Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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Nuevamente iniciaba la semana de trabajo, por calendario era técnicamente el último día de trabajo de Gracia en la empresa portuaria, lo que ahora le generaba una sonrisa pues, gracias al acompañamiento realizado al jefe en la búsqueda de una horrorosa camisa verde tenía la convicción de que su empleo continuaría.

En la entrada se encontró con la señorita Gómez, a quien le comunicó de su nueva citación en la oficina del gerente a las ocho de la mañana.

  • Es extraño, no recibí ninguna notificación al respecto – anotó dudosa.
  • Lo siento, creo que debí esperar a que se te comunicara, tal vez hubo otro cambio y yo soy la desinformada – sonrió a modo de disculpa para evitar malos entendidos.

Caminaron juntas hasta el elevador mientras la señorita Gómez enunciaba emocionada los logros obtenidos en la carrera de los 21 k, sonreía de la emoción de haber podido siquiera terminar. Cuando escucharon la voz de Gerardo.

  • Buenos días señoritas. – Saludó tan formal como siempre, entrando al elevador que ya había arribado junto con ellas.
  • Buenos días – dijeron a modo de coro de escuela.
  • Gracia, ven conmigo enseguida y te evitas estar de un lado a otro, así saldo mi deuda contigo de inmediato – la mirada de la secretaria tuvo un ligero cambio que la joven de comunicaciones no supo interpretar.
  • Como usted diga. Le queda muy bien esa camiseta – anotó al detallar que llevaba puesta la misma camiseta que ella le había sugerido comprar después de haber escogido la camisa de tortura.
  • ¿Si?, por lo general no soy de los que usan ropa semi-formal en el trabajo, pero la persona que me escogió esta prenda lo hizo bajo la insinuación de que me vería muy bien con ella- sonrió a medias guiñándole un ojo de manera casi imperceptible. Gracia se puso como un tomate y decidió guardar silencio mientras la señorita Gómez se enfrentaba nuevamente a la decepción.

Instalados en la oficina charlaron sobre los detalles, por menores y asesoría presupuestal de la propuesta del departamento de comunicaciones. Discutieron en más de una ocasión sobre lo que a Gerardo no le parecía necesario, Gracia cedió al principio en unos puntos y dos horas después estaba totalmente molesta dedicada a mirar por la venta por la condición que el gerente deseaba colocar al final.

A él le hacía chiste verla en esa actitud: “niña linda” pensaba para sí. Era de admirar la fortaleza del carácter de ella. Logró percibir que cuando se alteraba emocionalmente la muchacha, los ojos le brillaban como si tuvieran destellos. Con las manos en la barbilla, recostado en su silla la miraba ocultando una sonrisa pícara a la espera.

Por su parte, la joven hervía por dentro, todo el proyecto lo había pensado, escrito y resignificado ella sola en más de una ocasión. No era justo, para ella no lo era.

- Señor, insisto, no me parece justo que toda la propuesta la dirija y lidere la señora María José - ¿será que era cierto lo que decía la secretaria acerca de los dos? – técnicamente eso me dejaría igual sin mi puesto.

- Uju…

- ¿Es en serio? – se sentó desconcertada – yo tenía la esperanza de continuar con mi empleo.

Los ojos se le empezaron a cristalizar, entonces el gerente decidió romper el silencio.

- Nadie ha dicho que saldrás de la empresa, solo que trasladaré tu idea para que alguien más la ejecute.

- Eso es casi lo mismo – se puso de pie suavemente - haga lo que usted crea conveniente, es la persona que vela por el bienestar de la empresa. - Se detuvo a mirarlo- no se ponga más esa camiseta, ya no le queda bien.




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