En el centro comercial Gerardo intentó descifrar el carácter y la situación emocional por la cual atravesaba la niña de comunicaciones. Por momentos había en sus ojos sombras de sinsabores.
- Bueno, no se puede comprar ropa sin un helado como acompañante, ¿qué sabor te apetece? – le preguntó
- No creo que nos dejen ingresar con un cono de helado- sonrió
- Vamos a ver, yo quiero uno de mandarina – lo solicitó a la joven de la isla.
- Está bien, un moteado de caramelo – dijo Gracia – pero que conste que no nos van a dejar entrar con eso en la mano.
- Puede ser, pero un helado ayuda con las tensiones, creo que debes aprender a relajarte un poco. Si, mejor nos sentamos y vamos dialogando, después vamos por mi deprimente camisa- hizo un gesto de desánimo que generó una sonrisa en la joven que despachaba el aperitivo.
Gracia aceptó sentarse, Gerardo educado como todo un caballero le llevó su pedido hasta la mesa y se sentó en frente.
- ¿Qué necesita saber del proyecto? – lo abordó de forma inmediata.
- No es momento para hablar del tema, lo discutiremos en mi oficina el lunes a primera hora, te lo prometo. Hablemos de otras cosas. Por ejemplo, ¿Logró Michel sacarte una cita? – trajo el tema a colación de manera espontánea.
- ¿Él quería invitarme a salir? - dijo sorprendida.
- ¡No me vengas con la historia de que no te percataste!
- No… estaba más bien pensando en cierto caballero desconcertante – fijó su mirada en los ambarinos ojos expectantes - ¿me estaba espiando?
- ¿Cómo crees? Casualmente estaban sentados en una mesa que daba de frente a la mía, y si, claro que nos dimos cuenta de las intenciones de Michel, es un buen muchacho, no se puede negar, aunque no te queda.
- Anda, que pena con él, parece que tiendo a dar malas impresiones- y allí estaba la tristeza.
- Perdona la intromisión en tu vida personal, ¿Qué es lo que te está sucediendo? Hoy vi una niña genial defendiendo su proyecto, muy distinta a la niña distraída y triste de ayer.
- Si le digo, ¿me explicaría lo de la camisa?
- Aja.- mientras terminaba con la crema de su cono.
- Tengo un problema en la iglesia donde asisto, al parecer he dado la impresión de haber coqueteado a uno de los muchachos que ya tiene novia. Hemos tendido unos intercambios de palabras con ella, o sea, su novia, en los que yo he apuntalado a ofenderla y ella a mí. En todo esto he quedado como la coqueta “quitamachos” según unos comentarios que me enviaron de manera anónima a modo de captura de pantalla. En conclusión, solo soy inteligente y por lo demás, una porquería de persona.
- ¡Asistes a una iglesia! – anoto concentrado en el cambio de expresión que pudiera generar sus palabras en la chiquilla.
- ¡Ya vio!, no me prestó atención.
- Gracia, lo único relevante de todo eso es lo que tu realmente pienses de ti. Las personas que nos rodean siempre van a querer determinarnos de una forma u otra. Una pregunta- esto era más relevante para él que para ella- ¿ese muchacho te interesa?
- ¡Claro que no!, las pocas veces que he hablado con él es para cuestiones de música, pues interpreta la guitarra y yo deseaba aprender, ya hasta las ganas se me quitaron. No es mi tipo, es como el tipo de jovencitos que se dedicó a jugar play y no tiene masa muscular ni forma, jijij, y se deja dominar por la novia, no me gusta el hombre sin carácter, usted seria más de mi estilo – sonrió con picardía. reaccionó dándose cuenta bajó la cabeza un poco avergonzada por la confianza.
- Mi niña, soy del estilo de muchas de las empleadas de la empresa… jajaja.
- Lo sé, ese es una de las razones por la cual no lo vería como una tentación, debe ser tedioso estar espantando a otras.
Ambos rieron a carcajadas, Gerardo sentía que había logrado un objetivo simple, sacarla del estado emocional en el cual se encontraba.
- Ahora mi turno, la camisa que debo comprar es para un grupo de caballeros, digamos que será algo así como el uniforme y el maravilloso tono que escogieron es verde biche, ¡tú puedes creer!, el verde del mango con sal- dijo tapándose la cara mientras Gracia sonreía a carcajadas.
Por lo general los tonos que él usaba eran en su mayoría tonos pasteles, no le gustaban los colores fuertes y el verde era de los que menos.
Ya en la sesión de ropa masculina miraron varias opciones.
- Una de esas dos le quedaría bien – le dijo Gracia sin darle mayor relevancia al asunto- sin embargo, esa camiseta negra le haría un bonito contraste para cualquier ocasión informal.
- Bueno, entonces también lo compro- con un guiño de ojos tomó la prenda y se dirigió a la caja.