Cambio Radical

Capítulo 48

 

Sofía: ay Samuel deja de moverte caray- dijo desesperada.

 

Samuel: no puedo, quiero ver a Victoria... No entiendo porque te la llevaste ayer

 

Sofía: porque el novio y la novia no deben pasar la noche juntos... Deben verse hasta que estén en el altar para no arruinar la sorpresa.

 

Samuel: eso es del otro siglo... Ya no se usa.

 

Sofía: lo que no es del otro siglo es anudar una corbata... No entiendo cómo lo hiciste mal si lo haces todos los días para ir a trabajar- dijo mientras trataba de anudar mi corbata.

 

Samuel: pues sí, pero no todos los días es mi boda...

 

Sofía: ¿estás nervioso?- me preguntó sonriendo.

 

Samuel: un poco - me aclaré la garganta.

 

Mauricio entró a la habitación interrumpiendo nuestra conversación.

 

Mauricio: ¡rápido! Daniel llamó, la novia ya está en camino...- dijo entrando a la habitación.

 

Sentí un vacío en el estómago y mi corazón comenzó a latir desbocado.

 

Sofía: date prisa, te veo abajo.

 

Salió de la habitación y mi amigo me miró sonriendo.

 

Mauricio: felicidades amigo... Te mereces toda la felicidad del mundo- estrechó mi mano y me abrazó- Samuel estás empapado- dijo al separarse.

 

Se limpió la mano en el pantalón.

 

Samuel: me muero de nervios... No me molestes- el comenzó a reír.

 

Mauricio: vamos, si llegas después de la novia Sara me mata.

 

Reí más por nervios que por otra cosa y bajamos a la sala donde Ángela estaba jugando con un apuesto bebé que llevaba un esmoquin hecho a la medida.

 

Partimos rumbo a la iglesia y al llegar varios de mis amigos ya estaban ahí.

 

Pasaron algunos minutos hasta que escuche que la novia ya había llegado, cuando traté de girarme Sara me lo impidió.

 

Sara: ni se te ocurra Samu... ya me agradecerás cuando la veas en el altar- tomó mi brazo provocando que mirara hacia el frente.

 

Cuando llegué frente al altar sentí que apenas y podía respirar, frente a mí estaba nuestra familia y los amigos más importantes para nosotros, todos compartían la misma sonrisa de felicidad... la felicidad que sentían por nosotros.

 

Primero entró Regina con una canasta llena de flores, detrás de ella estaba Sofía con una rosa blanca en su mano posada sobre su vientre.

 

Algunos pasos detrás de ella entró Ángela con otra flor en su mano, después estaba Sara que entró del brazo de Daniel y caminaron hasta donde yo estaba.

 

Ambos se colocaron en el sitio de los padrinos.

 

La singular marcha nupcial se escuchó en toda la iglesia y todos se giraron para mirar hacia la puerta.

 

Nicolás entró con un cartel en sus manos "papi ya viene tu novia"; se veía tan lindo con su traje azul oscuro y un moño idéntico al mío.

 

Mi hijo caminó como todo un chico mayor provocando la ternura de los presentes.

 

Cuando levanté mi mirada vi frente a mí al ser que más amo, Victoria entraba a la iglesia del brazo de Alberto, el esposo de Blanca.

 

Tenía una hermosa sonrisa en el rostro, en ese momento me sentí el hombre más afortunado del mundo, estaba completamente enamorado de la mujer que estaba entrando a la iglesia, la misma mujer que camina hacia el altar.

 

Con la que compartiré el resto de mi vida.

 

No podía creer lo hermosa que estaba, verla caminar hacia mí parecía un sueño.

 

Sé que parece un relato de las historias más románticas y cursis que he leído, pero es que no hay manera de expresar la felicidad que siento en éste momento.

 

Cuando llegó al altar Alberto besó la mejilla de Victoria para después mirarme y palmear mi espalda amigablemente.

 

Me entregó la mano de Victoria y yo la miré sonriendo como un bobo, nos paramos frente al altar tomados de la mano, agradecía infinitamente al destino por hacer que nos encontráramos.

 

Pero sobre todo agradecí a Edith, mi niña, por hacer que esto fuera posible. Por ella conocí el amor que se tiene hacia un hijo, que aunque no es de mi sangre mi corazón lo sentía como propio, por ella y por ese bebé conocí a Victoria, en aquella sala de espera y desde ese momento mi vida tuvo un cambio radical que agradeceré por siempre.

 

Coloqué el anillo en el dedo de mí ahora esposa, mis manos temblaban pero cuando lo logré tomé su mano para depositar un beso en el dorso de ella.

 

Victoria: mi amor, desde que comenzamos este camino juntos tuve la certeza de que sería para siempre y aunque nos haya tocado enfrentar muchas cosas siempre hemos estado el uno junto al otro y es así como quiero continuar mi vida, siempre de tu mano y brindándote mi amor... mi fidelidad y mi compañía- suspiró conteniendo sus lágrimas- Hoy juro ante Dios entregarme enteramente a ti y a nuestra familia para lograr los proyectos y los sueños que formemos en un futuro... te amo mucho- dijo al borde del llanto. Aclaré mi garganta.

 

Samuel: bonita mía- sonreí- mi Victoria... yo prometo siempre estar para ti, ser tu apoyo y el motivo de tu felicidad así como tú lo eres para mí. Te prometo una vida hermosa, llena de amor y de felicidad así como la que tú mereces... y aunque también tengamos que enfrentar problemas en el futuro lo haremos juntos para que eso sólo logre unirnos mucho más. Hoy te juro ante Dios y las personas que más queremos que me entrego enteramente a ti. Prometo honrar tu amor y agradecerlo día a día, trataré siempre de devolverte la dicha que tú me entregas con una simple sonrisa- limpié la lágrima de su mejilla- hoy entrego mi vida a ti mi amor y a nuestros hijos para que pasemos juntos cualquier adversidad... Te amo bonita.



#4619 en Novela romántica

En el texto hay: familia, amor, padre

Editado: 06.07.2020

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