La casa de Xania, era elegante e imponente, en el mejor suburbio de la ciudad, al cruzar los portones, una leve sonrisa se dibujó en mi rostro. Ya no debía preocuparme si el dinero alcanzaría para el mes, pero al mismo tiempo una sensación de culpa punzo en mi corazón, no estaban mis hijos. Convencería a Xania para que apresuráramos nuestros planes de ser padres.
—Buenas noches señor, que descanse —murmuró el chófer cuando me abrió la puerta.
—Gracias, también descansa —baje del auto y entre a la casa, una de las empleadas tomo el maletín y me sonrió.
—La cena ya está lista, si gusta la llevamos a su habitación.
— ¿Mi esposa? —ella me miró un poco confundida.
—Hoy es miércoles, la Sra. sale con sus amigas —frunzo el ceño.
—Olvide que hoy era miércoles, por favor que suban la cena.
—Su secretario personal ya llegó —asiento, pero no entendía para qué rayos tenía un secretario personal —Estará con usted en el balcón de su habitación.
—Gracias —subo las escaleras, me daría un baño.
*****
El hombre con lentes de pasta negra estaba sentado en el mullido asiento, tenía su lapso abierta sobre el comedor de vidrio, la noche estaba fresca, ya habían llevado mi cena.
—Buenas noches —rápidamente se puso de pie
—Buenas noches —respondo y me siento frente a él — ¿Dónde está tu cena?
Él mira mi plato y luego sonríe con un poco de pena.
—Siempre ceno cuando terminamos las reuniones, en el comedor de los empleados.
—Pide que te traigan la cena, no comeré solo.
—Pero —aclara su garganta —Desde un inicio me dijo que mis comidas serian después de las reuniones con usted.
—Pide tu cena —repetí y desvíe la mirada hacia las luces de la ciudad, al parecer yo era un poco snob, este no era el hombre que mis padres criaron.
—Si Señor —se puso de pie y entró a mi habitación, lo escuché hablar, al regresar se sentó —Ya investigue a la mujer que va a ser su secretaria, la Sra. Ana es una eficiente secretaria, en sus trabajos anteriores han dado excelentes recomendaciones. Estará en la oficina a las siete de la mañana para irse familiarizando con el trabajo.
—Gracias —el hombre me miró confundido, jalo un poco su corbata.
—Señor ¿piensa despedirme? —bajo su cabeza
— ¿Por qué piensas eso?
—Nunca he comido con usted, tampoco me ha dado las gracias en estos cuatro años que trabajo para usted.
—Las cosas han cambiado —tomo la copa de vino y doy un sorbo — ¿Cuál es tu nombre?
—Jorge Díaz
—A partir de hoy, hagamos de cuenta que es tu primer día de trabajo.
—Sí señor.
—Llámame Theo —abrió sus ojos de par en par y negó con la cabeza.
—No podría hacerlo señor —sonreí, pero no dije nada, estaban llevando su cena, el empleado me miró un poco temeroso mientras colocaba la bandeja con la comida y bebida de Jorge.
Cenamos con un Jorge un poco incómodo, pero lo entendía, él sería de mucha ayuda con los temas de mi trabajo, la casa y mi matrimonio, llevaba cuatro años trabajando para mí y yo no sabía absolutamente nada de mi vida en este lugar.
*****
Jorge entró a la oficina, era un joven agradable.
—En unos minutos la Sra. Ana se presentará a la entrevista con usted —coloco la taza de café frente a mí, abrió su maletín y sacó una carpeta plástica —Este es el currículum de ella —La mujer rondaba los cuarentena años, tenía un rostro que emanaba confianza y seguridad.
A las siete en punto, Jorge miraba su reloj, saco un pañuelo de seda de su saco y lo paso por su frente.
—No sé qué ha pasado, ya debería estar aquí —levantó el teléfono —Llamaré a recepción —lo bajo cuando se escucharon unos golpecitos en la puerta —Adelante.
Empiezo a revisar el currículum para saber un poco de la Sra. Ana.
— ¿Quién eres tú? —escucho a Jorge preguntar, levantó la cabeza y miró a la mujer frente a nosotros, sin pensarlo me pongo de pie.
—Malena —susurró, mientras mi corazón latía apresurado.