—¿Amelia, ella fue a la que ayudó mi padre con su divorcio, mamá?
Mi madre movia el carrito de las compras con una mano mientras con la otra sostenía una caja de fideos, poniendo total atención en leer las instrucciones para su preparación.
Ni si quiera al escucharme soltar esa pregunta mi madre se inmutó en responderme. Cuando terminó de leer dejó la caja en el carrito y siguió manejando.
—Sí, por que la pregunta —su atención ahora se centro en los estantes de productos de limpieza—¿Tenemos jabón para la ropa?
—Sí, mi abuela compró ayer. —mamá dejó el jabón en su lugar— y... Fue por mera curiosidad. Una cosa más, ella estuvo viviendo un tiempo en el departamento que usaba papá como despacho, ¿no?
A mí jamás me habían incumbido este tipo de situaciones, ni si quiera había preguntado de esto en su momento, por ello es que mi madre se lo tomó con extrañeza. Me miró desde su altura con una mirada que dejaba mostrarse entre curiosa y molesta.
Claro, era de esperarse.
—¿A que quieres llegar con esto Camille?
—No, ha nada realmente. Simplemente me preguntaba si ella había logrado recuperar su casa o tuvo que irse a vivir a otro lado.
Mi madre soltó una risa, pero de esas las cuales suenan forzada.
—Jamás has sido una buena mentira, cariño. Ya, platicame de que va esto.
Dejamos el pasillo de limpieza doméstica para lanzarnos ahora al de productos de limpieza personal. Y, aun que mi mamá no me forzó en que le contestara algo de inmediato, mi mente estaba trabajando lo más que pudiera para lograr idear otra cosa. No creo que la mejor idea sea mentir dado que cacho la primera de inmediato, sin embrago tampoco podía decir la verdad, no quería hacerlo.
—mmm... ¿No te dieron celos? -
Su gesto se relajo, regalandome casi una mirada enternecida.
—Tu padre y yo nos teníamos mucha confianza, eso era lo que me encantan a de estar con él. Sin necesidad de preguntar, él y yo compartimos muchas cosas, una de ellas fue lo de Amelia. Ella y yo en ese momento no eramos amigas, la había visto varias veces cuando iba a recogerte del colegio y una que otra vez habíamos compartido el saludo, pero cuando me enteré de lo que ocurrió, bueno, que me lo platico tu padre me partió el corazón. Sé que por ética los abogados no deben de andar difundiendo la situaciones de sus clientes, sin embargo tu papá lo hablo conmigo, por que había pensado que era buena idea que ella y su hija vivieran un tiempo en el apartamento, y yo estuve de acuerdo. Amelia en ese entonces estaba mal, su marido la había dejado prácticamente en la calle y se había encargado de que fuera despedida de su empleo. Imaginate lo horrible que se sentía. Así que estuve de acuerdo. Ella y su hija en todo momento respetaron la habitación donde tu padre guardo sus archivos y yo les ayudaba llevándoles comida. A veces me quedaba con ella acompañándola y poco a poco compajinamos bien, llegando hasta este punto, siendo grandes amigas. Así que celos no hubo, por que tu padre desde siempre me demostró he inspiró confianza y Amelia, me termino demostrando que las verdaderas amigas existen. —descanso una de sus manos en mi hombro— Mi vida, tu no te conformes con menos, si cuando tengas novio él no te tiene confianza, sal de ahí mi amor.
Asentí, aliviada de que mi madre me hubiera creído, pero también por haber escuchado su experiencia. La relación que mis padres tenían me resultaba realmente linda, y de cierta forma anhelaba una estabilidad como la que ellos llegaron a tener, cuando llegara su momento, claro.
Con aquella información me surgió una duda más, y es que me resultaba algo ilógico que ella durmiera en el departamento de mi padre cuando no muy lejos de donde era su casa vivían sus padres. Quise volver a preguntar, sin embargo me abstuve. No quería que pareciera que dudaba de la fidelidad de mi padre, por que no era así.
...
Mi abuela entró por el pasillo empujando un carrito lleno de cosas para fiesta. Había desde bolsas de globos, hasta collares con pequeños vasos en ellos. Mi mamá ya sabía lo de la fiesta de Franci por que Kaleb le dijo esta mañana.
Al parecer su hermana le había pedido el favor de comprarle todo aquello que era lo que hacía falta, mamá escucho que iria a la plaza a comprar todo equello, y ofreció a llevarlo porque ella tambien vendría por la despensa.
Estaba complacida como que asistiría a la fiesta de Franci, ya que podía hacer amigos antes de comenzar las clases, además, no se canso de decirme que nuevos aires me vendrian bien a mi también.
Ciertamente estaba entre un dilema. Por una parte si quería ir, pero había un pequeño espacio de mi que no quería hacerlo. Tenía motivos claros del por qué si me llamaba la atención asistir, pero, todos ellos siempre eran opacados por la duda.
Kaleb estaba igual que yo y aun que se sentía mal por no tener la ganas de asistir, comprendía su justificación. No queria tener otro altercado con Delian y que la celebración terminara mal. Así que ahí estamos los dos, caminando entre pasillos escuchando a mi madre revisar una vez más lo de la lista.
Según mi abuela no hacía falta nada, pues se había encargado de meter en el carrito todo lo que estaba apuntado. Mi mamá a diferencia de mi abuela, siempre ha sido muy meticulosa en cada detalle, su trabajo se lo amerita. Pero Kaleb, mi abuela y yo ya estábamos cansados de tanto caminar.
Las cajas estaban algo llenas, así que nos puso a apartar lugar a mi y a Kaleb, en lo que ellas iban a ver si encontraban algo más que le pudiera servir en la fiesta a Franci. Mi abuela no estaba contenta, pero aún así la siguió.
—Tu mamá es un amor. Te lo juro que sin su ayuda no haya encontrado ni la mitad de lo que mi hermana me pidió.
—Bueno, ahora creo que le llevaras de más. —Mire como mamá comenzaba a perderse entre un pasillo. —Oye, desde cuando conocen a mi abuela.
—Hace, pues bastante supongo , como año y medio mas o menos. ¿Por qué?