Camille

06


—Aquí esta el paquete de velas de vainilla, señora.

—Ay muchas gracias cariño. Pensé que ya se había terminado, estas velas se venden como si hubiera escasez por aquí.

Le sonreí.

—Que las disfrute.

La mujer salió del local de mi abuela con una gran sonrisa en su rostro. No puede evitar comparar a mi mamá con ella, también le encantaba ese aroma, y yo de tan solo recordarlo estaba hasta la coronilla él.

Limpie el mostrador, me puse a barrer y luego a trapear. Ya era hora de cerrar así que me subí a un banquillo para jalar la cortina de garaje.

Escuché un ruido a mis espaldas, como si aventaran una bicicleta. No me asuste ya sabía de quien se trataba.

Kaleb había llegado tarde, muy tarde.

—Cam, perdoname, se me atravesó un problema y... — Soltó un suspiro— Lo siento. También perdón por lo de ayer, por no llevarte a tu casa.

—No te preocupes —Me agache para ponerle el candado —Me encargue también de tu trabajo y sobre lo otro, no tienes por qué pedir perdón, Franci te necesitaba. ¿Como esta ella?

—Mi hermana esta bien. Pero, Cam, te lo recompensare. ¿Te invito un helado o a cenar, lo que quieras?

Lo mire con seriedad.

—Estoy Castigada, ayer perdí las llaves de mi mamá y nos quedamos afuera hasta tarde porque mi abuela aun no se desocupaba de su mandado, tampoco quiso decirnos donde estaba como para ir pos sus llaves. Así que por mi culpa nos metimos a las tres de la mañana a dormir. ¿De casualidad no las dejé en tu auto?

—No, bueno, tendría que ver. Las buscaré ahora que llegué a mi casa y te digo, ¿esta bien?

—Sí, muchas gracias. Te veo mañana.

Kaleb espero a que entrará a mi casa, me despedí de él una última vez y cerré la puerta con el seguro, aun no tenía llaves y mi madre tampoco. Asi que alguien se tenía que quedar aquí sí o sí hasta que hicieran un duplicado, y como yo había sido la culpable, me tocaba a mí quedarme.

Me deje caer en el sillón soltado un gran bostezo, seguía levantándome muy temprano para hacer tan poco en las mañanas. Hoy, el día no había resultado pesado, sin embargo tenía bastante sueño como para ayudar a alguna otra cosa más en la casa. Me dije llevar por mis pesados párpados y no se en que momento caí rendida.

Tal vez fueron minutos u horas las que dormí, no lo sé. Pero la insistencia con la que tocaron la puerta me corto el sueño de tajo. Me lávate aun adormilada y camine hasta la puerta principal, antes de abrir me asome por el agujero de la puerta, para ver quien se encontraba ahí. 
Sonreí por inercia, pero luego me regañe a mi misma.

Abrí la puerta encontrándome con un Delian bien vestido. Llevaba unos pantalones de vestir azul marino y una camiseta blanca con las mangas remangadas. Su cabello estaba estilizado de una forma que lo hacía lucir bastante, y aun que me parecía lindo el como lo he visto vestido antes, ahora, hoy, se veía aún mejor.

—Es incómodo que me mires así.

Desvíe la mirada al instante. 
Sentí mis mejillas arder y como poco a poco la vergüenza me estaba consumiendo. No sabía en dónde meter la cara y mas cuando la expresión de él se encontraba sería.

—No estaba mirandote a ti ¿Qué necesitas?

Ajá, mentirosa.

—¿Está tu abuela?

A juzgar por el tono de su voz, parecía molesto... ¿Seguía molesto conmigo por haberle hablado de esa manera ayer?. Como sea.

—No está.

—¿Segura?

—Ajá.

—Te estoy hablado bien, Camille

—Yo también, no está.

—Necesito hablar con ella, es importante.

—Cami, dejalo entrar —habló mi abuela desde la planta alta sacándome un susto.

Mire hacia atrás y al final de la escalera estaba ella, tenía una canasta de ropa sucia recargada en su cadera.

—¿Cuando llegaste?

—Tienes el sueño muy pesado, llegué hace media hora. Y por cierto, hablo margaret ¿por que Kaleb no fue a llevarle el pedido de esencias?

No podía decirle a mi abuela que no había llegado a trabajar. De por si lo trata como la trata, y todavía agregarle mas.

—Yo me encargaría de él, a mi se me olvido.

—¿Vino Kaleb a trabajar? —Preguntó mi abuela, cambiando la canasta de un brazo a otro.

—Sí.

—bueno, en todo caso como fue tu error, ve a armar el paquete y luego vienes para darte la dirección.

—Esta bien.

—Delian, adelante por favor.—mi abuela desapareció por el pasillo de la planta alta, supongo que se dirigía al despacho que era de mi abuelo.

—Eres una mentirosa, Kaleb no vino a trabajar.

—Claro que sí, tu que sabes.

—Estuvo todo el tiempo en la casa de mis padres, con Franci, desde la mañana hasta la tarde. Dime, ¿en que momento te ayudo?

—No te metas en mis asuntos. -Dije girandome para salir de la casa, sin embargo el se quedó con la última palabra.

—Entonces tu deja de meterte en los míos

Apreté los dientes con fuerza, pero no dije nada, solo seguí mi camino al garaje. Al final de cuentas, el tenía razón.

Cuando regrese con el paquete en las manos mi abuela abrió la puerta de la casa dejando salír a Delian. Este le dijo por último unas cuentas cosas más que no oí y luego me miró a mi cuando cruce el jardín para llegar a la casa.

Mi abuela me extendió un papelito con la dirección de la casa de margareth.

—Delian te llevará, por favor comportarte.

—Puedo ir sola abuela, la casa esta en... Por... Por la plaza, unas cuadras hacia abajo. —Las calles no se me daban sin embargo claramente no me perdería. Total, mas tarde el paquete no podía llegar.

—Hazme caso, hija, Delian no tiene problema en llevarte. ¿Cierto?

—No, para nada. —Su tono de voz evidenciaba lo contrario. Tampoco le gustaba la idea de tener que acompañarme.

—Esta bien. —mi abuela me dedico un sonrisa a medias y entro a la casa. Delian camino hasta su auto y yo, camine por la calle que me llevaría al centro. Aún no anochecia por lo que podía ver a una que otra persona transcurriendo.



#7696 en Fantasía
#15717 en Novela romántica

En el texto hay: hombreslobo, romance, brujas

Editado: 21.01.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.