesitaba para llevarla al hospital...



#6138 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, drama, matriminoforzado

Editado: 31.08.2025

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