“Hoy corresponde la Santa cena, por eso vengo a pedirte perdón, quiero poder comer del pan y tomar del vino de acuerdo a lo que se establece en las escrituras y tengo algo contra ti. Me siento molesta porque le coqueteas a mi novio, es molesto, pero no quiero perder las bendiciones que me aguardan, espero me entiendas y me perdones por molestarme.”
Estas palabras impidieron que Gracia participara de la ceremonia de la partición del pan y del vino. Con sus palabras Raquel desahogó su espíritu al tiempo que encendía en su interlocutora la ira por ser acusada tan falsamente de coqueta “quita machos”.
Ya habían pasado dos días y Gracia continuaba con una furia ciega hermanada con enormes ganas de venganza. En la congregación no dejaban de murmurar desde lo ocurrido, varios le veían como la chica nueva empezaba a sacar las garras y a interponerse en una relación consolidada. Nadie fue lo suficientemente maduro como para interpelarla o exhortarla, solo creyeron el testimonio de Raquel sin mediar en aclaraciones.
Después de pronunciadas sus insinceras disculpas se dio vuelta sin esperar respuesta, delante de los tres testigos presentes. Se incorporó al salón principal desentendiendose de cualquier respuesta que la chica nueva pudiera darle.
La situación le quitaba la concentración, debía entregar los planes de capacitación del área de comunicaciones, en los cuales venía trabajando para presentárselos a la junta de talento humano, donde se encontraría el gerente para avalar o no el plan te trabajo y de esta manera conocer si su empleo duraría o no. De dicha presentación dependería el futuro de su cargo en la empresa. Presentación que se veía entorpecida por una rabia ciega ante la injusta acusación.
El correo de la directora de talento humano era claro, solo le quedaban tres días para ajustar ruta, objetivos, resultados esperados, línea de tiempo, contenidos, enfoque metodológico y la definición del personal asignado a cada actividad de formación de acuerdo con los perfiles laborales, profesionales, familiares y desempeños en los puestos de trabajo. Todo estaba prácticamente listo, eran solo detalles, detalles mínimos que le podían restar el valor a la propuesta.
Además, debía estudiar todo de tal manera que sus respuestas ante las dudas que surgieran complacieran al auditorio.
“Insoportables personas caprichosas que generan pesadillas”, pensó.