Los días transcurrieron con total normalidad. Beatrice no había intentado nada para llamar la atención de ese chico especial. Las miradas, a pesar de que eran un poco obvias, Antonio no las notaba en lo más mínimo. Tal pareciera que Beatrice no existiera para él. Y en cierto modo, tal cosa ocasionaba que su mente desgastara sus energías en analizar si ese chico sería algo para ella o bien, si se trataba sólo de un espejismo. La respuesta era un poco obvia, pero ella se negaba a aceptarla. Había algo en él… quizás su espíritu le gritaba desde su reservado silencio y por eso le llamaba tanto la atención. Estaba segura de que no se trataba de un espejismo ni de cualquier otra ilusión. Eso era algo real. Su ultra instinto femenino se lo confirmaba. O al menos, eso pensó…
Mientras tanto, Enmanuel seguía estando presente en su vida. Con el paso del tiempo, el noviazgo que tenía iba cambiando poco a poco, hasta hacerse notar una gran diferencia en comparación con unas semanas atrás.
Enmanuel fue ganándose su cariño con esos pequeños detalles que le hacía día tras día. En una ocasión, confesó todos sus sentimientos hacia ella mientras la llenaba de besos y apapachos. La amaba realmente. Ella lo sintió así. Jamás se le hubiese pasado por la mente que ese chico enamorado iba a ser capaz de traicionarla. Eso pensaba antes. Ahora, existían ciertos factores que le gritaban lo contrario.
Enmanuel cambió drásticamente su forma de ser para con ella. De la noche a la mañana, esos detalles que le demostraban su amor, desaparecieron. Habían dejado de existir bajo una nube de dudas que se aventaba hacia Beatrice, confundiéndola con cada pregunta.
En un principio, le pareció raro he inquietante, pero luego, cada interrogante iba respondiéndose por sí sola. Se sentía sorprendida y a la vez, muy decepcionada. No lo esperaba de él. No lo creyó capaz.
Las cosas sucedieron en menos de un segundo. Fue fatal para ella darse cuenta de la farsa que había detrás de esa sonrisa. Su reacción fue aún peor. No pudo contener las lágrimas. Su cuerpo se debilitó y la expresión de su rostro mostró el dolor que le había causado la profunda estocada que recibió. Se derrumbó completamente, mientras hacía esfuerzos por recuperarse. Pero Enmanuel, lo hacía tan bien... A pesar de la grave traición, y a pesar de su falsedad; había logrado hacerse pasar por la víctima del suceso. Beatrice le creyó.
Y le perdonó.
Todo lo que antes había hecho para conquistarla, había servido a la perfección para hacerle creer que se trataba de un malentendido.
Beatrice dejó que sus manos le borraran las lágrimas y le dio un profundo beso. Lo que había comenzado como una terrible confesión, terminó con una sonrisa. Pero esta vez, no era ella quien se burlaba…
Antonio empezó a abrir los ojos.
Pero su mirada no fue capturada por Beatrice, sino por una de sus amigas más cercanas: Thais. Beatrice no pudo creerlo y los celos tampoco se hicieron esperar. No obstante, Thais no tenía la culpa de nada, pues ella desconocía por completo que su amiga tenía interés en el chico. Y a pesar de que Beatrice estaba muy interesada en él, no iba a decir nada al respecto.
Aunque, sí podía hacer ciertas cosas….
Era típico de Thais ir a sentarse en el bosque de la universidad cuando el tiempo libre le llegaba. Antonio lo sabía y se ofrecía a acompañarla cada vez que se le presentaba la oportunidad. Beatrice, cuando empezó a notarlo, se encargó de hacer pequeños sabotajes para evitar que la parejita siguiera avanzando. Claro que, cada cosa que hacía no llamaba la atención como para despertar sospechas.
Lo primero que hizo fue interrumpirlos en medio de la plática con la excusa de que tenía algo muy importante que hablar con Thais. Obviamente, Antonio no podía escuchar, por lo que, procedió a marcharse. Luego de ver cumplido su objetivo, Beatrice empezó a hablar de cualquier cosa que se le viniera a la cabeza…. gustos, clases de la U, ropa y un largo etcétera.
En otra ocasión, los había visto platicar juntos en el salón de clase durante el cambio de hora. Debido a que Antonio estaba sentado en la silla de Beatrice, ésta aprovechó la oportunidad para separarlos aludiendo que “ese era su lugar”. Antonio le sonrió por cortesía y le devolvió su asiento. Thais nunca llegó a sospechar de las intenciones de su amiga, pues todo había sido hecho de forma muy sutil. Además, lo que Beatrice no sabía – pues no se animaba a preguntar – era que Thais no tenía el mínimo interés en el chico. Si hablaban, era porque Antonio se acercaba a ella y no al revés. Eso era una ventaja con la que Beatrice contaba, sin saberlo.
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Editado: 13.01.2019