Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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Al llegar a la oficina, se dirigió a la secretaria para informarle que le habían pedido presentarse con el gerente a las cuatro de la tarde. La señorita Gómez, con la amabilidad propia de una secretaria ejecutiva de su talante le informó, que de momento él aún estaba ocupado en una vídeo-conferencia con la empresa proveedora de las grúas pórtico, que le pasaría el informe de su presencia.

Para no hacer de la espera un inagotable momento de aburrimiento Gracia tomó su teléfono para descargar un libro, de esta manera, mientras leía pasaban los minutos, de pronto entró la notificación de un mensaje con una imagen, al abrir el paquete, se encontró frente al pantallazo de una conversación en redes en las cuales se burlaban de ella en su fracaso de intentar quitarle el novio a Raquel.

Hastiada de esa situación tan insensata borró el mensaje y el numero anónimo, tomó su bolso dirigiéndose a la señorita Gómez.

- Creo que mejor esperaré a que otro día me citen, gracias.

- Es normal que esas reuniones se extiendan, ya que las compras incluyen viajes de los operadores hasta China, no te sientas ofendida. - explicó la señorita Gómez.

- No faltaba más, sé que la reunión conmigo no es urgente, y siendo tan amigo de la Señora María José, en cualquier momento se presenta por la dependencia y enseguida aprovechará para que hablemos- pronunció Gracia dentro la completa inocencia.

- La señora María José. – el semblante de la muchacha cambió, su tono paso de cordial a prevenido – sí, me imagino que así será. ¿Por casualidad serán pareja? – preguntó fingiendo indiferencia a ver si conseguía alguna información al respecto.

- La verdad yo trato de no indagar en la vida privada de mis superiores, siempre es algo peligroso – respondió al captar el interés de la joven en la pareja – pero para tu consuelo yo creería que ella no lo ve como una posible relación.

Era cierto, en el área se escuchaban rumores del romance de María José con uno de los capitanes, un hombre mayor que había enviudado un par de años atrás, sin embargo, no consideró pertinente andar regando chismes. Lo sintió por la joven secretaria que seguramente se esperanzaba en que su jefe la mirara más allá de lo laboral, fue muy evidente cuando empezó a preguntar si la jefa de talento humano era pareja del gerente.

Con una amable sonrisa se despidió y caminó hasta su cubículo, esperó cinco minutos a la tan anhelada hora de salida. Había optado por caminar. Durante las horas de la tarde era bastante relajante salir del puerto y cruzar el puente que conectaba la bahía con el mar. Los alcatraces planeaban en rumbo directo a los bosques de mangles para refugiarse en sus nidos a pasar la noche después de un largo día entre la pesca y los desperdicios de los pescadores o de los vendedores del mercado público. La brisa dejaba de ser sofocante y los colores del cielo se convertían en un sinfín de transformaciones entre el rosado, lila, el naranja, el azul y todos los matices respectivos.

Después de un día donde todo parecía estancado, una caminata era absolutamente necesaria.




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