Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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Terminadas las actividades previstas Gracia le pidió que la dejara en la iglesia, aunque ya era tarde no le parecía prudente bajarse de un automóvil de lujo en la puerta de su casa a riesgo de que la gente comentara el hecho como si estuviera en el negocio de dama de compañía, negocio por el que eran populares algunas de las jóvenes de su vecindario.

Gerardo le pidió intercambiar números telefónicos bajo pretexto de cualquier cambio que pudiera ocurrir en su agenda para el día lunes, aclarándole que no necesitaba ningún motivo en particular para llamar o escribirle, que con gusto la atendería. Se bajó del carro y le abrió la puerta despidiéndose con una leve inclinación de cabeza y una leve sonrisa.

Terminado el estudio bíblico se dirigió a su casa pasadas las nueve de la noche, sin embargo, la perspectiva de levantarse tarde el sábado era bastante consoladora. Cuando iba a dormir y desactivar la alarma encontró en el chat del número del gerente: “que por fin puedas descansar”, sumando a un estiker guiñando el ojo. Sonrió ante el detalle recibido, decidió no responder y darle paso a abrazar su almohada cumpliendo con esos buenos deseos.

Durante el día sábado le correspondía lavar su ropa, mientras aprovechaba para dialogar un poco más con su madre y hermanas, ya que cada una se dedicaba a una labor específica, era un día de oficio en familia. Generalmente se mofaban de cualquier cosa, en especial de los sobrinos, hijos de su hermana Keren, dos bellos gemelos con travesuras al extremo a los que su padre apodaba huracán y tornado. Keren tuvo la suerte de quedar embarazada a los dieciocho años, casarse un año después y separarse luego de dos años de convivencia tormentosa, con solo un año menos que su hermana mayor Gracia, ya había recorrido el arduo camino de la maternidad, la traición y la crianza de dos niños por su propia cuenta.

El tiempo en familia del sábado le permitió enterarse de los chismes del momento: la vecina de en frente… la señora de la tienda… tornado hizo... Huracán hizo…

El domingo asistió a la escuela dominical, armada del valor infundido por el consejo del señor Gerardo: “Gracia, lo único relevante de todo eso es lo que tu realmente pienses de ti”. Se concentró en lo que realmente le edificaría y descartó cualquier mirada, gesto, alusión después de terminadas las clases. Si, comprendió que, si no se fijaba en los demás, lo que ellos dijeran no tendría relevancia.

- Gracia, bendiciones – le alcanzó saliendo del templo Johan, uno de los vocalistas del ministerio musical.

- Hola, ¿Cómo estás? - respondió dándole la mano

- Bien gracias a Dios, mira, vamos a iniciar con un semillero de voces, no sé si te interesa.

- La verdad, es que en estos momentos lo veo como algo inoportuno.

- ¿Por qué? - pregunto inocente Johan.

- Raquel… recuerda que ella es parte de ustedes, aunque le falte bastante a nivel de entonación- sonrió- lleva un proceso de tiempo y no deseo generar más tensiones.

- No te limites por lo que otros digan.

- Cuando Dios nos quiere en alguna parte, él mismo acomoda las circunstancias a nuestro favor, solo que en ocasiones no sabemos esperar y nos precipitamos Johan, más bien, apóyame en oración.




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