Mila
Alta, cabello castaño, lindos ojos marrones, sonrisa grandiosa y ¿por qué no? Una licántropo.
Tener el gen no siempre es suficiente, tener un poco de ADN de más en tu sistema puede darte ventajas y desventajas... más que todo lo último. Seguro el hecho de que un hijo de los Alfa no pueda transformarse es sinónimo de burlas y demás desprecios, pero esas cosas no tienen espacio en una situación como la mía. La manada tiene la necesidad de mostrar respeto a la familia líder —de la que soy parte—, y cualquier desacato a dicha orden trae consecuencias. Sin embargo, sentir que no perteneces a un lugar no les afecta a los demás, solo a ti mismo... y a veces lo mejor es desaparecer.
Para huir de la soledad, la vulnerabilidad y el masoquismo, mi solución fue mudarme a un departamento relativamente alejado de Cielo Azul —la manada a la que creo pertenecer—, en donde vivo sola, sin nadie que me reproche por no poder cazar o correr en cuatro patas. Vaya escape de la soledad el que realicé... Pensándolo bien, no hablemos de "soledad" utilicemos los términos "añoranza" o "aislamiento".
Sí, definitivamente suena mucho mejor.
La negación no estaba en la cabeza de nadie por esas tierras, o por lo menos no dirigida hacia mí. "Saldrás lastimada si vas con ellos, Mila", "¿Crees que es necesario hacerlo, Mila Jones?", "Yo en tu lugar preferiría enfocarme en otras cosas, Jones". Sí, escuchaba varios "consejos" por parte de cada miembro de aquella manada y puedo decir que hacía caso omiso a la mayoría de ellos.
Ser indefensa nunca ha sido mi virtud, es más, esa cualidad nunca ha hecho parte de mí. ¿El no cambiar de forma es una incapacidad de algo? No, no lo es. El gen está en la sangre y con ello la fortaleza. Ser cazadora no fue un sueño, fue una opción y tras un tratado con los cazadores pude ser entrenada por ellos y así convertirme en guerrera de Cielo Azul.
Mi hermano mayor Daniel, es el próximo Alfa, lo que me convierte a mí en la "inservible" y "delicada" Primera Mujer... Claro, hasta que mi hermano encuentre a su Luna.
No soy de esas chicas tímidas, que no hablan con chicos, ni mucho menos la "nerd". Soy buena en la escuela... no en todo, pero sí en la mayoría. No soy débil y prefiero no causar problemas si no me los ocasionan a mí, pues no me gusta llamar la atención exageradamente.
¿Mi rutina? Es sencilla, lo que cualquier ser aburrido de este mundo hace yo lo realizo entre semana, pero cuando llegan los viernes y sábados todo cambia. Las carreras clandestinas se vuelven mi pasatiempo favorito y las fiestas son algo provocador para la edad de diecisiete años, casi dieciocho.
Estudio en un instituto donde se encuentran personas de toda clase: desde lo sobrenatural —como mi manada y yo—, a lo común y corriente. Lo que provoca que cada día sea mejor o peor que el anterior somos cada uno de nosotros dentro de esa edificación poco agradable.
Esta es una parte de mi historia, pero no sé qué me depare la vida en el futuro, por ello te invito a conocerlo conmigo y ¿quién sabe? Tal vez logre aprender a tomar mejores decisiones que las del pasado.
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Editado: 20.09.2022