Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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De frente a la bahía desde una de las ventanas de su oficina, se encontraba cuando su secretaria entró para informarle sobre el arribo de su madre a la ciudad mientras le entregaba los documentos del contrato aduanero.

- Señorita Gómez, envíe estos a contabilidad.

- Señor ¿no desea que lo comunique con su madre?

- No gracias, por lo general después de un viaje tan largo ella siempre decide dormir antes de vernos- expresó con una sonrisa cordial que disimulaba la tensión generada por la visita de su progenitora- voy a talento humano, si me necesitan por favor, remita a mi celular de acuerdo con lo que se considere asunto de urgencia.

- Si señor- dijo la joven secretaria que de solo verlo sonreír se le derretía el alma.

Ese hombre era el anhelado sueño de casi todas las solteras de la empresa, sus hermosos ojos ambarinos contrastaban con el cabello negro, otorgándole una expresión inquietante. En cinco años nunca le vieron salir con ninguna de las empleadas, muchas murmuraban que ya estaba comprometido a la manera de la cultura a la que pertenecía.

Gerardo caminó hasta la sección donde se encontraba talento humano, que no era más que un gran salón con cubículos en los cuales cada empleado poseía su espacio de trabajo. Se dirigió hacia la única oficina del sitio, correspondiente a la jefa de la dependencia, dando a cada persona los buenos días mientras pasaba y rápidamente verificaba si estaban o no en sus labores.

Dentro del personal habitual se encontraba una muchacha sumergida en sus propios pensamientos, de manera que ni siquiera respondió al sencillo “buenos días”, su escritorio era un desorden, lleno de papeles, notas en memos, el lápiz en la boca, casi que masticándolo y el computador encendido donde se notaba en el fondo de pantalla una fotografía de la puesta del sol desde la muralla.

Pasó de largo, entrando al recinto privado de su psicóloga de cabecera.

- Buenos días mi querida María José- dijo dándole un abrazo.

- Buenos días Gerardo.

- ¿De cuándo acá tienes a tu cargo personal sin oficio aparente? - preguntó recordando la imagen de la muchacha del lápiz.

- ¡No me digas que el gerente de la empresa se está paseando por las diferentes dependencias a modo de supervisor de planta! - sonrió la mujer para acentuar la ironía.

- Mi querida amiga, solo pasé a saludarte, lo que haga tu personal me tiene sin cuidado siempre y cuando cumplan con su trabajo, me imagino que esa niña, trabajará sus respectivas horas extras sino te cumple con la tarea asignada, cualquiera que sea.

- ¿Si lo sabes para que preguntas?, ahora sí, que te trae por acá, ¿alguna pesadilla ha regresado? - su tono había pasado a la formula netamente profesional.

- Técnicamente sí, mi madre está en la ciudad.

La preocupación en el rostro del muchacho era evidente; María José había sido su consejera durante tres años, después de una crisis que él había presentado gracias a las pretensiones de Sandra, desde entonces, y después de haber gritado y despedido sin sentido a varios empleados, no tomaba decisiones sin verificar con la ayuda de ella el estado emocional en que se encontraba. Como jefa de talento humano, era la persona más indicada para aconsejarle respecto de los empleados y sus funciones. Además, era una gran receptora y escuchaba con atención sus divagaciones.

- Recuerda que las decisiones acerca de tu vida las tomas tú, ella solo te presenta las opciones, no te impondrán algo que no desees sea de esa manera.

- Sé a lo que viene, ya tengo la edad suficiente, esta ocasión la presión será distinta, ya no serán intentos, será un ultimátum.




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