Fui a mi oficina para recoger algunas cosas que me quedaban, Mauricio y Daniel se harían cargo de la constructora, al menos hasta que la bebé de Sara y Daniel nazca, después de eso Mauricio tendría que trabajar a solas por un tiempo.
Decidí delegarles mi empresa durante el embarazo de Victoria, quería estar con ella en todo momento y sobre todo ayudarla con el pequeño terremoto que tenemos en casa.
Nicolás ya caminaba por todos lados, hasta tuvimos que poner barandillas de seguridad en las escaleras y seguros en todas las puertas, le encantaba abrir cada puerta que encontraba y voltear todo en el interior.
Victoria y Sara estaban de un lado a otro con los últimos detalles de la boda religiosa, aunque nuestra boda civil había sido muy linda, nuestra boda religiosa iba a ser aún más hermosa.
Aunque ya vivíamos juntos y compartíamos todo desde hace mucho tiempo la idea de llevar ése papel de esposos me emociona bastante.
Samuel: Ana, cualquier cosa me llaman... estaré pendiente de todo ¿ok?- dije ordenando las cosas que me llevaría de la oficina.
Ana: claro que sí Samuel, pero no te preocupes... tu dedícate a cuidar de tu familia y sobre todo a consentir a Victoria, una mujer siempre necesita cariño, sobre todo si está embarazada.
Samuel: lo sé... y yo encantado de consentirla, por mí le daría todo- dije sonriendo.
Ana: ay por Dios... mejor me voy antes de empalagarme contigo- dijo riendo mientras salía de mi oficina. Negué sonriendo.
Ana abrió la puerta dejando ver a una Victoria muy triste, en cuanto me vio corrió a mis brazos y yo la abracé sin entender que ocurría.
Ana salió y cerró la puerta.
Samuel: ¿Qué pasa amor?- pregunté preocupado cuando comenzó a llorar.
Victoria: es que... Sara y yo... fuimos a buscar... mi vestido... pero...- dijo entre sollozos como una niña pequeña, yo la miraba tratando de entender lo que decía- no me quedó... estoy enorme- rompió a llorar de nuevo.
La miré con ternura y la abracé para después besar su frente.
Samuel: amor pero eso se puede solucionar...
Victoria: lo sé... tuvieron que aumentarle algunos centímetros... no entiendo como aumenté tanto si ni siquiera me ha crecido el vientre.
Samuel: pero unos centímetros no es nada Victoria...
Victoria: no, pero imagínate... en unos meses estaré enorme... súper gorda y ya no me vas a querer- lloró de nuevo y la abracé.
Samuel: eso es mentira, yo siempre te voy a amar bonita... ¿O tú dejarás de amarme cuando esté viejito y barrigón?
Victoria: viejito si... pero barrigón no dejaré que ocurra- reímos y besé sus labios para después limpiar las lágrimas que caían por sus mejillas.
Samuel: ya no llores amor... tu eres preciosa- ella sonrió- además tú cuerpo está cambiando porque necesita adaptarse para hacer lo más maravilloso del mundo... que es crear vida- cubrí su vientre con mi mano- la vida de nuestro hijo y yo te amo por eso y más.
Victoria: amor ya me hiciste llorar de nuevo- dijo limpiado sus lágrimas.
Reí y besé sus labios para después rodearla con mis brazos y relajarnos un poco en el sillón disfrutando el uno del otro.
El teléfono de mi oficina comenzó a sonar obligándome a levantar del cómodo sillón.
Samuel: ¿Hola?
Ana: Samuel... ya está aquí
Samuel: muy bien Ana, ya voy. Gracias
Colgué y Victoria me abrazó por la espalda.
Victoria: ¿A dónde vas?
Samuel: tengo una sorpresa para ti- me giré y rodeé su cintura hasta entrelazar mis dedos.
Victoria: ¿De verdad?- dijo sonriendo emocionada.
Samuel: si... bueno en realidad son dos, pero para la segunda tendrás que esperar hasta después de nuestra boda.
Victoria: ¿Tanto?- dijo haciendo puchero.
Samuel: falta sólo una semana amor- dije riendo.
Victoria: es mucho tiempo...
Samuel: lo siento... pero por ahora sólo puedo darte una de las sorpresas.
Victoria: está bien... entonces vamos.
Tomé mi saco y lo que quedaba en mi oficina y salimos tomados de la mano, nos despedimos de Ana y tomamos el ascensor para llegar hasta el estacionamiento.
Samuel: tengo que ir por tu sorpresa... ¿Puedes adelantarte a casa?
Victoria: ¿No puedo acompañarte?- me miró casi suplicando y utilice toda mi fuerza de voluntad para negarme.
Samuel: no bonita... no puedes ver a dónde voy, pero no tardo... - besé sus labios- voy por tu sorpresa... - beso- paso por Nicolás... - beso- y nos vemos en casa ¿Ok?
Victoria: ok... pido un taxi entonces- dijo buscando su celular en el bolso.
Samuel: no, creo que hay una de las camionetas disponibles... - un empleado trajo la camioneta y ayudé a subir a Victoria en el asiento del conductor- te veo en casa ¿Ok?- dije cuando cerré la puerta.
Victoria: ok monstruo... no tardes- besó mis labios y arrancó.
Una hora después llegamos a casa y Victoria salió a nuestro encuentro, así que apenas crucé la puerta ella nos encontró, claro que como siempre el primero en ser recibido a besos era Nico y cuando ese pequeño acaparador estaba satisfecho era mi turno.
Samuel: ¿Tuviste problemas con la camioneta?- dije cuando nos separamos.
Victoria: no... La verdad es que me encantó, deberías comprar una así... te verías muy guapo en ella - dijo coqueta y besó mi mejilla- pero fue extraño que llevara dos sillas para bebé en la parte trasera.