Entramos a la suite que había planeado para mi esposa en ésta noche especial.
Llevaba a Victoria en brazos, como en las películas.
Victoria: amor te advertí que estaba pesada- dijo riendo cuando llegamos a la habitación.
Samuel: no importa… tú tienes al esposo más fuerte de todos- ella rio de nuevo.
Victoria: eso espero…
La dejé sobre el piso y observó el decorado tan romántico del que me había hecho cargo personalmente.
Victoria: ¿Qué es todo esto Samuel?- dijo sonriendo.
Samuel: una pequeña sorpresa para ti...
Victoria: ¿Cuándo hiciste todo esto?
Samuel: tengo mis secretos… ¿Te gusta?
Victoria: me encanta… está muy lindo.
Samuel: es la primera noche que pasaremos como marido y mujer ante Dios… así que tenía que ser muy especial- dije uniendo nuestras frentes.
Capturé sus labios en un beso lento que se volvió apasionado.
Caminamos sin romper nuestro beso y cuando estábamos frente a la cama me separé de ella y observé la perfección de su persona.
Mi esposa estaba tan hermosa con ese vestido blanco que ceñía su figura y su vientre apenas abultado le daban un toque precioso.
El cabello cuidadosamente arreglado sobre sus hombros y la hermosa sonrisa que llevaba en el rostro la hacían el ser más precioso sobre la tierra.
La besé de nuevo y ella comenzó a bajar el saco que llevaba, para después centrarse en mi camisa y liberar lentamente cada botón de ella.
Cuando mi camisa calló al piso depositó delicados besos en mi cuello y en mis hombros.
Tomé su rostro de nuevo y la besé mientras comenzaba a deslizar el cierre de su vestido de novia.
El enorme vestido calló al suelo minutos después y la levanté de nuevo para caminar hasta la cama sin interrumpir nuestro beso.
La recosté con delicadeza sobre la cama y me acomodé encima de ella. Quitamos las prendas que aún nos cubrían y nos entregamos expresando todo nuestro amor.
Besé cada parte de su cuerpo disfrutando de la suavidad de su piel.
Fue la unión más tierna y sublime que hemos tenido, no cabía duda que éramos el uno para el otro. Me movía con cuidado, aún tenía miedo de dañar de alguna manera a mi bebé, por más veces que me repitieran que él estaba a salvo, aún tenía esa preocupación.
Además quería que la noche durará para siempre y grabar este momento en nuestros corazones por el resto de la vida.
Me entregué totalmente a ella cuando sentí que su cuerpo se liberaba brindándome caricias que me arrastraron hasta mi máxima satisfacción
Aún son la respiración agitada repartí besos tiernos en todo su rostro; su nariz, su mejilla, su frente y sobre todo en sus labios.
Ella enredaba sus dedos en mi cabello y llenaba mi espalda de lentas caricias.
Estábamos aún en la cama, no me cansaba de besar sus labios, de admirar su belleza y de impregnarme del delicioso aroma de su cuerpo.
Suspiré y la miré sonriendo, ella se acomodó en mi pecho mientras yo acariciaba su hombro derecho.
Victoria: ¿En qué piensa mi esposo?- sonreí y besé sus labios.
Samuel: en que no pude tener mejor vida que ésta, te amo Victoria...amo cada centímetro de tu cuerpo, amo tu olor, tus ojos… tus manos- dije tomando su mano con la mía y sonrió.
Victoria: yo amo todo de ti… tu sonrisa, tu honestidad… tus ojos- me besó- la manera en que me miras es única, la fuerza que me transmites… me encanta que seas mi esposo, me fascina amarte y que me ames de la misma manera… me enamora la hermosa persona que eres, el magnífico papá que eres para Nicolás y el que serás para nuestro bebé… me siento tan bien contigo mi amor que no tengo duda de la decisión de aceptarte como mi esposo… te amo mucho… para siempre.
Sonreí y nos besamos de nuevo para dar inicio a la larga noche que era especial y únicamente para nosotros.
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