Está sobre la cama, bajo una gruesa sábana blanca. Hay una nueva bandeja de comida a su lado, su estómago ruge cuando comienza a ser consciente de su alrededor, topándose con toda esa aromática combinación de lo que no ha probado en días.
Escucha un sonido a la izquierda. Al girar la cabeza ve el rostro de mamá, está tejiendo una bufanda, mueve las agujas con rapidez de un lado a otro, haciendo que una tela color rosa pastel aparezca con lentitud. Levanta la vista cuando oye el movimiento de las sábanas, sonriéndole con amabilidad.
—Te he traído el desayuno —dice, mirándole con dulzura—. ¿Has dormido bien?
—Sí —murmura, no muy convencido.
Parpadea un par de veces. Siente que todo a su alrededor comienza a girar. Se lleva las manos al rostro, tallándose los ojos. Sonríe cuando la mujer deja su manualidad y se interesa en él; solo porque intenta actuar natural, aun cuando su estómago le provoque un grave dolor de cabeza y los ojos le duelan a causa de la pésima (e inexistente) noche de sueño.
—Come, he hecho tu platillo preferido. Ya sé cuánto te encantan los waffles con tocino.
—Gracias.
Toma el plato bajo la vista de su progenitora. Intenta disminuir el temblor de sus manos partiendo la comida en pequeños trozos mientras busca alguna táctica para evitar comerla.
—Amor, no podemos seguir postergando esto —dice mamá después de unos minutos, mirándole con sinceridad—. Necesitamos que ese hombre obtenga su merecido. No puede estar suelto sabiendo todo lo que te ha hecho.
Su garganta se seca con rapidez, víctima del pánico. Deja de jugar con su comida para dedicarle una mirada llena de pavor.
—No quiero hacerlo.
—¿Por qué no?
—No quiero hacerlo —repite. Cree que comenzará a llorar si ella continúa insistiendo.
—Pero amor, es una persona mala, él no merec…
—¡No quiero hacerlo!
—Ashton, cariño…
—No lo vi nunca, mamá. No sé quién es —excusa. Su labio inferior está temblando.
—Pero tal vez si mirases algunas fotografías podrías recordarlo.
—No quiero recordarlo.
Comienza a llorar cuando Elizabeth está a punto de agregar otro argumento. La mujer se levanta y le abraza hasta que logra controlarse, después se marcha cuando lo pide.
Está solo otra vez. Solo puede ver su cuerpo bajo la tela blanca y la bandeja con comida. De repente le da un enorme asco todo lo que ésta contiene, pero su estómago no puede evitar rugir, ni tampoco logra hacer que su boca no se llene de saliva. Así que en contra de lo que diga Cameron, toma el vaso de leche en dos tragos. Luego se levanta a tirar lo restante al escusado.
Abre la puerta del armario luego de unos inseguros pasos sobre la madera. Necesita a Cameron, quiere que le abrace o le diga que todo está bien, pero él no está allí. Se topa con ropa doblada, cajas de viejos regalos y un enorme vacío.