Camino A Casa. En ti encontré mi hogar

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La situación de salud de Gerardo no mejoró el viernes, el médico continuaba alegando el resfriado, él tomaba los medicamentos y aun su cuerpo no respondía. Al medio día recibió una respuesta de la Niña linda, la alarma de ese chat era distinta, de esta manera no se hacía esperanzas cada vez que le entrara un mensaje.

- Buenas tardes ¿ya almorzó?

- Hola, la verdad no, aun no tengo hambre.

Entró una foto de un almuerzo tipo costa: pescado frito, arroz de coco frito, ensalada de aguacate y patacones.

- Mire el mío, para ver si se le abre el apetito…jijijiji

- ¿Dónde te cabe tanta comida? (emojis vomitando)

- De verdad, procure comer algo, si la señorita Gómez se entera, se muere de angustia.

- ¿Cómo así?

- ¿No me diga que no ha notado que lo mira como si fuera un dios nórdico?

- Claro que lo he notado, solo que no puedo darle esperanzas. Digamos que creo en el amor que parte de una conexión inicial, que se construye, que se gana. Con ella nunca he sentido más que el aprecio hacia una maravillosa mujer que merece mi respeto.

- Hasta se le lee bonito… Igual, usted es un traidor, procure y coma, que yo continuo molesta. ¡que se mejore! (emojis sacando la lengua)

- ¡Niña tonta!

- ¡Jefe malo!

La risa lo invadió por completo. Gracia, que llevaba casi toda la semana sin responder, le escribió con la única intención de verificar como se encontraba y hasta lo mando a comer.

Sandra siempre decía que el enfermo cuando se alimenta mejora pronto. Aunque no recordara haberse enfermado durante su infancia, su madre tenía la costumbre de visitar hogares de acogida brindando auxilio médico y económico. Muchas veces la observó como sostenía a quienes trasbocaban, o ponía paños húmedos sobre la frente de los que tenían fiebre. Ahora necesitaba a esa madre, madre que desde su partida ella le había vuelto a llamar.

Tomó el teléfono, solo con la intención de escucharle hablar.

- ¡Madre!

- Querido, acá es de madrugada ¿te ocurrió algo?

- He tenido fiebre.

- Ya mismo tomo un vuelo.

- No lo hagas por favor, solo dime que debo hacer.

- No te va a gustar mi respuesta hijo – su tono de voz era desconsolado.

- Dime.

- Te estas debilitando, la lejanía de la antigua tierra tarde o temprano pasa cobro a nuestros cuerpos, nosotros no es que no queramos estar contigo, es que no podemos. Tomate unos días y pisa el antiguo continente, eso debería ayudarte. Solo regresa a tu lugar de residencia cuando ya no sientas ninguna molestia.

- ¿Y las pesadillas?

- Tendrás que luchar con ellas – oyó un suspiro al otro lado de la línea - Ven a casa, yo cuidaré de ti.

- No madre, si me decido, iré a cualquier lugar que no me quede a más de 10 horas de vuelo.

- Recuerda que la tierra te está llamando.




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