Cambio de Vida

Sorpresa

Cáncer… Cáncer… Cáncer.

Nunca lo imaginó así. Nunca lo imaginó tan terrible, tan abrumador.

Estaba frente a un monstruo. La bestia más horripilante y atroz que puede haber dentro del cuerpo de un ser humano. Era inevitable angustiarse. Lo era más aún el hecho de sentir miedo. Pavor. Aún recordaba las palabras del doctor al darle la noticia de su mal, tan frescamente como la imagen de sí misma peleando contra el síndrome de sus pesadillas. Ahora todo había cambiado. Aún no podía asimilarlo, pero las cosas ya no serían como antes. Su vida pronto acabaría, pues eso significaba poseer un mal como ese. Sin importar lo que hiciera, la muerte pronto estaría frente a ella para llevarla de la mano a su frío y siniestro mundo.

De repente, el timbre de su casa sonó dos veces. Sin ganas de levantarse del sofá, Beatrice veía un programa de televisión para pasar el rato, aunque no le prestaba mucha atención en realidad. Sus pensamientos estaban perdidos en otra cosa que no podía sacarse de la cabeza. Ella estaba ahí, pero su mente vagaba en los rincones del espacio, buscando algo que no conocía probablemente, pues sólo se limitaba a dar vueltas y vueltas alrededor de un agujero de oscuridad. Nada más hacía. El televisor estaba prendido, sin espectadores.

Un tercer llamado la despertó del sueño en el que estaba sumergida. Con notable lentitud, se levantó del sofá y fue a atender la visita inesperada.

 - ¿Con la señora Beatrice Martínez?

“Señora” …

- Sí.

- Esto es para usted…

Y el hombre le entregó un frondoso ramo de rosas cuyo aroma se percibía fresco y encantador.

Ella frunció el ceño al tomar el obsequio, pues era obvio que no lo esperaba. No obstante, muy en el fondo una alegría profunda cobraba vida gracias al tono romántico de las flores. Su imaginación tardó poco tiempo en despertar. De lo contrario, hubiese tenido la sospecha en un instante de quien mandaba el regalo.

De todas formas, el hombre le entregó – además de las rosas – un sobre blanco que venía con el paquete. En él, se podía leer la simple frase que especificaba que todo era para ella, aunque no llevara su nombre inscrito. Acto seguido, el elegante tipo volvió a la camioneta y se marchó.

 

Con delicadeza, colocó el ramo sobre la mesa de vidrio donde acostumbraba a comer. Luego, con una inmensa curiosidad abrió el sobre que venía adjunto. Ahí había dos cosas: un papel que decía en letras grandes la palabra “REPRODUCEME”, y un disco que aparentaba estar en perfecto estado.

No decía nombre, no había mensaje escrito, no decía el porqué del regalo… No decía absolutamente nada, más que la simple palabra mencionada anteriormente. Era inevitable no sentir desconfianza al ver todo aquello tan extraño, pero la curiosidad fue más fuerte y pronto quedó sin alternativas. Si quería una respuesta a todas sus preguntas, seguro las encontraría en el CD.

Beatrice no gustaba mucho de esos artefactos, pues se dañaban con facilidad y, por ende, no servían mucho. Por tal razón, no encontró necesario comprar un “DVD” para tenerlo en casa.  Hoy en día, existen otras cosas donde se puede almacenar tanto música como vídeos o películas. Tales cosas son mucho más útiles, accesibles y fáciles de usar, sin mencionar que se pueden conectar a un televisor, a un equipo de sonido o incluso, a una computadora. Tales cosas se llaman “Universal series bus” o en su forma abreviada: “USB”, las cuales se pueden obtener de todo tamaño y colores.

Sin embargo, no tenía más opción que reproducir el disco en la computadora, la cual todavía reconocía esa clase de dispositivo.

¡Enhorabuena!

Al abrirlo, se topó con un metraje que duraba poco más de cinco minutos. Antes de reproducirlo, lo analizó con el programa antivirus para constatar que no se tratara de algún mal chiste. Luego de que el vídeo pasó por todas las medidas de seguridad, Beatrice procedió – finalmente – a reproducirlo.

Justo ahí, cuando no se lo esperaba. Su corazón dio un vuelco de felicidad al leer las exquisitas palabras que estaban escritas en la primera imagen. No había duda alguna de que se trataba de él. A pesar de todos los malos sucesos, su alma de niña se emocionaba como loca al recibir algo de él. Una sorpresa que había cambiado todo el color de su mañana. Una fecha que probablemente quedaría marcada justo ahí… donde todos sus sentimientos permanecen escondidos.

Con una sonrisa dibujada en su rostro, y con los latidos de su alma vibrándoles los ojos, detuvo el metraje sólo para leer una vez más lo que la imagen rezaba y así poder recordarlas para el próximo encuentro. La imagen decía lo siguiente:




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