Cambio de Vida

Amor, amor...

El tiempo. Momentos de sentimientos que se convierten en memorias. A veces para bien…

 

Los días volaron. Cada experiencia al lado de su chico era un nuevo huracán de emociones. Cada cosa que iba conociendo de él la enamoraba más; cada detalle de su personalidad le parecía encantador. Risas, abrazos y besos. No existía nada que se comparara a ello. Sin dudas, se trataba de la mejor experiencia de su vida hasta entonces.

El amor de ellos se vivió de forma apasionada. Sin prisas, pero expresando lo mejor que podía salir de sus corazones. Todo se identificaba en un simple gesto como una sonrisa. Y a pesar de que llevaban poco tiempo juntos, parecía ser que eran una pareja desde siempre. Se comunicaban tan bien; con tan sólo una mirada podían descifrar lo que el otro quería decir o bien, sentía pena de compartir. No hacía falta explicaciones gráficas para dar a entender algo entre ellos. Tampoco había que firmar un juramento para compartirse secretos mutuamente. Simplemente, era algo que salía de ambos como parte de sus naturalezas, y perfeccionaba de forma excelente algo tan importante como lo es la expresividad.

 Minutos cortos…

Los dijes siempre se acompañaban uno del otro. Ambos los portaban todos los días y todas las noches, sin importar lo que sucediese en el ambiente. Ellos los llevaban consigo como el tesoro más preciado que podían poseer. Colgando en sus pechos, donde los latidos del órgano vital golpean en todo su esplendor. A veces se juraban amor eterno, pero en ocasiones, ella veía aquello con miedo de que se tratase de una ilusión. No podía evitarlo. Su subconsciente le recordaba en cada noche que eso no era algo real. Sueños falsos donde esa pareja ideal de los días era sólo un disfraz. En ellos había discusiones, inseguridades y desgracias. Tal como si la relación fuese el peor de los errores. Era inevitable sentir miedo. Y tal vez fue por eso que no pensó en otra posible causa de sus confusas pesadillas. A toda costa se negó a ver el resto de las alternativas… por miedo a que sus sueños se volvieran realidad.

En solo dos meses de noviazgo, daría el paso que jamás creyó dar. Pasiones oscuras que yacen escondidas en el alma de toda mujer, salieron a la luz luego de ese encuentro amoroso. Todo desapareció. Los secretos, los errores, las desconfianzas, los miedos. Todo había quedado atrás. Beatrice desnudó su alma ante su primer amor con la fe y la seguridad de que se trataba del amor de su vida. Confesó cada mínimo detalle de su vida sentimental que desde hacía mucho se mantenían ocultos en las profundas aguas de su corazón. Lo hizo con amor, entregándole su pasado para construir un futuro a su lado. Su guía era la mirada que desprendía de sus oscuros ojos negros. Ella quería arriesgarse a caminar de su mano en los caminos que el destino le presentara. Obviamente, no era fácil. Pero estaba segura de que valía la pena intentarlo. Tenía la certeza de que lograrían grandes cosas juntos teniendo como principal fuerza el amor que ambos sentían. Formarían una vida juntos. El final sería algo abstracto, que nunca llegaría a materializarse. Al fin y al cabo, sólo se trataba de su primer amor…

Antonio la trató con dulzura y delicadeza, exponiendo el lado tierno y romántico de su personalidad. En algún momento una lágrima escapó de sus ojos. Y cuando él se percataba, borraba el rastro de tristeza con alegría espontánea. Aún en los momentos más complicados de su existir, él hacía lo posible para mantener una elongada sonrisa en su rostro. No lo hacía por compasión, ni mucho menos por lástima, sino porque le nacía brindarle felicidad y protección a una persona como Beatrice lo era. Había quedado fascinado con su forma de ser. Pocas personas como ella existían en el mundo y lo tenía muy claro. Aquello se trataba de algo natural. Algo que ni siquiera había sido planeado. Y aunque él negara con sus amigos que nada “raro” estaba pasando, muy en el fondo de su infantil corazón, empezaba a tallarse ese nombre de mujer que llenaba de color su mundo gris. Solamente dos mundos tan complejos como ellos, podían causar tanto caos en el universo en un tiempo corto. Un acto de fe, en el cual, el amor era el ideal perfecto. Sin ser planeado por ninguno, una constelación de estrellas explotaría las partículas de sus cuerpos para revolucionar el incendio de sus pasiones. Todo en tan solo dos meses… Quizás la emoción, o bien, el simple hecho de dejarse llevar por lo que sentía, la motivó a dar ese paso gigantesco.

Dos mundos, cuyos núcleos se almacenaban en sus respectivas almas, se unieron para destruir el universo que antes había existido. De esa forma, Beatrice tuvo su “primera vez”, con su primer amor…

Dos días atrás habían planeado verse en casa de él, por lo que, fue la habitación de Antonio el escenario dónde ambos unirían sus cuerpos. Sin embargo, la tarde de pasión empezó en la sala de estar, donde la pareja disfrutaba de una película romántica. Ella yacía recostada de espaldas sobre él, quien abrazaba la parte alta de su abdomen, justo por debajo de sus senos. La película se detuvo por un instante debido a los comerciales. Beatrice aprovechó la pausa para besar a su amado girando un poco su cabeza para poder hacerlo. El beso se prolongó por minutos… Pronto, la película dejó de importar.




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