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- Como cualidades puedo decirte primero que eres inteligente- hizo una pausa chasqueando la lengua, continuó- la verdad es que solo encuentro esa cualidad en ti; en cuanto a tu mayor defecto es que eres muy orgullosa.

Estaban en un encuentro de sanidad interior programado para el grupo de jóvenes, la actividad consistía en decir dos cualidades de la persona que se iba escogiendo y un defecto, con el objetivo de demostrar que siempre las virtudes de una persona están por sobre sus defectos. Gracia era la quinta en recibir las palabras del grupo. Raquel aprovechó la oportunidad para hablarle con desdén y señalarla como una persona sin mayores cualidades. Otras dos personas le dijeron que poseía muy buena expresión oral, que era una chica capaz, repitieron la cualidad de su inteligencia y anotaron otros defectos como la obstinación y el engreimiento.

Guardó silencio todo lo que pudo, contuvo con todas sus fuerzas la ola de dolor y rencor, porque una cosa es que te digan tus defectos y otra muy distinta que no te vean cualidades, y que usen siempre un tono despectivo respecto de tu personalidad.

Al llegar su turno, Gracia se armó de valor, respiró profundo y arremetió conteniendo las lágrimas en un esfuerzo sobrehumano.

- Tu eres engreída, celosa, caprichosa, altanera y solapada, a mí no me gusta tu novio, es más me parece un hombre sin atractivo físico. Si tienes celos es porque me tienes miedo o dudas de él. Pero para que veas yo si te encuentro muchas cualidades: eres creativa y con una gran imaginación, tanto que has llegado al punto de creer que yo me fijaría en tu hombre- soltó una carcajada sarcástica- En cuanto a Mara, que deje de andar respaldando opiniones ajenas, bien sabemos todos que le recibe presentes y coqueterías a un hombre casado y hasta le pide dinero para la universidad por sobre la cabeza de la esposa de él.

- ¡Gracia! - Intentó detenerla Ángela, la mujer que dirigía la sesión.

- No te preocupes mujer, ya terminé, debiste intervenir cuando ellas me atacaron- respondió con calma aparente.

- Todos deben ser respetuosos- afirmó con la voz algo levantada.

- A mí nadie me respetó, el tono de una persona lo dice todo. Si no sabes dirigir una sesión de este tipo con imparcialidad entonces no lo hagas.

- Este no era el objetivo.

- Pues yo me siento irrespetada.

- Solo la verdad duele tanto- se metió Raquel.

- Entonces espero que no tengas que ir a vendarte las heridas querida- le respondió Gracia, levantándose con intensión de salir.

- No te vayas de esa manera- le pidió Ángela en tono imperante.

- No me quedaré a que me sigan acusando de coqueta y orgullosa, si me van a tachar de orgullosa que lo hagan entonces con ganas.

Salió del salón de jóvenes disparada como bala de cañón. Al llegar a su casa lloró con la cabeza enterrada en la almohada para que sus hermanas no la escuchasen. Debía defenderse y lo hizo, aunque ahora no sabía si esto generaría peores situaciones para ella.

 Al despertar, los rastros del llanto eran evidentes, intentó maquillar sus ojos sin mayor éxito. Solo le quedaba esperar que con las horas la hinchazón cediera y verse más lozana a la hora de hacer su presentación. Aunque no conocía el horario acordado.