Beatrice era una chica especialmente única.
Desde muy pequeña, su sueño fue llegar a convertirse en una gran psicóloga. La imagen que una de sus tías le había dado la enamoró desde el primer instante. Le resultaba fascinante y llamativo todas esas historias que escuchaba de ella y desde entonces, el deseo de estudiar psicología estuvo presente en su corazón. Esas cosas que, para los demás resultaba extraño y aburrido, se habían convertido en la fuente de su pasión, alimentando aún más esas ganas de cumplir su sueño de niña. No importaba lo que los demás pensaban ni las tonterías que decían. Eso era lo que ella quería ser y por nada del mundo iba a abandonarlo. De dicha forma, fue como la psicología se inscribió en lo más profundo de su alma, convirtiéndose en su primer amor.
Cuando llegó a su último año de secundaria, su deseo de estudiar la carrera de psicología era más fuerte que nunca. Su familia no la apoyaba del todo. Su madre, quien era maestra de matemáticas, quería que estudiara Ingeniería, no importaba cual fuera, pero tenía que ser ingeniería. Beatrice, presionada por las palabras de su madre, estuvo a punto de matricularse en la Universidad Nacional de Ingeniería, pero luego, se retractó. Su corazón latía con fuerza por la carrera de sus sueños y poco le importó la opinión de los demás. Ser psicóloga era su sueño, ser ingeniera era el sueño de su madre. Fácil y sencillo, tomó su decisión y se inscribió en la Universidad Centroamericana para comenzar el camino de su vida.
Todo fue rápido y sin problemas.
Debido a que no podía pagar una mensualidad tan costosa, optó por una beca completa cuyo principal requisito era realizar un examen y cumplir con las expectativas del programa de la universidad. Beatrice esperó con ansias dicha prueba mientras repasaba todos sus apuntes. En ese entonces, su vida era relativamente maravillosa, aunque, no en ciertos aspectos. Con honores, se bachilleró de secundaria y una fiesta se llevó a cabo en honor a ello. Su padre había hecho grandes sacrificios para festejar a lo grande el cierre de dicha etapa. Hasta sus primos más lejanos llegaron a felicitarla y a pasar un rato ameno con la nueva bachillera de la familia. Sus amigos también estaban presentes y claro está, que su actual novio tampoco podía faltar...
Sí. Su perspectiva de noviazgo era muy distinta a la realidad. Ese "idiota" (a como ella le decía cuando no lo veía) se llamaba Enmanuel Ortega. Había estudiado con él desde su primer año de secundaria y eran muy buenos amigos. Siempre lo fueron y ella siempre lo consideró como tal. Enmanuel, sin embargo, con el paso del tiempo se enamoró de ella y empezó a verla como novia, mujer, esposa, madre de sus hijos y abuela de sus nietos. Todo, hasta que Beatrice aceptó ser la novia de Víctor, un compañero de clases que la venía cortejando desde buen tiempo atrás.
No obstante, Enmanuel nunca perdió la esperanza. Luego de casi 3 años de relación entre Beatrice y Víctor, volvió con todas las ganas del mundo para conquistarla. Si bien, Beatrice había durado un considerable tiempo con Víctor, sus sentimientos estuvieron intactos cuando dicha relación llegó a su fin. En ningún momento, dentro de ese lapso de tiempo, llegó a sentir algo por él. Simplemente, había estado con él por un asunto de orgullo y nada más. Enmanuel no sabía eso, a pesar de ser para ella un gran amigo. Cuando el momento de la verdad llegó y confesó su profundo amor hacia Beatrice, ella sólo pensó en las ganas que tenía de sentir algo que nunca había sentido. Por eso, su respuesta fue "Sí", aunque no sintiera nada.
Beatrice estaba consciente del error que estaba cometiendo. Pero, muy en el fondo de su ser había algo que le decía a gritos que lo intentara, que apostara por algo de lo que no tenía idea. La desesperación la traicionó mucho, pues no sabía ni un poquito de lo que el futuro le preparaba. Al entrar a la universidad, se daría cuenta de muchas de esas cosas que jamás pensó que llegarían a su vida... El día del examen, por ejemplo, sería uno de esos días que no olvidaría nunca. Pero no fue gracias al príncipe azul con el que tanto soñaba, sino gracias al ridículo que estuvo a punto de hacer por culpa de otra chica.
El examen constaba de dos partes: un cincuenta por ciento de Lengua y Literatura y otro cincuenta por ciento de Matemáticas. No obstante, y a pesar de todos los pronósticos, el examen era fácil y sencillo; tan sencillo que Beatrice juraba por lo más sagrado de su vida que hasta un niño de primaria podía resolverlo. El único detalle de la gran prueba, era que había que resolverlo mediante una computadora. A pesar de ello, Beatrice lo resolvió en menos tiempo de lo esperado. Lo revisó un par de veces, sólo para confirmar cualquier tipo de duda y luego decidió enviarlo. De pronto, un inesperado problema ocurrió... Otra chica, quien era una de las supervisoras de la prueba, acudió a ella luego de escuchar su llamado. Lo único que Beatrice quería saber, era como enviar el examen en vista de que ya lo había finalizado. Pero, al parecer, ni la supervisora sabía cómo hacerlo. "Sin querer queriendo", la susodicha presionó el botón "reiniciar" y todo lo que Beatrice había respondido fue tirado a la basura en tan solo un segundo.
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Editado: 13.01.2019