Cambios

Hollow - Parte 1

I’m finally awake

I can finally see

What you’ve hidden away

All of your deceive.

 

 

“Hollow…Hollow…Hollow”

La música entraba por sus oídos retumbando en su cabeza casi como yendo al compás del latir de su corazón. La melodía le inundaba los sentidos y en su cabeza transcurrían difusas y diversas escenas en escala de grises. Su habitación como siempre estaba a oscuras pero sin embargo, aun en la penumbra, se podía ver posters de bandas que adornaban las paredes, la computadora que, encendida, emitía un resplandor titilante que constaba de la única luz que adornaba la habitación, en un rincón se podía ver una guitarra eléctrica y a su lado tirados un sinfín de papeles que parecían ser partituras.

Abrió los ojos y salió de su letargo, camino torpemente hacia la computadora y la apago. Había pasado la noche en vela, sin embargo el joven no sentía cansancio alguno. Busco algo de ropa en su armario y entro al baño para ducharse.

Una vez limpio se vistió con sus mejores ropas (unos jeans desgastados adornados con cadenas y una camiseta negra ajustada al cuerpo) y como pudo peinó su alborotado cabello.  Tomó entre sus manos la rosa que había comprado aquella noche, y a paso presuroso atravesó el umbral de la puerta aventurándose en el frio amanecer.

Era una caminata de alrededor de quince minutos hasta su casa si es que se apuraba, sin embargo él quería tomarse todo el tiempo que le fuera posible. La noche anterior había querido visitarla por su cumpleaños pero ella había insistido en que se quedase en casa debido a que estaba muy cansada e iría a acostarse temprano. Por lo tanto, no quería ir corriendo a despertarla porque tenía la certeza de que se enojaría con él, aunque seguramente después de unos minutos y unas cuantas muecas de fastidio ella le sonreiría y le besaría.

Si lo pensaba bien, de aquella fecha serian ya dos años de conocerse, fue precisamente durante su fiesta de cumpleaños que la vio por primera vez. Iba vestida poco usual para una chica de su edad: unas medias negras que le llegaban a la altura de la rodilla, un pantalón jean corto deshilachado a los bordes, una musculosa roja estampada con motivos de calavera y una chaqueta de cuero negra cubierta de tachas. Esa visión tan peculiar fue la que lo decidió             a hablarle, y toda esa noche se lo pasaron compartiendo gustos y palabras y para cuando hubo salido el sol se compartieron el uno al otro en un arrebato de pasión.

Sin embargo con el paso del tiempo su ropa había cambiado, y también sus gustos pero aun así compartían aquella pasión y sobretodo compartían amor. Con una sonrisa de oreja a oreja, que se empezaba a asomar por su rostro,  estrecho la rosa contra su pecho y prosiguió con el pequeño trecho que restaba.

Por aquel barrio la noche aun mostraba rastros de haber sucedido, varios jóvenes caminaban totalmente abatidos procedentes de alguna fiesta, algunos bien pero notablemente cansados mientras que otros se tambaleaban y a duras penas podían mantenerse en pie, a lo lejos se escuchaba la música que sonaba de la casa de alguno que aún no había comprendido que el sol estaba por salir.

A lo lejos distinguió una pareja que caminaba torpemente entrelazada entre si y que iba compartiendo besos apasionados de cuando en cuando. Lo que le pareció raro es que, si bien no conocía al hombre, la chica le resultaba extrañamente familiar, pero no podía ser porque ella estaba durmiendo en su casa, sin saber que esperaba que el la sorprendería con la rosa que llevaba apretada contra el pecho.

Una fuerza que no podía controlar le mantenía estático mientras la muchacha volteaba la vista hacia donde él estaba. El color de la piel se perdía mientras una mueca, mezcla de culpa y miedo, aparecía en su semblante. La chica extendió su mano llamando su nombre pero el ya no escuchaba sino que corría lo más rápido que podía con lágrimas que le brotaban de los ojos y se perdían en la oscuridad.

“Hollow…Hollow…Hollow”

La música resonaba nuevamente en su cabeza mientras sentía como lentamente se desplomaba hacia el abismo.




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